viernes, 12 de octubre de 2007

INQUIETUDES SILENCIOSAS



Este relato va por Mario (ese Necio Hutopo). Ya que no se le da “El premio que se merece” (jejejejeje), yo al menos con este simple relatillo (ñoño pero real) de inquietudes maternas (y ahora va en serio), le doy las gracias por el desvelo hacía el mundo infantil y juvenil. ¡POR SER UN CHICO EXCELENTE, POR SER UN CHICO EXCELENTE, POR SER UN CHICO EXCELENTE Y SIEMPRE LO SERÁ, Y SIEMPRE LO SERÁ!

El sofá resultaba incómodo a las tres de la madrugada. Su marido y ella, se quedaron viendo por la tele, la película del sábado. A las una de la mañana, él ya había roncado en "Sol, Fa, y hasta en la Novena de Beethoven". Cuando se despertó, miró el reloj y dijo de forma algo brusca: "¿Pero todavía no ha venido? Esa niña, te juro que se pasa el verano castigada, la culpa es tuya, como le das todos las libertades, esa niña hace de ti lo que quiere, ya verás mañana. Bueno me acuesto, como tú eres su madre y la que le permites todo, te aguantas ahí, pero te lo aseguro, mañana se entera".
Todo esto lo dice el padre, mientras se dirige al dormitorio. Casi al instante, se vuelve a escuchar un ronquido monótono.
Ella mira con impaciencia el reloj. Su hija había quedado en que llegaría a las dos, o como mucho, a las dos y media. La había tranquilizado, prometiéndole, que la acompañaría Pedro.
Si, Pedro parece formal, pero, ¿es tan fácil perder la cabeza a los dieciséis años? "No seas desconfiada mujer, se decía. Siempre confiaste en tu hija. Siempre te ha contado. Siempre has sabido donde andaba. Pero, ¿y si le ha ocurrido algo? Dios, que no pase nada, que no ocurra nada, a ella no. Bueno, ni a ella ni a nadie, pero entiende Señor, es mi niña. Esa que se ha hecho mayor sin que me de cuenta, esa niña que hace un año lloraba sobre mi pecho, porque no le hacía caso su amigo Mario. Pobrecilla, que pena sentía, que hondo le caló, que pesadilla, que mal lo pasó y claro, yo con ella, su sufrimiento se hacía mío. Si lloraba, me costaba aguantar, para darle seguridad. Que pena me daba verla sufrir, pero que normales son esas reacciones y en la adolescencia, cómo se sufre cuando no es correspondido el amor que sientes, por el otro. Que mal se pasa y lo peor, es que todo esto no acaba aquí, después le volverá a ocurrir a Grego, a Lucas y a Marta".
Mecánicamente, vuelve a mirar el reloj. "Las tres y veinte. Dios como está tardando. ¿Que habrá pasado? Siempre dicen, que si pasa algo, se entera una de momento. Madre mía, que su padre no se despierte, que es capaz de ponerle la mano encima. ¿Por qué somos tan egoístas?, los hijos mientras se divierten, no piensan que su madre se consume, pensando que les ocurra algo. Su padre, se va a dormir tan feliz, como sabe que me quedo esperando, él a pata suelta roncando, y si despierta la forma y encima, me hace sentir culpable, no lo entiendo, de verdad que no lo entiendo y para colmo, mañana tendré que mentirle y si se da cuenta cuando me acueste, tendré que decirle que nos hemos pasado las horas charlando de nuestras cosas. Dios, las cuatro menos veinticinco. Se detiene y escucha. El ascensor se ha parado. Que sea ella, por Dios, que sea ella. ¿Qué hago de pié? ¡Siéntate tonta, que no note, que estás que te subes por las paredes y encima, se dará cuenta que has llorado!".
Se abre la puerta de entrada, con mucho sigilo. "Pasa Pedro, como te dije, mi madre está levantada, dice la chica con voz tenue.
No digo nada. La miro de cabeza a pies. No le falta nada, gracias a Dios. Sus ropas están intactas. No tiene rasguños, está igual de guapa que en el momento en que se marchó.
Antes de que reaccione, es la chica la que habla: "Mamá, perdónanos, como te dije me ha acompañado Pedro. No era nuestra intención llegar tarde, pero hemos tenido que llevar al hospital a Nuria. Ha tomado algo que no es bueno, ya sabes que te hablé de lo preocupada que estaba por ella. Está saliendo con gente, que no la va a llevar a nada bueno, dichosa droga, que asco de éxtasis y demás. De verdad mamá, cada día estoy más contenta, de que hayáis hablado claro, de la forma en que me habéis educado, igual que estáis haciendo con mis hermanos. Te juro que doy gracias a Dios, por hacerme distinguir entre, lo que me conviene y lo que no. Cada día agradezco más, tener amigos como Pedro, como todos los que no nos dejamos llevar de todo eso que nos están metiendo por los ojos, los oídos, por todas partes y que solo sirven, para destruir a gente buena, a gente sensible, a la gente que más necesita de cariño, de compresión, de todo, de...
Se escucha un carraspeo. Madre e hija, miran hacía donde se encuentra el chico. Se habían olvidado de él. Es la madre la que se acerca al joven, le coge las manos, se las aprieta con mucha ternura y le dice: "Gracias Pedro, gracias de verdad, que Dios os bendiga, os proteja y que siempre, os conserve intactos, por dentro y por fuera. Anda, vete a tu casa, que seguro tu madre está hecha un manojo de nervios".
El chico sonríe. Se despide y madre e hija, le acompañan a la salida. Se vuelven. Las dos se besan, y se desean buenas noches.
La madre entra en el dormitorio. Procura que su marido no se despierte. Se desliza entre las sábanas como una serpiente. Intenta relajarse y empieza a perder la conciencia, diciendo: "Gracias, muchas gracias".
¿Por qué das las gracias?, dice el marido.
No se, creo que estaba soñando. Anda sigue durmiendo, le contesta la madre.

nani. Octubre 2007

11 comentarios:

  1. Me gusta mucho el monólogo de la madre mientras espera y teme la llegada de la hija, es muy realista y su voz muy cercana. Ojalá muchos jóvenes leyeran tu relato. Quizá se lo pensarían dos veces antes de hacer sufrir a quienes más les quieren.

    ResponderEliminar
  2. ...HE LLORADO..., como siempre que escribes algo tan cercano a mí...jejeje
    Lo mismo la madre tiene la suerte de que su hija llegue intacta pero con ganas de "arreglar el mundo" ¿te acuerdas? JUAS JUAS JUAS...
    Me ha encantado...
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Acabo de venir del blog de Necio Hutopo y me parece una idea muy bonita la que has tenido.
    Cuántas veces he pasado noches de preocupación con mi hija. Y ésta de hoy va a ser otra, pero como dicen por ahí, no se le pueden cortar las alas al viento...

    Besotes

    ResponderEliminar
  4. Este se imprime, se enmarca y va directo al salón de trofeos... Bueno, no llego a un salón de trofeos, en realidad no llego a tener una repisa de trofeos... pero el hecho es que se imprime, se enmarca y en algún punto visible de mi casa lo pongo...

    Gracias, muchas gracias... Me sonrojo

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno el relato, muy intenso y esperanzador.

    Besos

    ResponderEliminar
  6. Me ha encantado el texto. Miedo me da cuando me llegue el turno de pasar esas noches... pufff....

    Yo iba a darle un premio a Mario pero como dice que si se lo doy, luego no puede quejarse... pues ná :D

    Besos

    ResponderEliminar
  7. FRANCISCO: Muchas gracias pero en cuanto a los jovenes, parece que la experiencia demuestra que "nadie escarmienta en cabeza ajena". Pero es verdad que se pasa mal nientras esperas que vuelvan a casa.
    MARIAPAN: gracias también a tí. Claro que me acuerdo de cuando llegabas gracias a Dios intacta y con todas las ganas habidas y por haber, de "arreglar el mundo", y ¡cuantas lágrimas derramadas...!
    ZAFFERANO: Gracias también a tí. Me alegra que la idea te haya parecido bien, después de lo que hace "Necio Hutopo" y habiendo pasado por la espera de los jovenes ya en varias ocasiones, era lo correcto por mi parte. Parece que tú lo entiendes porque lo estás viviendo ya, ¡calma, mucho cariño por ambas partes y mucha comprensión!
    NECIO HUTOPO: El un honor para mí que enmarques el relato, pero como madre ha sido lo único que he sabido hacer, para darte las gracias por tus desvelos, investigaciones y denuncias.De nuevo GRACIAS.
    LA INTERROGACIÓN: Muchas gracias y bienvenido/a a esta casa.
    NANNY: Ya entiendo el miedo que sientes, pero como dice ZAFFERANO, "no se le pueden cortar las alas a viento...", sólo estar a su lado cuanto más cerquita mejor, pero claro, sin agobiar y a veces sin que parezca que estás.
    Siento haberme adelantado a la entrega del premio a Necio Hutopo, supongo que él seguirá quejándose para así divertirse mejor, ¡ya se le ocurrirá alguna cosita!, su sentido del humor y su inteligencia, buscanrán como hacerlo de forma adecuda. Siento (como decía) haberte pisado el premio, pero como creo que de las andamos por estos interneses, soy las más madurita y la que ha pasado por eso y anda incluso algo más relajada, pues que... ¡vamos, que era mi deber!
    Besitos muchos a todos.

    ResponderEliminar
  8. Hacía tiempo que no leía algo con una moraleja discreta pero retumbante en la conciencia.

    ResponderEliminar
  9. Me llevo, con permiso, tu post y me lo leo más tarde (las obligaciones, me hacen posponer los buenos momentos)

    ResponderEliminar
  10. Yo aun no soy madre, por lo que no me pongo en el papel... pero me puedo hacer una idea de lo que han vivido mis padres conmigo.

    Muy bonito, todo un detalle!

    Besitosss

    ResponderEliminar
  11. La sensibilidad materna se aprecia hasta en la forma de escribir, es curioso...

    ResponderEliminar