miércoles, 31 de marzo de 2010

EL RECETARIO DE NUESTROS RECUERDOS




Quiero desearos una feliz Semana Santa y que si teneis tiempo, os paseis por el enlace que os dejo. Entre estas cosas y otras, os podeis imaginar el motivo por el que no hago todas las entradas que quisiera. Este trabajo lo he coordinado como motinora en el Taller de Empleo VI de mi ciudad. Ahora hay otros proyectos que me tienen un poco perdida, pero vuelvo y mientras tanto, podéis pinchar, dar un vistazo e incluso dejarlo encima de vuestra encimera, puede que os saque de algún apuro:

http://www.alcalalareal.es/fileadmin/ALCALALAREAL/AREA_DE_DESARROLLO/PUBLICACIONES/RecetarioRecuerdos.pdf



Nani. Marzo 2010.

Gracias Driada por este regalo y por proteger mi blog con esta corona de laurel.





lunes, 15 de marzo de 2010

EL GUSANO DE LA MANZANA




Me dispongo a pelar la manzana más verde y brillante que hay en el frutero.

Mientras empiezo a retirar la piel con la puntillita que tengo en la cocina, imagino que cuando llegue a la apetecible carne jugosa y agridulce me podría encontrar la sorpresa menos deseada en este momento. Podría salir a saludarme un hermoso gusano y entonces me llevaría un grandísimo berrinche, la merienda que tanto me apetece se marcharía de paseo y me quedaría con tres palmos de narices, con la boca hecha agua y el estómago gritando que tiene hambre.

Algo me dice mientras sigo pelando, que mi merienda será otra. No, no hay un solo gusano sino cuatro robustas y hermosas lombrices, que se retuercen de manera tan espléndida, que parece ser se encuentran a sus anchas en su cama y de tal manera, que me ha parecido se reían a carcajadas viendo mi cara de asombro.

Nani. Marzo 2010.

martes, 2 de marzo de 2010

DESPUÉS DE LA LLUVIA




Como hoy por fin ha salido el sol, me he puesto el chándal y me he ido a dar un paseo. Todo estaba húmedo pero a la vez brillante y precioso. En el campo ya aparecen las plantas que dentro de unos meses tendrán incluso fruto. Los brotes apuntan un colorido que se tornará espléndido, los frutales tienen unas yemas próximas a reventar y sin apenas darme cuenta, me he introducido en las ruinas de lo que fue una casona de señores que en su tiempo (a finales de los 40) fueron muy importantes y después, venidos a menos.

Siempre me gustó introducirme en el pequeño bosque que formaba el jardín de la casona, hoy abandonado y devorado por el follaje y todo un mundo vegetal y salvaje.

Debido al mal tiempo que estamos padeciendo, a las intensas lluvias y supongo, al descuido producido por el abandono, la puerta de la entrada principal se abrió sin dificultad y claro, no he podido resistir la tentación de pasearme por los inmensos salones, la impresionante escalinata de caracol y escalones de mármol negro veteado, volver a pasear mi mirada por la inmensa biblioteca que los señores poseían y gozar de lo que fue la esplendida casona. Recuerdo que de niña estuve en esa casa y la recorrí con cierto desasosiego y timidez, agarrada de la mano de mi tío Federico, administrador de los señores. Le pedí, más bien le rogué que me enseñara la casa. Siempre que iba al colegio, debía pasar por delante de la enorme mole y lo conseguí, cuando contaba con ocho años y los señores se fueron a pasar unas vacaciones a las playas del norte.

Hoy, casi vuelvo a experimentar la misma desazón de entonces y el calor que me infundía la mano del tío Federico, pero todo cambió cuando penetré en el recinto.

Los salones estaban muy fríos y apenas quedaban muebles o cuadros. Recuerdo que al final del inmenso pasillo y antes de llegar al jardín trasero, se encontraba la biblioteca y es allí donde me encaminé. Empujé la puerta y no se abría. La manivela se resistía pero al fin conseguí que cediera y entré. La luz que se filtraba por la persiana casi bajada me permitió ver los estantes repletos de libros tal cual los recordaba. Deslicé mis dedos por los más cercanos y noté el espeso y áspero polvo acumulado. La enorme alergia que padezco, me hizo estornudar de una manera tan animal que de haber estado delante mi hermano, me hubiera repetido lo que tantas veces comenta en estos casos: ¡Niña, casi te das la vuelta!!!

Pero volviendo a la biblioteca, al tiempo que permanecí en ella y que no lo sabría precisar, aunque recuerdo que cuando volvía a casa ya era casi de noche y que en el camino dejé de percibir la luz solar.

Como decía, se me ha quedado atascado el olfato del polvo allí acumulado. Los oídos impregnados de todos los sonidos allí efectuados y aún noto el aire cortado y producido por un cuerpo que va y viene del estante a la mesa y de la mesa al estante. No he llegado a verla y soy consciente de que digo “verla” en femenino, porque estoy segura de que era una mujer aunque mis ojos no llegaran a advertirla. Pero el aire percibido, es el que produce una ligera bata de seda. La bata de seda posada sobre el cuerpo de la “Niña Manela”, aquella que según contaba el tío Fernando, fue una princesa en aquella mansión, la alegría de aquella casa y la musa de los lugareños. Aquella “Niña Manela” que un día se fue montada en su descapotable blanco y no se supo nada más de ella y que a partir de aquél fatídico día, dejó de ser la musa, la alegría y la princesa de la casona, incluida la vida en la hermosa casa y su entorno.

He escuchado su voz mientras recitaba, he visto pasar las páginas y he notado su presencia e incluso, he creído notar que me acariciaba el pelo cuando uno de los libros iban como movidos por arte de magia, de la mesa al estante.

Allí estaba sentada, sin apenas moverme, sin apenas respirar, sin poder dar crédito a lo que percibían mis sentidos. No he tenido miedo y estoy segura de no haber soñado. Se que he estado en la casona y he tenido que apartar las ramas para poder entrar, lo prueban mis manos arañadas. He notado y olido el polvo. He tocado y he visto los libros. He escuchado su voz y he notado su caricia.

Y ahora que ya estoy en casa, se que todo ha sido una realidad que debo repetir, porque se que allí voy a descubrir algún misterio negado a los de mi localidad. Estoy segura que no ha sido la casualidad la que me ha llevado hoy a la casona y algo me dice, que tengo que volver a pasar por la biblioteca.

Nani. Marzo 2010.