domingo, 30 de noviembre de 2008

Aquella chica



No fue ni inteligente ni muy observadora. A ella le gustaba la buena mesa y tener un buen cobijo cuando hacía frío. Le importaba poco lo que yo pudiera pensar, lo que yo hiciera o si tenía pensado seguir siempre a su lado.

Me gustaba mucho y llegué a quererla, pero a ella solo le importó mi cartera y lo esplendido que fuera, todo lo demás le trajo siempre al fresco.

Lo que no se esperaba es que dentro del bolso de piel que se compró, cuando fuimos a recogerlo y a pagarlo, el empleado le incluyera un sobre que yo le había entregado en un momento en que ella estaba decidiendo que la próxima compra sería un bolso de piel de cocodrilo.

Cuando llamé al piso que compartía con una amiga, esta me dijo que había recogido todos sus enseres y que había vuelto a la ciudad donde un día me la encontré. Según me contó su amiga, le había dicho que ya había dejado de quererme y que decidía poner tierra de por medio.

Por primera vez, demostró tener algún amor propio y alguna dignidad.


Nani. Noviembre 2008.



sábado, 22 de noviembre de 2008

EL MEMBRILLO DE OTOÑO



Mi deseo siempre fue ir al otro lado y saber que había. Desde muy niño me llamó la atención aquella abertura en la roca, donde los mayores decían que había un ser maligno oculto, a partir de la desaparición del membrillo dorado de otoño que había en la biblioteca del pueblo, símbolo de la sabiduría popular.

Desde la fuga del fruto dorado, nadie se atrevió a entrar en la gruta por miedo a ese ser que yo dudaba que existiera, ya que en realidad nadie lo había visto.

Así que cuando empecé a penetrar en el hueco húmedo y oscuro, un escalofrío me recorrió la espina dorsal y el pelo de la nuca se me erizó. Me detuve un segundo, respiré profundamente, encendí la linterna que llevaba en el bolsillo de la mochila y empecé a adentrarme. Cuando llevaba unos cinco minutos caminando por un pasillo bastante angosto, una ráfaga de aire me volvió a estremecer y dudé por un momento si volverme por donde había entrado, pero pudo más la curiosidad y después de un instante, proseguí el camino que al cabo de unos minutos desembocó en una sala amplia donde encontré una especie de altar de piedra, una lámpara de las que vi en el antiguo caserío de mis abuelos de las que se encendían con un carburo y una cantidad inmensa de libros apilados unos encima de otros, todos colocados por tamaños. Seguí más tranquilo pasando la luz de la linterna por todo el espacio y al cabo deduje, que allí debió pasar gran parte de su vida alguna persona que iba a ilustrarse y seguro que para obtener tranquilidad, hizo correr el bulo que ahora me correspondía a mí mantener, puesto que no dudo un momento leer todos estos libros, averiguar quién había dejado este legado y por supuesto, ver porque desapareció el símbolo del pueblo.

Nani. Noviembre 2008.



lunes, 17 de noviembre de 2008

Jadeos en penumbra


Vuelvo en el día de hoy, a recordar mi post "Pornografía Infantil, NO".






Aquellas manos rudas recorrían mis piernas y mi respiración se agitaba.

Un fuerte tirón a mi falda desgarró el tejido, quedando mis braguitas al descubierto. Después se repitió la misma operación con mi blusa y con el sujetador. El sudor recorría los dos rostros y las emociones junto al jadeo se confundían. Mis manos sujetas por unas ligaduras a las muñecas, no conseguían realizar los movimientos que el cerebro les mandaba. Los tobillos también ligados a dos barras de hierro, no lograban moverse. La respiración casi se me hacía insoportable y por un momento creí perder el sentido. El pavor me invadió, cuando el rostro sudoroso del hombre se mezcló con mi angustia helada.


Nani. Noviembre 2008.