Abandonan, primero uno y
luego el otro, la habitación del hotel
y se dirigen al parking. Montan en el coche y el que va al volante, arranca
mientras dice: “Tenemos que llegar a tiempo”. La otra persona asiente sin poder
decir nada, está muy emocionada y se seca unas lágrimas con la punta de los
dedos. Al ser tan temprano aparcan sin dificultad, salen disparados y se
adentran en el edificio. Llegan justo cuando la puerta del paritorio se abre
para dar paso a una camilla en la que sonríe María que porta en cada brazo una
mofletuda criatura.
Nani. Noviembre 2015