domingo, 30 de septiembre de 2007

COSAS DE CASA


Ahora le decía que necesitaba el teléfono móvil. Desde que su trabajo lo ejecutaba en las horas de la madrugada, ella no paraba de darle la lata. Él, empezó a concederle algunos gustos, que en el fondo le parecían caprichos, pero como le hacían sentirse más segura..., total, pudiera tener razón. El niño podía enfermar o ella tener miedo y si le llamaba, sentirse mejor.
En su trabajo, el timbre del teléfono no podía sonar. Tuvo que buscar un móvil bien sofisticado, que parpadease y fuera muy visible, en aquella sala repleta de otros sonidos y distintos focos y luces.
Al principio le hacían gracia sus mensajes: "Joselete, la cama está calentita y me he puesto ese picardía de color..., remataba la frase con puntos suspensivos. Más tarde, recibía otro: El color es ese que a ti tanto te gusta, ¿te acuerdas? Otras veces, el mensaje decía: Me he puesto ese perfume que..., y de nuevo los puntos suspensivos".
Empezaba a desconcentrarse y a perder los papeles, hasta el punto que, el compañero debió llamarle la atención. Pensó dejar el móvil en el maletín, pero lo necesitaba, casi le estaba creando dependencia. Aquellos mensajes, le ponían la adrenalina disparada. Aquella lucecita parpadeante, le ponía el corazón en la garganta. Cuando terminaba, a eso de las cinco treinta, cogía el coche como un descosido y carretera adelante, salía zumbado. Cada día, necesitaba volver a casa más a prisa. La necesitaba a ella. Necesitaba aquel perfume mezclado con su piel. Aquel color, que cada vez se hacía más calor. Un día, se saltó un semáforo y no pasó nada, gracias a Dios, pero otro día, por pocas arrolla a la viejecita del carrito cargado de sus pertenencias. Y al chico de la moto, que susto pasó. Igual que el día del Mercedes rojo, que salió a todo trapo de una calle, sin hacer el stop. Y que le estuviera pasando a él. Un hombre metódico, ordenado, responsable... Pensaba todo esto mientras conducía. Hoy hablaría con ella, le pediría que no volviera a ponerle mensajes. Le diría que no volvería a llevarse el móvil, que no podía con todo aquello, que estaba al borde del infarto, que necesitaba todo su cariño y toda aquella pasión, pero que no podía seguir con ese nerviosismo. Que necesitaba estabilidad en su trabajo y que muchos días, cuando volvía a casa, en más de una ocasión, estuvo a punto de tener o provocar un accidente. En este punto estaba, cuando se levantaba la persiana de la cochera de la casita que tenían a las afueras de la ciudad. Al bajar del coche, tropezó con un cartel que decía: "Sube, te espero. La puerta está abierta, no des la luz, la sorpresa será hermosa, estoy, en..., y de nuevo los puntos suspensivos".
Esto es el colmo, se decía. Y además la puerta abierta. Se está volviendo loca.
Mientras subía las escaleras de dos en dos, algo le parecía anormal. Las luces estaban encendidas. Se escuchaba un sollozo y había algo rojo en los peldaños cercanos a la habitación del niño. Se precipitó en ella: "Pobrecito, está dormido, que sabrá él de estas locuras", pensó.
Corrió hacía la salita. Allí estaba ella, embutida en aquella bata hortera que le había regalado su madre y que a los dos les ponía de los nervios. El pelo alborotado, la cara manchada de rojo. Un hilillo de sangre le caía por la sien izquierda. No percibió su entrada. Lloraba con la cara entre las manos. Cuando le vio, se precipitó en sus brazos. A él la confusión, el asombro y el miedo casi le paralizaron. Cuando pudo reaccionar, le pidió que le contara que pasaba. Ella, tan solo le dijo: "Perdóname, he sido una inconsciente y una atrevida, dejé la puerta abierta y entraron a robar. Quisieron entrar en la habitación del niño, pero lo impedí aunque me golpearon. No consiguieron nada, porque les amenacé con esta pistola, la compré para nuestros juegos. Hoy quería que todo fuera distinto. No es de verdad, pero al menos me ha servido para defenderle. Ahora me doy cuenta de que he llegado demasiada lejos con mis fantasías".

nani. septiembre 2007.
Safe Creative #1103028619533

6 comentarios:

  1. Hay quien dice que las parejas deben dar fantasía a sus relaciones... Y es bueno hacerlo, se divierte uno (y llega a ser MUY divertido)... Aunque, claro, tampoco hay que dejar de ver la realidad sólo por vivir la fantasía.

    Por cierto, gracias por echarse un clavado en los archivos

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  2. A veces, cuando el deseo o la locura se apodera de nosotros hacemos cosas sin pensar en las consecuencias...

    Un besoteee, muy bueno el relato.

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  3. En todo tiene que haber un punto medio. La fantasía está bien pero, como todo, llevado al extremo puede ser muy malo...

    Besos

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  4. Mantiene la intriga.
    Ah, sí, encontré mis zapatos de profe. Lo que pasa es que al final me han tocado los pequeñitos del cole, y con esos sólo funciona la cara de malas pulgas.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  6. Las fantasías son buenas, pero como todo en la vida tienen un límite. Bonito relato, como todos.
    Muchos besos.

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