Se adentra muy despacio por la tupida arboleda. Los rayos de sol, que se filtran por entre las hojas, le acarician el rostro y se mezclan con los destellos azulados, de su cabello suelto.
La templanza y serenidad que le proporcionan estos paseos, le recuerdan las caricias de la abuela, los arrumacos y achuchones que le daba, mientras le contaba aquellos cuentos de princesas, caballeros a la grupa de sus caballos y castillos escondidos entre la maleza.
La ternura de aquel cuerpo tibio y tierno, el pelo blanco y suave, los ojos llenos de ternura y los besos cargados de cariño, la llevan a una niñez llena de alegría y a la vez, a una nostálgica felicidad, que siempre acaba con una oración de agradecimiento.
La templanza y serenidad que le proporcionan estos paseos, le recuerdan las caricias de la abuela, los arrumacos y achuchones que le daba, mientras le contaba aquellos cuentos de princesas, caballeros a la grupa de sus caballos y castillos escondidos entre la maleza.
La ternura de aquel cuerpo tibio y tierno, el pelo blanco y suave, los ojos llenos de ternura y los besos cargados de cariño, la llevan a una niñez llena de alegría y a la vez, a una nostálgica felicidad, que siempre acaba con una oración de agradecimiento.
Nani. Junio 2007.
...tú vas a ser esa abuela...¿lo sabes verdad? los niños que aún no tengo me lo dicen: me gusta recostarme entre el pecho de la abuela Nani, es blandito y, aún, huele a madre...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"nostálgica felicidad": dos palabras que lo dicen todo estando juntas.
ResponderEliminar