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domingo, 5 de enero de 2025

CARTA A GASPAR QUE ES MI REY MAGO

 


Imagen subida de la red


En la carta a mi Rey Mago, he pedido un curso de cocina especial que me han recomendado y empezaré, con las recetas más sencillas que en la promoción me han regalado.

Me apetece cocinar un estofado de miradas, aderezado con granos de Granada roja rebozados de dulzura.

Para acompañar, haría ensalada de empatía y para ello, dejaré en maceración una mezcla de humanidad, que acompañaría con miel de dulces palabras, descartando las agresivas y fuertes, porque no aportan buen sabor a lo que, por norma el hombre necesita para crecer como tal.

Un nutricionista me aconsejó para los niños, que comience con batidos que puedan hacer activar sus sentimientos más nobles y su imaginación. Me comenta que en los tiempos que vivimos hay que intentar que no se conecten a la agresividad y la soez (excesivas redes en edades demasiado tempranas). Los cerebros de los más pequeños necesitan (me enumeró algunos consejos entre otros), una crema que quede tan brillante y apetitosa como el chocolate que usamos para ocasiones especiales, pero al mismo tiempo y en mayor cantidad (lo que se traduciría a diario), brotes de sinceridad y acompañamiento, (últimamente escasean en los hogares, me dijo). Muchas semillas de naturalidad que también debemos incorporar en el vaso de leche del desayuno o procesadas en mantequilla y untadas en la tostada para la merienda, ya que es imprescindible recobrar fuerzas para seguir con energía. Y entre otras muchas recomendaciones, me aconsejaba con especial atención, que los postres no los descuidemos puesto que son los que nos dejan el sabor dulce de la jornada, debiendo descartar el agridulce que, si es el que llevamos a la cama, no tendrán, ni obtendremos un descanso reparador e iremos acumulando malas digestiones y por supuesto, no las mejores energías que a la larga, pueden deteriorar la salud, la mirada y la sonrisa, tan necesarias para un camino lleno de amor y tan recomendable, sobre todo para los más pequeños de la casa.

Así que expectante estoy, para ver si recibo el curso que he pedido. En mi carta les he dicho que he hecho mis tareas y que no me he portado muy mal del todo. Que como humana, a veces se me va un poco la pinza, pero no son cosas mayores. Bueno, como los Reyes Magos lo saben todo, para qué me voy a engañar o mentir, sería absurdo por mi parte.

 

#cuentosdenavidad 2024

 

Espero que todos tengáis una noche muy especial de Reyes Magos, sé que en el fondo todos somos un cachico pan.

 

Nani, Enero 2025

domingo, 22 de diciembre de 2024

PÉRDIDAS

 


Imagen subida de la red


 

Se está haciendo mayor papá y se le nota por días. Ya está perdiendo facultades. Le hemos quitado de su alcance la caja de herramientas y muchos otros objetos que pueden ocasionarle un accidente. Hace unos días quiso colgar un cuadro que hay en el trastero y que nunca tuvo interés en colocar. Al intentar hacer el agujero para la alcayata, que por cierto lo hizo demasiado bajo porque ya su estatura ha menguado, ha ocasionado una grieta en el tabique que ha costado restaurar, pero lo que es peor, es que quiere seguir haciendo algunas cosas que hacía antes cuando tenía lucidez, pero las facultades no le acompañan.

Esta madrugada me han despertado unos ruidos extraños, me he levantado de la cama imaginando que hubiera sucedido algo raro y me lo he encontrado todo sofocado e incluso diciendo palabras mal sonantes, cosa que nunca le había escuchado. Cuando le pregunté qué hacía, me ha contestado que buscaba el Espíritu de la Navidad. Me ha dejado un poco desconcertada, aunque viendo su proceso, de momento he pensado que de nuevo tenía un ataque de pánico o de olvido. Dice que se ha despertado pensando que no recordaba donde lo colocó el año pasado y que incluso, se ha llevado a sus hijos pequeños y que debe haberlos escondido, por lo tanto, debe recuperarlos y también su alegría en la vida y en las fiestas navideñas, que todo lo que quería se lo ha quitado. Insistiendo en que estaba siempre de otra manera y que ese puñetero e infame espíritu, le ha robado muchas cosas.

He intentado tomarlo con calma y le he respondido que su hija pequeña soy yo, pero al escucharme se ha puesto como un basilisco. Me ha respondido que su hija lleva trenzas y no el pelo de señora cuarentona y que además soy la hija de la Petra, la maestra del pueblo, la que lo castigaba cuando no hacía los deberes. Que estoy en su casa para acusarlo de cosas malas y que sus padres no le dejarán ir a ver las películas de Cantinflas, si creen a la maestra.

Pobre papá, busca el Espíritu de la Navidad y dice que soy la hija de la maestra. En eso tiene razón, pero no coordina. Ya no recuerda que Petra y mi madre fueron la misma persona y también, maestra del pueblo y su esposa, todo lo mezcla y ya no sabe a veces ni quien es.

No sé cómo voy a hacer para hacerle razonar y decirle que el Espíritu de la Navidad está dentro de nosotros, que todo depende como nosotros vivamos este tiempo y que no se trata de despilfarrar, sino de sentir una fe o maneras de vivir. ¿Cómo le explico que fue él junto a mamá, quienes nos enseñaron lo que eran unas fiestas en familia, prepararnos para pasar la Navidad reunidos disfrutando de unas tradiciones y creencias que todos sentíamos?

Al final y tras mi explicación, me ha mirado con duda, se ha puesto a llorar como un niño pequeño y me ha dicho que no quiere que le roben sus cosas. Que no quiere que el espíritu malo de la vida, lo deje sin lo que tanto quiere, que ya no sabe bien quién es, que no sabe nada, y...

Por fin, lo he llevado hasta donde tenemos colocado el nacimiento que precisamente lo montaba siempre con nuestra ayuda y le he pedido que ordene las figuritas, que seguro ahí encuentra lo que busca. Al cabo del rato lo he escuchado cantar el villancico “Los peces en el rio” y “Ande, ande, ande la Marimorena…” y se ha tranquilizado. Más tarde, cuando le he llevado un vaso de leche calentita, me ha dicho que ya ha encontrado lo que buscaba, que estaba debajo de la piedra de lavar que tiene la lavandera y en la cueva de piedra, donde se encuentra una mula y un buey, un hombre y una mujer con un bebé, recordando es el que todos los años nace para memorar el significado de la Navidad.

La verdad es que después de escucharlo, he sido yo la que casi he llorado. He recordado lo que siempre celebrábamos en casa y lo bien que todos lo pasábamos. Ha sido un momento en el que he sentido nostalgia, pero ha pasado a la alegría de saberme afortunada por haber tenido una vida llena de amor.

#cuentosdenavidad 2024

 

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS VOSOTROS Y QUE 2025 OS LLENE DE PAZ E ILUSIÓN.



Nani, diciembre 2024

domingo, 23 de julio de 2023

CAMPIN

 


Foto subida de la red

Tenía siete años cuando fuimos al campin de Las Muñecas. Le llamaban así, porque una de las actividades que se hicieron en sus comienzos allá por los años 60, era hacer una pasarela de niñas muy monas, acompañadas de sus hermanos y primos, todos muy bien arregladitos tal que si fueran muñecas y muñecos.

Cuando estuve como he dicho con esos siete añitos y con mi familia, conocimos a una familia que acampó a nuestro lado. Fuimos inseparables en los 10 días que allí convivimos.

Ellos eran cinco. Los padres, dos chicas y un chico por cierto, un añito mayor que yo.

Nosotros éramos tres, mis padres y yo, aunque para finales de año, mi familia aumentaría, ya que mami estaba embarazada. Ella decía que “embarazadísima”.

Por entonces acudimos a pasar aquellos días, con una tienda de campaña y lo imprescindible, que papá colocó en su antiguo Seat 127 y todo lo necesario para sobrevivir. Recuerdo que la olla exprés la llevaba a mis pies, así como un hornillo campin gas dentro de su caja, que cuando por la noche ya no se utilizaba para cocinar, sino que cenábamos bocadillos de mortadela o de salchichón de la matanza de la abuela, se usaba como iluminación, cambiando la parte que servía para cocinar por el de iluminar, ya que ambos se acoplaban a una pequeña bombona de gas. El colchón era una plancha de espuma, que enrollada papá llevó bien sujeta en la baca de aquel querido 127.

Todo iba bien empaquetado y no quedaba un solo resquicio en el coche que no estuviera ocupado.

Comprábamos trozos de hielo para refrescar la bebida y el agua, en las neveras portátil y algún día, caía un corte de helado que nos sabía a gloria.

Después todo cambió. Ya no se podía viajar de aquella guisa, además de ser una temeridad, impensable habiendo aumentado la familia. No fue un hermanito lo que llegó, sino además una hermanita que no detectaron los médicos. Andábamos todavía en los años 70 y no había ultrasonidos ni nada parecido, en el consultorio del pueblo.

Hoy sería impensable viajar de esa manera. A mi hija no se me hubiera ocurriría meterla entre tanta caja como fui yo en aquella ocasión.

Así que, a partir de aquellas fechas, el verano lo pasábamos metidos en el barreño de agua soleada en el patio y durmiendo en colchones tirados por el suelo y que compartíamos con los primos en la casa de la aldea, dónde vivían los abuelos. Jugábamos en la plazoleta del ayuntamiento que compartían todos los niños de allí con los que llegábamos. Merendábamos pan con aceite y azúcar y no recuerdo veranos más bonitos y más refrescantes. Cuando volvíamos, mamá nos lavaba con agua que había puesto al sol, para después de la cena ir a contar historias a casa de los abuelos de los amigos y volver a veces cogidos de la mano y muertos de miedo, pero felices como nunca he visto a mis hijos o los hijos de mis amigos hoy en día.

Nuestras manos servían para coger la pelota, agarrarnos cuando jugábamos a la pilla pilla o como ya he dicho, cuando volvíamos a casa muertos de miedo y cogidos de la mano. Hoy todos piden una pantalla y me da pena, porque creo que la niñez y la juventud, se les escurre entre los dedos, como el humo de una chimenea y esas manos están perdiendo el contacto de la piel, por otro más frío a pesar del calor del verano. Claro que aquellas fueron mis experiencias, cuando pase un tiempo tendrán que hablar los chicos de ahora.

Y bueno, no he dicho que seguimos teniendo contacto con aquella familia que conocimos en el campin. Aquel chico, es hoy el padre de mis hijos y mi compañero de vida.

#historiasdeverano


Nani, julio 2023

miércoles, 15 de febrero de 2023

MADRE

 


Ilustración subida de la red

Siempre hay alguna cosa que hacer a no ser que mires para otro lado.

Ahora entiendo a mamá cuando estaba triste porque decía que no podía con todo y le apetecía asomar la nariz al sol.

Yo estoy sola y no tengo que recoger ropa, no tengo que cocinar para varios, ni tengo que planchar camisas de hombres. 

Estar en casa, supone sacrificar un aperitivo con los compañeros, dedicar el tiempo personal a otros, siendo siempre ella la última para arreglarse, sentarse a la mesa o tener tiempo de "tener tiempo" para ver una película desde el principio, tomar un vermut con serenidad o cuando todos se sientan a disfrutarlo, hacer lo mismo. O simplemente, poner los pies en alto y descansar sin sobresaltos…

Así enumeraría un largo etcétera.

Sí, ahora entiendo a mamá cuando decía que necesitaba asomar la nariz al sol, pasear a la luz de la luna o irse a la quinta puñeta (así lo solía decir), sola y con tranquilidad para reflexionar.

¡Ahora te entiendo mamá!

 

#Historiasdemujeres.

Nani. Febrero 2023

sábado, 7 de enero de 2023

CARTA A LOS REYES MAGOS

 


Imagen Blog del Maestro

Queridos Reyes Magos.

Os escribo el mismo día 6 de enero. Ya habéis pasado por las casas y todos estamos tan contentos con nuestros regalos, pero yo conforme ha pasado el día, me siento impotente y mal por algo que me ha pasado, por ello os escribo, os lo cuento y os pido que para el año que viene, si sois mágicos de verdad, tengáis a bien poner medios en estas cosas que nos están pasando.

Resulta que he ido a sacar dinero al cajero y había una pobre señora a la que se le había tragado la cartilla de ahorros y no se la devolvía.

Era una mujer (joven, pero muy humilde vestida y poco cuidada, aunque limpia), pero no preparada para enfrentarse a un ordenador que “administra” nuestro dinero, pero que a la hora de necesitarlo, nos deja tirados.

Lloraba por temor que le pasara algo a su dinero, pero creo que más, por la reacción que pudiera tener su marido cuando llegara a casa.

Hemos intentado llamar al número de teléfono que indicaba las pantallas para ver si se podía hacer algo, pero como siempre y después de intentarlo varias veces, ha respondido una voz no humana, diciendo que no entendía nuestra sugerencia, así que no hemos solucionado nada, lo hemos tenido que dejar por imposible.

La mujer estaba sin dinero, ni saldo en su teléfono y lloraba asustada.

Para tranquilizarla de alguna manera, le hemos dicho de ir a comunicarlo a la policía, para ver si podían hacer algo o al menos, se sintiera más segura. Allí le han dicho lo mismo que delante del cajero le hemos repetido todos. Que por ser festivo y haber un fin de semana por medio, hasta el lunes no podrá reclamar en la entidad su cartilla.

No sé si del todo se ha quedado más tranquila (creo que no) y todos hemos seguido nuestro camino. Me temo que la señora, ha vuelto al cajero y hasta puede que se haya pasado el día allí, por si el cajero le devolvía su cartilla y lo que es peor. Me temo que en casa no haya sido muy agradable contarlo y, sobre todo, la reacción del marido. Quiero pensar que no la haya maltratado una vez más, porque se notaba que eso era habitual.

Queridos Reyes Magos, este ha sido el resumen de lo acontecido hoy, día de magia e ilusión “para algunos”. Por eso os pido que tengáis en cuenta a esos marginados que   vemos a nuestro alrededor y que a veces para poder continuar con nuestra propia vida, obviamos y miramos para otro lado. Las entidades y bancos están haciendo estragos con todos nosotros y, sobre todo, con los rechazados, que por desgracia han tenido la mala fortuna de nacer en otros lugares más pobres, marginados del mundo o en familias que están olvidadas por la sociedad.

Siento deciros que hoy me siento triste y que la ilusión con la que desperté, se me ha ido al puñetero carajo y de nuevo os pido, que vosotros que podéis, hagáis algo por lo que nos está haciendo la vida imposible a los que ya vivimos calientes y con comida, imaginad a los que no tienen donde estar y como esta mujer me decía: “Están más solos que la una y no tienen donde caerse muertos”.

En fin, que os dejo mi carta y espero que sepáis que hacer con ella. Me siento tan impotente, que es lo único que he sabido hacer por si sirve de algo.

Espero que tengáis un año 2023 bonito y descanséis de estos días. Yo me quedo en casa pensando que igual podía haber hecho más cosas por ella, pero no sabía tampoco cómo ayudarla. Al fin y al cabo, todo lo que hacemos es poner parches a una rueda que hay que cambiarla por otra nueva.

De todas maneras, os doy las gracias por hacer felices a los niños a los que llegáis.

Besos y cuidaos.

Soy ya sabéis, la que se come el coco siempre.

 

#CuentosdeNavidad 2022


Nani. Enero 2023

martes, 13 de diciembre de 2022

COLISIÓN EN CADENA

 


Decidió aquella Navidad, ir a dar un abrazo a aquel trabajador que un día despidió, porque creía que le hacía sombra.

El trabajador, había tenido que empezar de cero, después de vivir en la calle.

También pensó que debía ir a ver a sus padres ya octogenarios, a decirles que fue él, el que se llevó lo que aquel día desapareció.

Y a su exesposa, le diría que siempre tuvo razón.

Comentando a su amigo, que ya solo le quedaba la vergüenza o tirarse al rio.

Decidieron pasear los dos juntos en el parque, para intentar hacerle comprender que el rio no era la solución y estando allí, se les acercó el viejo contable. Les comentó que todo lo sabía y que prefirió prejubilarse, ya que nunca le hubiera dicho nada a su padre, lo respetaba demasiado y no hubiera consentido firmar lo que su dignidad no le permitía.

Y siguieron paseando aquel día de Navidad…


#CuentosdeNavidad 2022

  

Nani. Diciembre 2022

miércoles, 9 de marzo de 2022

SOY MUJER Y UCRANIANA

 


 Foto, Mujer Ucraniana cogida de la red

Vine al mundo en una época en la que mis padres se recuperaban a duras penas de la segunda guerra mundial. Mis abuelos eran de la ciudad de Járkov y después de todos los destrozos que hubo, mis padres junto a mis abuelos se trasladaron a Konotop, una ciudad perteneciente a Sumy, ya que descendíamos de campesinos y en dicha ciudad se estaba restaurando lo que había sido su medio de subsistencia desde siempre.

Crecí entre siembras y recolecciones, cereales y verduras.  Ayudaba siempre que se me requería. Fui a la escuela y cuando terminé la primaria, ya definitivamente me dediqué a la labranza que era lo que mejor conocía y lo que hacíamos los componentes de toda la familia.

La época que recuerdo con más cariño, era cuando hacíamos las conservas y mermeladas o cuando pintábamos los huevos de Pascua. Disfrutábamos de manera particular, porque mientras trabajábamos tanto los abuelos como mis padres, nos narraban todas las desventuras que habían vivido las distintas generaciones y como tuvieron que ir de un lado a otro, debido a la Revolución Rusa, las Guerras Mundiales y cómo se las ingeniaban para seguir adelante. Dentro de todas las penurias y carencias, también nos contaban las aventuras de niños, jóvenes, fiestas populares y bailes en las cercanías, donde comenzaban sus noviazgos y amistades que duraban por siempre.

Crecí en un ambiente sencillo, pero donde no faltaba cariño y respeto. En 1976 junto a un buen chico de la ciudad, formé mi propia familia. Cuando tuvimos a nuestros propios hijos, uno de ocho años y la pequeña de cinco, ocurrió el accidente de Chernóbil, y al residir tan cerca, decidimos salir de nuestra ciudad. Dejamos nuestra casa, todos nuestros recuerdos y los que nuestros padres habían construido. Volvimos a Járkov, la ciudad de nuestros padres en donde teníamos familiares que nos ayudaron a comenzar de nuevo.

Ahora, en marzo de 2022 y con casi 70 años, ya por supuesto sin mis padres y viuda (mi chico se fue hace cinco años después de sufrir un cáncer debido a que trabajó en Chernóbil), debo acompañar a mi hija, nuera y nietos fuera de Ucrania. Ya no es a otra ciudad de mi querida patria. Ahora y debido al asedio con el que nos está masacrando el líder de nuestra hermana Rusia, tenemos que salir de aquí si queremos seguir con vida, para encontrar asilo en otra nación. Por ellos hago lo que sea necesario, pero me están faltando las fuerzas, no puedo con tanta pena y tanta desolación. Tengo ganas de descansar, no puedo con tanto como han visto mis ojos y tanta incomprensión acumulada en mi alma. ¡Me pesa mucho la mochila, como dicen los más jóvenes!  Tienen que quedarse los hombres y vamos combatiendo la pena como Dios y San Andrés nos da a entender, para no asustar más de lo que están los pequeños. Hemos cogido lo que cabe en una maleta, lo preciso para un viaje que será duro, a veces caminando y con el deseo de poder llegar a la frontera de Polonia, Hungría o Rumanía (todavía no lo sabemos seguro), para después ir a Francia, donde residen familiares del padre de mis nietos, que nos acogerán en un principio.

Hoy día 8 de marzo de 2022 (deberíamos estar celebrando todas las mujeres de la familia, pero creo que ni se han acordado o se lo han callado como yo) y mientras esperamos coger un tren que nos traslade fuera de Ucrania, cojo de nuevo la libreta donde anotaba mis recetas para dejárselas a mi querida Inna (la mayor de mis nietas), para seguir contándole esta historia que es mi vida y, sobre todo, le voy a pedir que tanto a sus hermanos y primos, como a todo el que pueda, le pida que no olviden las crueldades que las naciones hacen en estas horribles guerras. Que no olviden, sino que se amen y respeten, para que no vuelvan a repetirse los enfrentamientos y por lo tanto, las guerras que no sirven sino para crear resentimientos, mucho dolor y separación de familias. Pero lo que es peor, la muerte de inocentes que solo son utilizados y doblegados por los gobernantes ególatras o dictadores, sean de las creencias que sean. .

No sé dónde mi cabeza se posará a partir de ahora. No sé dónde seré enterrada (mi deseo hubiera sido cerca de mi chico grandullón, ese que me hizo reír muchas veces y apreciar lo que es la vida compartida), pero ya tampoco me preocupa, aunque me acompaña. Llevo cubierta la cabeza con la última Justka que me trajo de Polesia. Ahora solo quiero acompañar a mis hijos y nietos. Luego será lo que el futuro nos tenga destinado.


#VocesdeUcrania

 

Nani. Marzo 2022

lunes, 27 de diciembre de 2021

AL SALIR DEL COLE

 


Imagen recogida de la red

 

Mamá, este año he pensado que no le voy a pedir a los Reyes Magos juguetes, ni chuches.

─ ¿Y eso Manu, a qué se debe?

─Mami, ellos son mágicos y no quiero que dediquen nada para mí, sino a los médicos que están cuidando a Migue. Es mi mejor amigo y no vuelve al cole. El maestro dice que tenemos que juntar nuestras fuerzas para que le lleguen a él y los tratamientos le curen. Sobre todo, no le falten los ánimos y la alegría que dice son muy importantes.

─Eso está muy bien, Manu. Pero los tratamientos de la enfermedad que padece Migue además de costosos, depende mucho de los adelantos de los científicos que estudian las enfermedades. No sé si lo que pudieran dedicar los Reyes para ti, sea suficiente. Lo principal, es que haya investigadores y que se les ayude para que tengan posibilidades de estudiar y poder obtener algún otro tratamiento nuevo, que sea más poderoso que el que se le ha aplicado hasta ahora. Porque los actuales, no son suficientes en ocasiones. Los tratamientos matan los bichos malos pero a la vez, también a los buenos y por eso se le cae el pelo y está con tan poquita fuerza, como la última vez que lo fuimos a ver.

─Ya lo sé mami, nos lo contó el maestro. También nos dijo que todo lo que le ponen y hacen, resulta muy caro y que también había que investigar mucho, que en general todo resulta muy laborioso y costoso. Luego cuando salimos al patio, no teníamos ganas de jugar y estuvimos hablando casi todos los chicos de la clase. Por eso hemos decidido no pedir nada a los Reyes y que ellos lleven un tratamiento más bueno a Migue, además de una carta escrita por todos. Después, se lo contamos al maestro y nos dijo que mañana escribimos la carta antes de salir de clase y que él mismo la llevaría en la Cabalgata a los Reyes Magos. Qué si estamos decididos, cuando vayáis los papás a recoger las notas del trimestre hablará con vosotros,  para contaros nuestra opción y también para pediros permiso e ir a visitar a Migue cuando los médicos le dejen bajar al patio y estar un rato con nosotros.

─Eso está muy bien Manu. Sois unos niños muy generosos. Ojalá Migue se ponga mejor cuando sepa lo mucho que lo queréis; le dará mucha fuerza. Los médicos cuando sepan que renunciáis a vuestros regalos a cambio de ayuda para vuestro amigo, seguro adelantan la operación que le tienen que hacer y estoy segura que llamarán al mejor médico para que le cuide.

─ ¡Pero mami no llores, si lo hacemos para que todos nos alegremos, no para llorar; porque cuando Migue se cure todos estaremos mucho más felices, los regalos son cosas y Migue es nuestro amigo!

 

#cuentosdeNavidad

Nani. Diciembre 2021

miércoles, 15 de diciembre de 2021

ABUELO

 


Foto by Santiago Matamoros

Cuando vuelvo del trabajo en el turno de noche, suelo coger el autobús cinco que me deja a quince metros de casa. En el suele viajar un señor mayor que vive a unos metros de mi domicilio. Siempre me acompaña hasta verme dentro de mi portal y subiendo las escaleras, porque dice que no se queda tranquilo hasta no ver como se ilumina mi salita. Para que se quede tranquilo, suelo asomarme a la ventana y le doy las gracias de nuevo y las buenas noches, tirándole besos con la mano. Él retrocede el camino andado, ya que si no quisiera acompañarme, se quedaría exactamente a unos pasos de su casa. Se lo agradezco infinito, en el fondo no sé si será verdad que vuelve de casa de sus parientes, donde dice suele cenar. A veces me da la impresión, que me espera en el trabajo y luego hace el paripé, para qué crea es casual nuestro encuentro. Lo cierto es que ya le aprecio de manera especial y si algún día no le encuentro, me preocupa como pasó en la primera ola de la pandemia que según después me contó, tuvo un resfriado gordo donde debieron tenerlo en observación por si acaso hubiera cogido el virus, e incluso le dejaron en cuarentena.

Solemos ir muy poquitos en el autobús y desde casi el primer día, conectamos. Él iba leyendo “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena y como se dio cuenta que le miraba con cierta fijación, me preguntó si había leído dicha novela. Le contesté que no, que había escuchado hablar de ella, pero que nunca me llamó la atención. Me dio alguna pincela y me dijo que como la estaba terminando, que si quería me la dejaba, ya que parecía que íbamos a coincidir en nuestros viajes nocturnos. También me comentó que era muy interesante y muy adecuada coincidiendo con los trastornos sicológicos que la pandemia está dejando en las personas. Que era necesario hablar de los problemas de la mente y sobre todo, hacerlos visibles. Le comenté que en unos días cambiaba de turno, pero no le importó y como ya sin darme cuenta le había contado cuales eran mis horarios, me dijo que así tendría tiempo de leerlo y devolverlo en el nuevo turno de noche. Esa fue la manera de conocernos, luego fueron muchos los comentarios de textos, los intercambios de libros (más de él a mí) e incluso, algún café y desayuno compartido. Sin darnos cuenta, surgió una bonita y respetuosa amistad.

Me recordaba a mi abuelo fallecido cuando era adolescente  y no me costó conectar con él. Él me contó que había tenido una hija que murió con mi edad y que se la recordaba. Más tarde supe entre lágrimas compartidas, que esa hija fue violentada en una parada de autobús y que a consecuencia de ello, murió. Su esposa, no lo superó y hoy está en una residencia donde juega a muñecas y él, se juró no dejar a ninguna chica sola mientras viviera.

Cuando supe todo ello, le pedí que me dejara llamarle abuelo. Me contestó que le estaba devolviendo la vida y la ilusión. Ahora sé, que con mi horario nocturno he ganado un abuelo y hemos decidido no pasar ni una Navidad más, cada uno en su casa.

 #cuentosdeNavidad

Nani. Diciembre 2021

miércoles, 21 de julio de 2021

LA CHICA DE LOS INVIERNOS

 

Soy de esas generaciones que las vacaciones las pasábamos con los abuelos, ya que los padres que podían, aprovechaban para irse a Mallorca “a los hoteles”. ¡Esa era la definición y por consiguiente, los hijos nos quedábamos a cargo de los abuelos en el pueblo!

Cuando fuimos más pequeños los echábamos mucho de menos, aunque los abuelos hacían lo imposible para que la nostalgia pasara rápido. Recuerdo cuando recurrían a los álbumes de fotos y sobre todo, a las historias que se inventaban, diciendo que eran cosas que habían ocurrido en el pueblo de al lado, en el propio o en  Kuala Lumpur. De esa manera todo se iba pasando y al final, quedábamos encantados.

Papá y mamá cuando podían, nos llamaban al teléfono blanco que los abuelos tenían sobre la mesita de la salita y nos contaban, pero más lo hacíamos nosotros, porque las aventuras que teníamos día a día, eran tan sorprendentes que nuestra ilusión era hablar hasta que nos decían que debían volver al trabajo. Después, la abuela solía ponerles al día y terminaban con lágrimas en los ojos. Más tarde supe que mamá le decía que le agradecía que fuera tan bonita con nosotros y que deseaba pasara volando la temporada.

Creo o casi estoy segura, que fueron los días más bonitos que he vivido, junto con las navidades y el día de reyes magos. Siempre conseguían nuestros padres estar libres y podernos llevar a pasar todos juntos, esas fiestas que nunca olvidaré.

Aunque las vacaciones verdaderamente inolvidables, son las que pasamos cuando ya cumplía los trece, mi hermano Pedro dos más y por debajo de mí, estaba Koke. El pequeño escuché una vez a papá decir a mamá, había sido el descuido que tuvieron más bonito de la vida compartida. Parecía ser que no esperaban ser más veces papás, pero que fue algo que los renovó en todo y por todo. ¡Koke es muy lindo y eso los de casa lo sabemos mejor que nadie! Tendremos que estar pendiente de él (en cierto modo). Aunque sabe ser independiente y sobre todo, hacer feliz a todos los que le rodeamos.

Pero volviendo a esas vacaciones de mis trece inviernos como decía el abuelo, porque según contaba, no cumplía como todas las chicas primaveras, sino inviernos ya que llegué con la primera nevada de aquel año.

Pues como decía, el año de mis trece y cuando nuestros padres se fueron a la temporada de los hoteles, volvimos a reencontrarnos con las pandillas de años anteriores. ¡Todos parecíamos otros! Los chicos eran ya jóvenes adolescentes y las chicas estábamos muy distintas. Según los mayores que íbamos saludando, apuntábamos a ser mujeres bonitas y alegres y los chicos, unos hombrecitos.

Cuando nos saludamos, casi todos nos quedamos un poco descolocados. Al decir Pepe que si nos íbamos a buscar ranas y saltamontes, sobre todo las chicas dijimos que no nos apetecía, que preferíamos ir a la charca (así llamaban en el pueblo, una piscina natural que el río dejaba en un surco) y que aquel año fue inolvidable. Entre baño y baño, nos pasábamos las tardes recordando el curso, los profesores, los libros que habíamos leído y algunos, comentaban lo que querían estudiar al terminar en el instituto. Otros preferían seguir en el negocio de la familia y así pasábamos grandes ratos.

Al contrario de años anteriores, donde todos íbamos en grupo haciendo el gamberro y alborotando por las esquinas y empinadas calles del pueblo, ese año como por arte de magia nos estuvimos emparejando y nuestras charlas primeras, se convirtieron en escapadas de parejas, aunque siempre íbamos y volvíamos en pandilla. Pero sin saber cómo, uno enseñaba a otra un árbol que parece no habíamos percibido anteriormente. Alguna florecilla o algo que apreciábamos y que nos había pasado desapercibido anteriormente. También comíamos pipas de girasol con chocolate, chufas y algunas chucherías que habían dejado de ser las piruletas o el regalí que comprábamos en la farmacia de don José.

Yo solía hacer pareja con Rami (Ramiro) y siempre nos escapábamos a ver un árbol que las ramas y el tronco se había deformado de tal manera, que parecían que unas y otro, se abrazaban entre sí. Uno de aquellos días, estábamos allí mirando como la luz del sol se colaba por las copas de unos álamos, cuando Rami se acercó a mí y posó sus labios sobre los míos, diciendo luego que sabía a castañas pilongas y chocolate. Aquello me dejó un poco desconcertada, pero me gustó y aquel año alguna escapada se repitió con sabores distintos y olores a juventud. ¡Todo muy inocente y sutil!

Después cuando nos fuimos haciendo mayores, muchos chicos y chicas no volvieron por el pueblo o los de allí, se iban a la playa o a algún campin, por lo que nuestra pandilla fue cambiando. Todos comenzamos nuestros estudios y a ubicarnos en distintos lugares, e incluso ir menos por el pueblo, ya que nuestros padres no hacían tantas temporadas fuera. Los abuelos ya iban necesitando ayuda en lugar de proporcionarla y Koke, de todo nuestro mimo, así que a Rami no lo vi en años sucesivos, pero los sabores y los olores se me quedaron impregnados para siempre, en el recuerdo, la pituitaria y las papilas gustativas.

Aquel año fue el comienzo de unas emociones que se quedaron para siempre, donde aprendí a elegir y seguir mi camino en muchos aspectos. Aquel año empecé a ser la chica que cumplía inviernos y ya son algunos.

 

#elveranodemivida

 

Nani. Julio 2021

lunes, 8 de marzo de 2021

SOY Mª GLORIA ZALDÍVAR, CONTEMPORÁNEA DE OTRAS MARÍAS

 


Si estás leyendo este escrito, es porque se ha cumplido el acuerdo que hice con el mismísimo diablo. Le vendí mi alma a cambio de que me sacara del olvido y en algún momento, hiciera visible mi vida y mi trabajo, aunque fuera  después de muerta, que sería lo más probable. ¡Al fin vamos a ser visibles, porque lo que no se ve o no se conoce, no existe!

Siempre me gustó escribir e incluso intercambié cartas con María de la O. Al vivir en las condiciones que tuve o tuvimos las mujeres de nuestra época, mi manera de prodigarme fue bastante penosa. A ella en particular, le debo que me publicaran bajo el seudónimo de Gerardo Colmenero, en la revista Blanco y Negro, (1920 a 1922 y algunas otras fechas). Después que estallara la guerra civil, a ella le fue imposible ayudarme y a mí encontrarla. Además de que ella no era la conocida sino su esposo, aunque fuera María la autora de toda la obra que él firmaba. Una mujer no podía prodigarse en la cultura de aquellos tiempos. Recuerdo cuando en casa descubrieron un manuscrito en el cajón de mi cómoda, preparado para enviarlo a la editorial; me fue requisado y más tarde, supe que sirvió para alimentar la chimenea del estudio de nuestro padre.

Cuando reclamé aquel tomo de folios escritos todos a mano, con una esmerada letra que bien sabe Dios el trabajo que me costó, ya que todo lo hacía a escondidas y sobre todo, cuando los hombres estaban fuera de la casa. Pues como decía, cuando los reclamé, se me informó que yo no debía escribir ya que mi vida tenía un solo objetivo y, que estaba por supuesto decidido. Sería la esposa del coronel de la marina “Sánchez Ortiz”.

─ ¡Un orgullo!, ─dijo padre. Qué era una honra para mí, ocupar el lugar de su fallecida esposa hacía unos meses. Qué necesitaba una mujer que se ocupara  de sus seis hijos, de su casa y por supuesto, de él cuando se encontrase en tierra.

Era un viejo señor, que a mi lado podía pasar muy bien por mi padre y su hijo mayor, podía haber sido mi hermano; aunque a un hermano no hay que distanciarlo con cerraduras de por medio. Me quedé aterrorizada cuando se me comunicó toda esta parafernalia, aunque ya estábamos habituadas las mujeres a estos pasajes y, no nos quedaba otra que aceptar o tirarnos al río.

Lo siguiente que hice cuando fui consciente del futuro que me esperaba, fue recoger otros manuscritos que tenía entre mis dos colchones de lana y llevarlos al desván, ocultarlos en el baúl que contenía la ropa y enseres de mi bisabuela, ya que sabía que allí no llegaban manos algunas por respeto al tiempo que llevaba muerta y porque a mi familia, les daba pánico tocar lo que había pertenecido a los que ya habitaban el mundo de los muertos. ¡Esas supersticiones a veces nos salvan!  Sé que gracias a ello, hoy me vais a conocer y todo el legado que allí dejé. Estoy segura os va a encandilar el día que llegue a vuestras manos y no es que sea una presuntuosa o creída. Ya a estas alturas de mi «no vida», eso es lo que menos me preocupa y sí, que sepáis de las calamidades que algunas mujeres hemos pasado porque tuvimos inquietudes, necesidad de sacar las letras que se nos incrustaban en nuestro sentir, en nuestras venas y en todo nuestro espíritu. Por eso decían que algunas nos volvíamos locas, que éramos brujas o que nos poseía el diablo y nada más lejos de esas creencias. Éramos tan solo mujeres que necesitábamos decir. Qué deseábamos hacernos ver sin ninguna pretensión (a veces habíamos hasta inventado algo que podía ayudar al género humano), por ello era una necesidad como la de beber agua o ser simplemente persona y nada más. Ahora sé que ha llegado el momento de que se nos reconozcan a todas las olvidadas, ocultadas y sobre todo, calladas a la fuerza.

Ahora sé, que gracias al interés de personas que saben que ante todo «somos», vamos a invadir las bibliotecas, las estanterías de vuestras viviendas y esas redes que no llegué a conocer, pero que tengo entendido son un medio valioso para que los escritos, los estudios y todo lo que se investiga, pueda quedar al servicio de quien lo necesite.

 

#HistoriasdePioneras

 

Nani. Marzo 2021

jueves, 21 de enero de 2021

TENÍA MAGIA


 

Me contó que aquel profesor le abrió los ojos al mundo. Había trabajado sin parar desde casi niña y no tenía tiempo de nada, no sabía apenas escribir y le mostró un mundo que casi la vuelve loca. Le habló de poetas, de historia, de las mujeres ocultadas por sus maridos, padres o hermanos; que se apoderaban de lo que ellas escribían o pintaban. Supo de descubridores, químicos y seres especiales. Le contó que la vida no era como se la habían narrado o como le hicieron creer.

Ella le dijo que su afán era buscar y el maestro le contestó que siguiera esa búsqueda, que ese es el objetivo del ser humano.

Le aconsejó que dejara el pluriempleo, que viviera, pero aquello en ese  momento no era posible y mientras tanto, le crecían de manera incontrolable las ganas de saber, de aprender y, le aumentaba la impaciencia, creyendo que no tendría tiempo de acudir a las citas que le ofrecía la vida y el saber. Deseaba conocer los museos, las arquitecturas de las ciudades, las veletas que culminan ciertos edificios y fue tan fuerte su deseo de aprender, de ver y sentir, que como siempre suele pasar, surgió otro acontecimiento que la paró en seco y no tuvo más remedio que tragar saliva, tanta que la ahogaba, tanta que la atragantaba y tuvo que detenerse y recolocar su mente, porque ya se había vuelto loca y no sabía si iba o venía. 

Entonces, volvió a buscar al maestro. Este le dijo que nunca hubiera imaginado que sus conocimientos le causarían tanto efecto, que debería tomarse todo con calma, que el aprendizaje se debe adquirir sin agobio ni frustración, porque de lo contrario se quiere acaparar tanto, que no se asimila bien y hace el efecto contrario, en lugar del resultado esponja, que es el que se debe conseguir. Sería como si se atracara en un banquete. El bufet suele ser delicioso, pero ha sido tal el cúmulo de manjares tragados, que con las mismas, se acaba vomitando todo y solo queda el sabor amargo de lo que pudo haber sido.

La alumna tenía una edad y muchos palos dados. Experiencia en definitiva, para entender todo lo que le decía su adorado maestro, tomándose la vida con calma, como le aconsejó.

Al final, ella terminó estudiando. Le dio tiempo a conocer mundo ¡tampoco necesitó tanto!, porque descubrió su verdadera vocación y con ella; viajó, conoció lugares y sobre todo cultura, esa que tanto deseó siempre. Consiguió hablar algún otro idioma y lo que para ella era mucho más importante; plasmar en unas cuartillas todo lo que en su alma se debatía desde que tenía uso de razón. Gracias a aquel querido maestro, hoy es escritora y con resultados positivos.

Un día me contó, que le agradecía entre muchas cosas a su querido maestro y sobremanera, saber que podía escribir sin apenas faltas de ortografía y, más que nada, le enseñara la manera de conseguir limarlas y corregirlas.

#MiMejorMaestro

 

Nani, enero 2021

sábado, 26 de diciembre de 2020

LA ABUELA LO SABE TODO

 


─Mami, me ha dicho la abuela que este año no podemos pasar las Navidades en la candela, allí en el pueblo con ella. Ha llamado al fijo y hemos hablado mientras tú has ido a llevar el trozo de bizcocho a Loli, la vecina.

─Me ha dicho que tendremos que seguir haciendo videollamadas y si papá y tú queréis, podríamos quedar para cenar la Nochebuena o el día de Navidad al mismo tiempo, a través de videollamadas.  Este año se ha habituado y no se aturulla tanto como al principio de la Covid19.

─ ¡Me he puesto triste mami y he llorado un poco! Aunque dice que no debo llorar. Es más importante podernos contar cosas y tener la suerte de repetirnos lo mucho que nos queremos, por teléfono o por redes: ¡Cuando estudies historia lo comprenderás,  ─dice. Comprobarás que ha habido muchas epidemias. Verás que lo dice la Biblia o Hipócrates antes de Cristo. Hubo varias gripes muy malas, cólera, viruela o peste!  ¡Jajajaja, me ha hecho gracia, mami! Le he dicho que tiene el mismo nombre que hay, el día que cueces coliflor. Y me ha contado también, que se pusieron muy malitos y murieron muchas personas, porque no sabían que necesitaban protegerse como hacemos nosotros, guardar distancias y no juntarse tantos en casa, pero que entonces había mucha pobreza y todos vivían muy apretados, porque no podían tener casas para todas las familias. Y que estar separados de los mayores o los que están malitos, es bueno para evitar que haya contagios. También dice que debamos aguantar otro poquito, hasta que el bicho feo y asqueroso, se vaya del todo.

─Me ha contado otra vez la historia del abuelo cuando estuvo en Alemania. Tampoco venia en Navidad y ellos ni podían hablar por teléfono, las confe…, ¡no sé, ha dicho una palabra rara!, pero creo que se refería a las llamadas que costaban mucho dinero y no podían nada más que escribir cartas y a veces tardaban muchos días, pero no les pasó nada, porque sabían que debían esperar.

─Le he dicho que quiero ir a por ella para traerla a casa pero me ha pedido que nos quedemos aquí, que esta Navidad es importantísimo pasarla de esta manera. Ya  en la videollamadas nos enseñará como ha puesto en el Belén la figurita del Niño, con una mantita de crochet que le ha tejido, porque no ha podido salir a comprar una nueva y de esa manera, no se nota que la pegó el año pasado cuando el hermano la cogió para jugar y se le cayó. ¿Te acuerdas que se le rompió una piernecita? Como no ha podido salir a comprar nieve artificial, ha puesto bicarbonato del que tiene para limpiar la medalla de plata del Perpetuo Socorro. Esa que le regaló el abuelo cuando se prometieron. ¡Es bonita y siempre me dice que cuando se haya ido a acompañar al abuelo, me la debo quedar para que me proteja! Siempre le contesto que ya no se llevan esas cosas, pero me dice que no son modas sino fe y como no entiendo bien que es eso, me responde de nuevo: ¡Con el tiempo lo comprenderás, te hará compañía y podrá ser parte de tu fe!

─Pero mamá, ¿por qué lloras? La abuela dice que no tenemos que llorar. Debemos estar felices porque todos estamos en casa juntos y ella está bien. El tío Paco le lleva la compra y hace sus cosas. Todos los días tiene pan tierno, no le falta el aceite como le pasó de pequeña y se hace lentejas y garbanzos. ¡Qué ricos están sus garbanzos, a ti no te salen igual!, ¿verdad? ¡Hasta papi lo dice!

─Ah, me ha encargado te diga que no te preocupes. Las tardes que hace solecito, se va a caminar a la parte de atrás con su vecina Virtudes y con María la del tío Paco. Como esa parte es muy llanita, toman el sol y recuerdan historias de las que vivieron más jóvenes y cada una habla de sus nietos. Luego por las noches llega el tío Juan, charlan un poquito guardando la distancia en el portal, le recoge la basura para que ella no tenga que salir al contenedor y que todo está muy bien. Como dice, este año la Navidad la tenemos que vivir para adentro y más sentida. ¡Ufff, de verdad que a veces no la entiendo, pero me gusta escuchar sus historias y sobre todo, que me repita cuanto me quiere y que no llore. ¡Echo de menos que me abrace en el sofá y quedarme recostada en su pecho. Se está tan a gustito, sintiéndola tan cerquita! 

La madre con un gesto la interrumpe:

─Marta, ¿no te ha dado ningún encargo especial para ti?

La niña baja la cabeza, mientras se pone roja. Levanta la cabeza mirando a la y madre y contesta:

─Sí mami, me ha dicho que no le haga rabiar al hermano y no me coma sus chocolatinas. Sabe que todos los años cuando vienen los Reyes Magos, engaño al hermano y le quito algunas de las que le tocan a él, ¡pero es que me gustan mucho, aunque le he prometido no hacerle rabiar ni  sisarle sus golosinas!

─Ah, también le he prometido ayudaros y ver la tele un poquito menos que las pasadas Navidades.

 

#unaNavidaddiferente

Nani. Diciembre 2020

 


domingo, 18 de octubre de 2020

SUS MANOS

 

 Lavadero  en la aldea Fuente de Rey (Alcalá la Real) 

Mi madre tenía las manos curtidas, ásperas y con grietas, como la abuela y la bisabuela  las tuvieron de tanta faena dura y sobre todo,  de ir a lavar en  el lavadero de la plaza, en el nacimiento de la fuente o en el río. Cargaban con las cestas de ropa sucia y allí pasaban o pasábamos todo un día con un remojón de naranja o simplemente un “jollico de pan y aseite”, que nos parecía un manjar, cuando los niños (más bien, niñas) les acompañábamos, para ayudarlas a extender sobre la hierba las sábanas blancas para solearlas y las posibles manchas refregadas con jabón de sosa y aceite reciclado, se las comiera el sol. ¡Por entonces no había blanqueadores si no eran los que ofrecía la naturaleza! Mientras, se lavaban las prendas de vestir, que siendo más trabajosas de manejar, no necesitaban ser blanqueadas. Después, se aclaraba toda la ropa y se tendía hasta su total secado.

Para el lavado, se escogía una jornada que fuera soleada (más difícil de conseguir en invierno), de la que los más pequeños disfrutábamos como enanos, jugando en la plaza mientras tanto o en plena naturaleza, si era el lugar al que había que ir a hacer la colada.

Algunas veces a la vuelta se nos hacía de noche, ya que la ropa no se secaba del todo debido al mal tiempo reinante y debíamos esperar para que pesara cuanto menos, ¡mejor! Y para colmo a esas manos, las de ellas, se les añadían los sabañones que acababan sangrando, ya que el frío se sumaba a todo lo demás; aunque nunca se amilanaron. Cuando llegaban con las cestas cargadas, preparaban la cena y hacían su ungüento para poder al menos mover los dedos con algo de facilidad. Ponían aceite en un cuenco y si había limón, añadían un buen chorrito, lo batían y con ese mejunje se  las masajeaban (siempre de espalda a todos los más pequeños, para que no viéramos las lágrimas que brotaban por el escozor y cuando todo pasaba y las manos entraban en calor y se sentían algo más flexibles), continuaban con la cena y todo lo que quedaba por hacer hasta que nos llevaban a la cama, nos contaban una historia (a veces distinta porque la inventaban), dábamos gracias por lo que la vida nos ofrecía y nos arropaban con esas sábanas frías y recién lavadas que olían a gloria, pero que eran la delicia que nos llevaba junto a Morfeo, con la tranquilidad que solo un niño consigue, después de escuchar el susurro de una historia en la voz de su bella madre o abuela y que terminaban nuestra jornada, acariciando el pelo que  ya descansando en la almohada, se desmallaba por el amor recibido de esas increíbles manos.

 #historiasrurales



Fuente de las siete novias (Alcalá la Real)

Nani. Octubre 2020

viernes, 16 de octubre de 2020

SERRANO

 


Foto de Nani Canovaca


 

Nací en esta sierra cortijera y olivarera dónde supe del trabajo duro que se lleva a cabo de sol a sol y dónde observé, como las pieles de los hombres se iban curtiendo con el paso de los días, hasta que terminaban con surcos en sus rostros y manos, como son  los caminos que nos conducen a la cima. Allí está el santuario al que íbamos cuando recogíamos la cosecha a dar gracias, o cuando se celebraba la romería. Esos días, todos los familiares compartíamos los chorizos en pringue de la matanza, el lomo adobado o el salchichón de tripa cular, que era el que se reservaba año tras año para ese acontecimiento.

Recuerdo al abuelo los días de lluvia, alumbrado por el candil que colgaba cerca de él, enredando y trenzando los espartos con los que confeccionaba las espuertas, los serones de los mulos o los cestos donde recogían las mujeres la fruta, transportaban las aceitunas y llenaban los sacos durante la cosecha. Rememoro con frecuencia, los días de recogida del trigo y como me enseñó a hacer las alpacas con la paja en la era, para almacenarlas en el altillo del pajar. Los paseos que me daba encima del arado, cuando madre no nos veía porque le aterraban todos aquellos hierros que a ella la paralizaban, ya que estuvo presente cuando su hermano una vez se enredó en ellos al cogerle el pantalón y le amputó parte de los dedos de un pie. El particular olor del mosto, cuando después de la vendimia ayudaba a los hombres a pisar la uva en el lagar, ¡la sensación era tan especial!

Más tarde me mandaron al instituto del pueblo y me gustó tanto la historia, que la quise estudiar. He conseguido una posición desahogada, pero no olvido mi origen y las ganas que tenia de volver, cada día se acentuaba un poco más. En vacaciones siempre vine y pude disfrutar de todos mis mayores, pero ahora esta tierra y esta casa están casi derruidas y olvidadas. Vengo cuando puedo, pero no todas las veces que me gustaría, son muchos  los kilómetros que ahora me separan, aunque ya está decidido. Esta casa la levanto de nuevo con mis manos y la ayuda de mis dos hijos; lo hemos acordado en casa y por lo menos en vacaciones volveremos a respirar este aire serrano, esta vida limpia y a gozar estas piedras llenas de sudor y sangre, de esfuerzo y vida, que por descuido vamos aparcando y se nos va apagando poco a poco.

 


#historiasrurales.

 

Nani. Octubre 2020

viernes, 7 de agosto de 2020

VIAJE A LA VIDA



He decidido que el viaje de este año en las vacaciones, va a ser a ese lugar que siempre he ido posponiendo, desde que salí de aquel lugar donde conocí el amor. La flor más bonita que hubo en el entorno, los hijos que no tuvimos y de la no vida juntos, ya que la salud la abandonó. Pasados todos esos acontecimientos nefastos, decidí salir de allí para no volver. Culpé de mi desgracia al pueblo, a sus habitantes e incluso, a las estrellas que allí admiramos, fueron nuestros testigos y en ellas veíamos a los seres que nos habían precedido y nos ayudaban en nuestro día a día.
Hoy he decidido coger el Ave y vuelvo a reconciliarme con esas estrellas que no he vuelto a ver en la ciudad y que tanto me dieron o nos dieron, sobre todo en las noches de verano. Con la luna que me iluminaba, cuando de jovenzuelo volvía de las verbenas de los pueblos aledaños. Con la tierra  que me vio crecer y la que al mismo tiempo, me ofreció hortalizas variadas, fruta jugosa y recién cogida del árbol. El trigo y la cebada que nos sirvió para alimentarnos y hacerlo al mismo tiempo, con los animales que nos proporcionaban alimento durante todo el año, en otoño las almendras y las nueces y todo lo que me dio tanto y he querido culpar y olvidar.
Quiero recuperar los abrazos y sonrisas que me he perdido, de primos, tíos y demás amigos. Volver a colocar las margaritas que tanto gustaban a mis padres y rezarles una oración al mismo tiempo, agradeciendo todo lo que me dieron de niño y de jovencito. Pedirles perdón por haberles culpado de mis pérdidas, de las que ellos no tuvieron nada que ver. Al mismo tiempo, recuperar las puestas de sol que tanto me gustaban, los trinos de los pájaros y el vuelo bajo de las golondrinas. Ver correr el agua del arroyo, escuchar los caños de la fuente y hacer una siesta de esas de duerme vela, al lado del nacimiento donde brota limpia esa agua, quita la sed y reconcilia con la madre tierra. Leer un libro bajo una noguera, mientras la brisa mueve las hojas y renueva el aire al que por debajo, lee y goza. Bailar como hacía, cuando subía  a la cima de las alpacas de paja, impregnarme del polvo de la era y después, abrir los brazos para recibir la vida que me ofrece el viento o la lluvia de las tormentas de verano y bañarme después en la alberca helada. Disfrutar un canto de pan de pueblo, empapado de aceite de la almazara del tío Juan.
En definitiva, este verano vuelvo a recuperar la vida, simplemente haciendo el viaje que sabía haría de nuevo, en algún momento. Vuelvo para reconciliarme con la vida, esa que quise olvidar y no he podido.

#historiasdeviajes. Zendalibros.com

Nani. Agosto 2020

sábado, 1 de agosto de 2020

DESCUBRIENDO LA SIERRA SUR


En navidad, los reyes magos dejaron en la mesa del comedor un regalo para toda la familia. Se trataba de un sobre con un bono para acompañar a nuestros hijos de 12 y 14 años, a un viaje por varias islas del Mediterráneo en las vacaciones de verano, pero el virus nos ha cambiado y trastocado a todos. Ellos ya son responsables y saben del riesgo si salimos del país, así que hablamos con la agencia y esta amablemente nos ha permutado el bono y hemos decidido hacer turismo interior. Comenzamos con el pueblo de los abuelos paternos, o sea, mis padres y el lugar donde nací. Es muy pequeñito y nos hemos alojado en la casa de la tía Matilde. Ella vive al lado y nos ha alquilado la que ahora ha acondicionado como casa rural. Es modesta pero muy coqueta, aunque no la utilizamos nada más que para descansar y hacer las comidas, ya que estamos recorriendo los bosques y paisajes que la rodean. Estamos disfrutando mucho, creíamos en un principio que si no íbamos al extranjero, no serían vacaciones. Les he llevado donde mis padres tuvieron un terreno con huerta y sembrábamos todos los años la hortaliza. Hemos ido hasta el pequeño barranco al que llamábamos  “el río” y aunque no lleva mucha agua, hemos podido refrescar los pies y la cara para seguir la ruta que recordaba desde pequeño, hasta llegar a los zumaques, ya adentrándonos en la ciudad a la que pertenece la aldea donde nací. Hemos comido moras,  brevas y la verdad es que casi no tenemos ganas de almorzar.  Por la tarde vamos a recorrer el bosque de piedra. Se trata del camino que bordea los tajos, donde un ciudadano (artista sencillo y humilde), en sus ratos libres de siembra y cosecha, ha esculpido sobre la roca todo tipo de personajes, animales y plantas e incluso, ha tallado todo un recinto en una de las cuevas, haciéndola habitable (cama, sillones y todo lo necesario para casi poder habitarla), falta el colchón y los cojines para los sillones, ahí se refugia del sol en verano y de la lluvia y nieve en invierno. Ha conseguido un ambiente mágico, donde se puede contemplar por la ventana también tallada en la roca, el mejor espectáculo que puede habitar un lugar tan espectacular. Las puestas de sol, mecidas por la fortaleza y acariciadas por la belleza más sencilla y grandiosa que ojo humano ha podido observar. Después bajaremos, nos ducharemos y visitaremos el centro del pueblo, el pequeño museo con una réplica de un Hércules hallado en las ruinas romanas (el verdadero está en Madrid) y las piezas de oro y plata (un conjunto de joyas de Al-Ándalus pertenecientes a la época califal), encontradas por unos niños, en unas obras realizadas en una antigua almazara de mi querida aldea. Más tarde, visitaremos las iglesias (todas tienen verdaderos lienzos e imágenes dignas de admirar),  para terminar con nuestros bocadillos de cena en las inmediaciones de la Fortaleza, donde hoy visitaremos todo el recinto y escucharemos el concierto que se ofrecerá al finalizar la visita, en el lugar llamado el Pocito. Quizá la ciudad oculta, la tengamos que dejar para otro día, ya que todo no nos dará tiempo disfrutarlo. Después volveremos a la aldea a descansar, porque mañana y los días que nos quedan, los dedicaremos al resto de pedanías. Todas ellas no nos dejarán impasibles y yo disfrutaré como un enano, enseñando a los míos, mis orígenes y respiraremos el aire que me vio crecer.


#historiasdeviajes. Zendalibros.com

Nani. Agosto 2020