viernes, 5 de septiembre de 2025

VIEJA LOCA

 



Foto de Asier Susaeta

 

Dicen que tengo síndrome de Diógenes. No sé si será verdad, pero no puedo evitar recoger los gatitos callejeros o los libros tirados delante de los contenedores de basura. Me parece un sacrilegio tirar la cultura, la historia o todo lo que puede hacer pensar al ser humano.

Y sí, hoy me he encontrado al pie del plátano de jardín, unos niños. Me han dicho que son maniquíes y que estaban esperando a que los recogiera el camión del punto limpio, pero yo he visto en esos niños, los que mueren en cualquier guerra injusta de las muchas que hay en este mundo absurdo y egoísta y me los he llevado a casa para vestirlos, darles de comer y dejarlos después de asearlos y ponerles ropita, en una cama de sábanas limpias. Puede que me crean una vieja loca. Puede que tenga algún síndrome de esos modernos. Ahora le ponen nombre a todo, pero no se habla del dolor ni se le pone nombre, a eso que sienten los padres que pierden a sus hijos de manera tan injusta que son las guerras, la muerte o el hambre. Eso nos lo dejan para que lo veamos como si se tratara de un moderno juego, luego nos cuentan lo que algunos quieren que creamos y todos apagamos la televisión y nos vamos a la cama tras la película.

 

Nani, septiembre 2025

lunes, 1 de septiembre de 2025

SOY DEL SUR

 



 Pintura rupestre de Tabla Pochico. Aldeaquemada (Jaén)

Soy del sur pero vivo en Madrid. En el último puente, decidí ir a visitar a mis padres que viven en Aldeaquemada, la ciudad de mi niñez y juventud.

Como salí temprano y faltaban unas horas para el almuerzo que era la hora en que le dije a mamá que llegaría, al pasar por Despeñaperros decidí ir primero por los lugares a dónde me llevaba el abuelo Pedro. Disfrutábamos en la Cascada de la Cimbarra y de manera especial, el arte rupestre de Tabla de Pochico. Hacía mucho tiempo que no había vuelto por aquellos lugares, ya que echaba mucho de menos al abuelo y me dolía no poder acompañarlo, aunque alguna vez tendría que ser la primera.

Llegué a la cascada y allí casi salpicado por la cristalina agua que arrastraba la suave brisa, estuve meditando y recordando como de su mano, disfruté de pequeño cuando casi no le llegaba a la barriga. Más tarde, me embelesaba cuando me contaba sus peripecias en el servicio militar, los escarceos con las primeras chicas y la manera en que se enamoraron él y la abuela. Alargaba el tiempo, temiendo adentrarme en soledad en Tabla de Pochico. Allí me relataba y explicaba las rupestres pinturas y bromeaba cuando me decía que una de ellas se parecía a mi padre cuando tenía 15 años. Pobrecito, qué rabietas cogía cuando le escuchaba y al darme cuenta de que bromeaba, los dos nos reíamos como nunca más he hecho.

En ese momento sentí como si me empujara a adentrarme en el lugar y hasta me pareció escuchar su voz susurrarme al oído. Al instante me arrepentí de no haber acudido con anterioridad. Le sentía cerca y en cada imagen escuchaba aquellas bromas inocentes que nos hacían reír y al mismo tiempo, disfrutar el paisaje y todo lo que aquel paraje nos ofrecía.

Cuando me disponía a volver dónde dejé el coche para llegar hasta casa, noté que de entre las ramas se escuchaba un susurro y me pareció ver una especie de silueta. Después no vi nada más, pero sí sentí como si algo me empujara a adentrarme en una cueva que no recordaba haber visto anteriormente.

Me costó acostumbrarme a la penumbra y al olor que me resultaba extraño. Cuando estaba pensando en darme la vuelta, una mano invisible me sujetó y alguien me habló muy cerca: “No, sigue aquí, hoy tienes que ver que dejó tu abuelo en este lugar preparado para ti”. No pensé en nada más y me adentré. Al fondo había una cámara muy sofisticada con maquinaria extraña. 

Seguía andando hacía adelante, como si un poder superior me empujara a dirigirme no sabía a dónde.

Al término de aquel pasillo me esperaba un chico, por llamarlo de alguna manera. Me hizo pasar a una sala y allí encontré toda una serie de reproducciones de neandertales que según me contó el anfitrión, habían habitado la zona. Cuando le pregunté que tenía que ver el abuelo en todo ello, me comentó que ellos eran los habitantes de un planeta similar a la tierra en la galaxia de Xefocus y que vinieron a investigar la evolución humana, ya que querían introducirse entre nosotros. Volví a preguntar que tenía que ver yo con eso y sobre todo el abuelo. Me contestó que el abuelo estuvo ayudándoles y que me había dejado todo su legado para que lo continuara y para que desechara las dudas, sabía que llegado el momento dudaría, me dejó una carta. Al echarle una mirada por encima, supe que era la letra del abuelo. En ella me decía que eran personas a las que debía ayudar, ya que en su planeta se estaba terminando el agua y quedaban muy pocos seres. Quedé abatido y dije que debía pensarlo. Todo aquello que sobrepasó, aunque sabía que debía volver.

Por el momento, todo quedaría tal cual, pero sabía que volvería pronto. No cabía duda que aquello sería una de mis investigaciones futuras, de que nosotros éramos descendientes de los seres que allí habitaban y habitaron. Las incógnitas las iría despejando poco a poco, estaba seguro.


Me estáis preguntado por dónde comprar mi novela "SOLEDAD Y OLVIDO VAN DE LA MANO". Podéis solicitarla a la editorial:  https://gazpachodeletras.com/producto/soledad-y-olvido-van-de-la-mano/

Ya estamos preparando la segunda edición. Estoy muy agradecida a todos los que tenéis la amabilidad de pedirla y leerla. Muchísimas gracias a todos. 😘😘😘



Nani, Septiembre 2025

 

 

 

 

domingo, 24 de agosto de 2025

ESOS NIÑOS



ESCRIBE TU RELATO DEL MES DE AGOSTO Y PARTICICPA EN NUESTRO CONCURUSO LITERARIO DE LA ONG CINCO PALABRAS.

Las palabras que nos han regalado José María Olayo son las siguientes:

Navegar, generar, enfrentar, prosperar y actuar.


─No necesitamos navegar para ver lo que sucede, apenas nos separa distancia y lo vemos a diario.

─ ¿Pero sabremos generar un ápice de empatía? Lo que observamos y escuchamos asiduamente nos muestra todo lo contrario, la vida que hemos instaurado no es la más apropiada.

Enfrentar destruye sin que lo percibamos y cuando nos damos cuenta, es tarde.

─Si no ayudamos a prosperar, condenamos al otro.

─Debemos actuar con lo que tenemos a nuestro alcance y, sobre todo, convirtiendo la impotencia en compromiso.

─Nunca han sido cebollas que se arrancan cuando crecen, nacieron como todos nosotros.

 

Nani, agosto 2025

LA CASA ENCENDIDA