Las
alas que pido y deseo para todo ser en el año que comienza, es que estén llenas de plumas de colores, diversidad y aromatizadas como flores de
primavera. Me gustaría también que la vida estuviera llena de juegos dulces como los que los niños
realizan, sin pensar en otra cosa que no sea, buscar la felicidad. Desearía que
no hubiese nadie huérfano de amor en
ningún rincón de este mundo y que la semilla
de la paz, se extendiese con cada pisada y cada aliento, dejando que surja un baile de palabras amables y llenas de
bondad, tan limpias como el agua cristalina que corre por los ríos.
CON
MIS MEJORES DESEOS PARA EL AÑO QUE COMIENZA. FELIZ 2020.
Mi
mamá dice que este año no necesitamos poner el Belén en casa, ya que abajo en
el portal de casa hay uno desde hace ya dos meses. Dice mami que las figuras no
son de barro, sino de carne y hueso y me ha explicado que María es la señora
que le da el pecho a su niño y que a veces llora mucho porque tiene frío y
hambre, ya que la mamá no come mucho y la leche de su pecho está un poco
aguada. José me cuenta mamá que es el señor que llega todas las tardes lleno de
barro porque ha estado trabajando en el campo, aunque parece que le pagan poco
y no pueden irse a pasar el día a una habitación con derecho a cocina, ¡qué
cosas más raras cuentan los mayores! Nuestros vecinos y mis papás se pusieron de acuerdo y les permiten estar en el portal hasta que haya una
habitación para ellos. Todas las mamás les bajan un poquito de caldo caliente todos los días, solo que como las autoridades han
mandado un agente, ahora lo prohíben. Está allí para vigilar. Papá dice que
eso es más costoso que pagarles una habitación. El agente lleva dos días en nuestro portal, porque hace tres noches unos gamberros quisieron prenderles fuego; decían que así entrarían en
calor. Yo soy un niño y no entiendo de muchas cosas, pero me parece que todo es
muy extraño y que las personas a veces somos muy raras y no nos portamos bien.
Esta tarde he escuchado a Marta la del segundo decirle a Paula, que mañana los
mandan a las habitaciones de la penitenciaría, ya que no quedan habitaciones en
el albergue. Esta noche le voy a pedir a mi hermana que me explique estas
cosas, porque no las entiendo y además me ponen triste. Todos dicen que soy muy
pequeño, pero no creo que sea por eso. Si no soy pequeño para aprender la tabla
del nueve, no creo que lo sea para entender estas cosas a no ser, que sea lo
que imagino y eso no lo comprendo porque no es lo que se debe hacer.
Aquella
mujer me enseñó cómo se hacían y la primera que degusté, fue la que ella hizo.
Mientras terminamos de cocinar varias tandas, me contó que le gustaba mucho la
música, el vals y la milonga. Volar sin tregua como un vencejo, aunque por
motivos que no llegaba a comprender, le habían cortado las alas, si no fue que
se las dejó cortar a cambio de una vida algo más cómoda, que al final no
resultó ser tanto.
Ahora
me dice que se siente tan débil como la anacrusa dentro de una pieza musical, aquella
que quiso ser tan grande como la Sinfonía en Do Mayor, KV 96 de Mozart.
Le confesé a mi padre lo
que había hecho y
algo más tranquilo se quedó. Hice un agujero en el jardín y allí lo metí, le
dije. Lo hice con precaución aprovechando que no hubo luna. Le dibujé gracias a
mis conocimientos de diseño, un plano con todo lujo de detalles que guardó
debajo de un ladrillo movible en la chimenea. Cuando pasaron los años y volví
después de aquel duro pero gratificante trabajo, con ayuda del plano lo
desenterramos. Allí, delante de nuestros ojos el sobre con las semillas de la
paz, resplandeció.
PAPÁ Y MAMÁ
Le confesé a mi padre lo
que había hecho y en
su mirada vi miedo y preocupación. La verdad es que tirarse de cabeza a montar
un negocio era una osadía, pero como siempre fui muy manitas, no podía dejar
mis dedos quietos. Hoy cuando se lo recuerdo, se le saltan las lágrimas y me
besa. Yo le digo que todo se lo debo a él y a sus habituales, “castigos en el
rincón de pensar”. Mi madre decía que era rabo de lagartija, pero todo ello me hizo
lo que soy.
Los
niños que nacen se habitúan mejor o peor al aire contaminado que las primeras
décadas del siglo XXI intentó mejorar, pero que no consiguió. Yo soy uno de
ellos, pero la mayoría terminan en los edificios del subsuelo para acabar
enchufados a una máquina depuradora,día
sí, día no y aveces, siempre. La llamamos
depuradora, porque en realidad su objetivo es limpiar pulmones, sangre y todo
lo que penetra a través de nuestra nariz y boca, a pesar de llevarlas tapada
hasta para hacer el amor, ¡ya todo es tan distinto! Después de aquella
catástrofe del 2045 que empeoró todo lo que se venía arrastrando, los remedios
y los medios han sido tan escasos, que todas las energías seescapan por esos tubos (los de respirar, los
del agua, los del oxígeno, hidrógeno y sobre todo, los de limpiar todo el
ambiente de los refugios). Pablito es un ejemplo, ha nacido con tantas
intolerancias y alergias, que ha sido destinado como otros tantos, a una
burbuja de cristal desde un principio. Para estas fechas el plástico fue
eliminado, pero el aire no hubo quién lo limpiara. El agua es otra cosa porque
se consiguió que no saliera a la superficie y es lo que nos mantiene vivos; aún.
Se diseñó un dispositivo para que no penetraran las impurezas y la filtra a la perfección,
de todas maneras y como siempre ha pasado en el comportamiento humano, ha
habido razas exterminadas porque allí donde vivían, no llegaban estos adelantos
o cañerías (por llamarlas de alguna manera). Si no tenían nada a cambio que
ofrecer, eran sus vidas las que se cogían (quisieran o no), incluso se aprovechaban
para experimentar nuevos métodos que no fueron eficaces. Acaban tan
envenenados, que casi nada puede ser recuperable. Es como un castigo divino, la
naturaleza no responde al destrozo que con anterioridad se ha hecho con
ella.Y como la historia ha demostrado,
los más desamparados son los que más pierden, porque los que ahora tenemos
refugios y medios, los usamos para nosotros. Hoy hago esta crónica a mis 25
años. Sé que soy un anciano y debo dejar mi experiencia a los que vienen después.
Privilegiado me siento como el resto que sobrevivimos con cierta salud y
debemos lo poco que hemos aprendido a los demás, para que no se descuiden un
solo momento, es nuestra herencia la más preciada en estos tiempos que vivimos
(como antes decía, todo ha cambiado y se ponen medios; dicen que nunca es tarde).
Debo decir y para que conste, que en 2019 se comenzó a denunciar de manera contundente lo que se
aproximaba, solo que los que tenían poder no les importó lo que podíamos heredar
los que llegamos después y ya veis, en 2030 el cielo se puso muy rojo, las
cosechas se secaron y los animales no resistieron las epidemias y la hambruna.
En 2045 y a toda prisa, hubo que hacer refugios y los más afortunados en ellos
vivimos; pálidos, con poca energía y vida corta. Hemos conseguido criaderos de
hormigas y saltamontes (ese es nuestro alimento). Mucho ha costado comprender
que todo esto es el bumerán que nos devuelve tristemente la naturaleza.
Con Viernes Creativo Escribe una historia. La fotografía es de Javier M. Reguera, de la Serie «City 01Skate Days», 2019.
Nos
gusta mucho viajar con nuestra Paquita (le pusimos nombre a la caravana) y esta
vez hemos decidido ir a La Alpujarra granadina para pasar el último día de
vacaciones, con nuestro amigo Miguel Ángel en Ugíjar. Ha sido una verdadera
odisea adentrarse por esas carreteras estrechas, con giros de casi noventa grados.
Una verdadera osadía adentrarnos por esos parajes con la Paquita, no porque
esos lugares no sean de interés, todo lo contrario, son una verdadera maravilla,
pero ir con la Paca por carreteras de esa índole, es otra cosa. La Paquita no
es muy grande, pero la hemos amoblado de manera que no queda un milímetro
desaprovechado. Todos tenemos cama en la noche, comedor o habitación de lectura
durante el día, cocina, aseo y los correspondientes armarios para ropa. El día
lo pasamos en Granada y se nos fue el santo al cielo, ya que esa ciudad atrapa.
Después del almuerzo y un ligero
descanso a las afueras, nos dispusimos a emprender la aventura. A medida que
íbamos subiendo, una espesa niebla nos fue invadiendo y con el inminente ocaso,
decidimos acampar en algún lugar algo más ancho esperando ver si se aclaraba la
tarde o bien, pasar la noche en un lugar fuera del alcance o peligro de
vehículos que se atrevieran con semejante carretera invadida por las nubes a
pie de asfalto. A la altura del embalse de Rules, situado en el cauce del río
Guadalfeo (según mi mapa de carretera) y aprovechando un ensanche con mirador
(esto lo apreciamos cuando pasó la niebla después del amanecer), decidimos
aparcar y pasar la noche en este lugar. Estaba tan oscuro como boca de lobo y era
muy peligroso segur adelante. Aparqué todo lo pegado que pude a la valla y nos
dispusimos a hacer la cena para acostarnos cuanto antes pensando madrugar y
proseguir nuestro viaje, en el momento que la niebla fuera desapareciendo.
Mariam preparó unos sándwiches y unos vasos de leche caliente, ya que apetecía
tomar algo que nos entonara. Nos dispusimos a abrir nuestras camas cuando nuestra
hija gritó descontrolada, al observar ─dijo, unos ojos pegados al cristal de su ventana.
Aterrorizados todos, nos apretujamos y observamos de nuevo. Un vaho empañó el cristal
y con una servilleta intenté limpiarlo, pero pudimos comprobar que dicho vapor
estaba adherido por fuera, por lo que no nos quedó otra que esperar, escuchar y
mirar si de nuevo se asomaban esos ojos. De pronto escuchamos como un relinchar
y ya no me quedó más remedio que salir a ver que estaba pasando. Cogí la
linterna que llevaba junto a la puerta de entrada, abrí mientras le decía a mi
familia que permanecieran juntos y enfoque la luz al lugar correspondiente a la
ventana que corona la cama de nuestra hija. ¡Me quedé de piedra! Sobre un caballo
como el tizón, había un hombre con ropas como de otra época y oscuras, la cabeza
cubierta con turbante y la cara casi tapada también, tan solo se podían observar
unos ojos penetrantes que me dejaron helado. En la mano derecha empuñaba una
espada enorme que brillaba como la luna si la hubiera habido esa noche y con la
mano izquierda, sujetaba las bridas con las que daba órdenes al caballo negro
de pura raza. Cuando me recuperé del asombro, pregunté que quién era y qué quería
de nosotros. Me contestó con voz potente y con la fuerza de quién está
acostumbrado a dar órdenes, que era Boabdil el último monarca nazarí del reino
de Granada y que salía todas las noches para vigilar Las Alpujarras de
bandidos, enemigos y de la propia reina católica que le arruinó la vida hasta el
punto de humillarlo y hacerle llorar cuando salió de su palacio como parece ser
─dijo, cuenta la leyenda. Le dije que nosotros éramos gente de bien y que
estábamos haciendo turismos (siempre con precaución creyendo que fuera un
desdichado loco que andaba por aquellos andurriales jugando a los héroes),
aunque todo lo que decía me sonaba a las historias que había leído e incluso
estudiado, así que me froté los ojos con fuerza, creyendo que el cansancio me estaba
jugando una mala pasada. Al abrirlos, Boabdil seguía allí y comenzaba una
letanía de la que tan solo entendí algo así como: “Por Alá todo debe quedar
como está, ya nadie cuida la naturaleza, las aguas, ni las nubes y que si por
la mañana observaba que dejábamos basuras o semejantes, con un dedo de su mano,
empujaría a la Paquita (él dijo esta cosa) y pararíamos dentro del hueco del
tiempo, que hay antes de llegar al agua del embalse”. Se dio media vuelta y al galope de
quién conoce el entorno, desapareció, dejando un aura añeja y un olor a eucalipto
que hasta creo, nos despejó la nariz y la mente. Entré, conté a mi familia todo lo ocurrido y
lamirada vivaracha de mi hija y su
pronta respuesta, me dijo que estaba contándoles un cuento para dormir. Yo le
dije que posiblemente era eso, y no quise insistir en nada más por si acaso se asustaban
de verdad. A otro día cuando llegamos a casa de Miguel Ángel, le conté todo y
me dijo que era verdad, que el alma de Boabdil andaba errante por todos
aquellos parajes y que muchas personas lo habían visto por allí a lomos de su
tizón, sobre todo en noches de niebla y que en algunas ocasiones se dijo, que
salvó muchas vidas de la niebla traidora y de los fantasmas que salían a
enfrentarse con él.
Los
“entendidos” dicen que es todo un misterio
como se prodiga el salvaje ultraje a
los más débiles. Extremo aquí y extremo
allí. Nos pasamos con unas cosas y con otras realmente necesarias, no llegamos.
Todo está masacrado, no existe la sensatez o la coherencia de nuestros
políticos o de nosotros mismos. Todo muy templado
para no ofender a la hora de hablar (políticamente correcto le llaman al
término), pero sigue la inmigración
con las pateras o en las fronteras, los refugiados en los portales de los
bloques de pisos o en los soportales y mientras tanto, ya estamos encendiendo nuestras
ciudades, compitiendo para ver cuál es la más original, luminosa y como no,
costosa (la excusa, recaudar con el turismo que acude a las ciudades a ver el
alumbrado), gastando cantidades impensables para un ciudadano de a pie y para
colmo (otro extremo), con todo esto contribuimos al cambio climático.
Sufriendo lo indecible
por amor le dije a la
ginecóloga cuando entré en su consulta. Preñada quedé cuando me casaron con ese
hombre al que conocí el día de mi boda. Tiene mucho dinero y por eso me ha
traído. Quiere el hijo y que lo amamante. Sabe que moriré cuando llegue la hora
de tener al bebé. Está bien seguro, porque las primeras veces fueron terribles.
Las abuelas me cosieron cuando me cortaron con aquella cuchilla. Desde ese día
lo he pasado peor que mal y por amor a
este niño sufro, al que quizá no conozca
si no me ayuda.
Me
dicen que parezco anestesiado o en otra galaxia. La verdad es que desde que me di
de bruces contra la farola, no soy el mismo. Iba mirando los surcos de mi mano derecha
y recordando lo que había leído en mi palma una gitana y…, este es el
resultado, como he dicho no soy el mismo. En ese momento vi pajaritos, mariposas
y hasta gamusinos. Lo cierto es que cuando me miro al espejo no me reconozco,
encuentro a alguien que tiene cara múltiple; quiero decir, distinto según el
momento. Puedo parecer de raza indonesia, africana, indígena o hasta lunático,
ya que a veces tengo estrellitas y soles, Puede que se me quedaran incrustadas
las que vi en el momento del golpe, así como creo tener un nido de pajaritos en
la cima de mi cocotera, pero de lo que no hay duda, es que no siento dolor, ¡pellízqueme y verá! Estoy totalmente anestesiado y todo por culpa de Ernesto Ortega que me
ha prometido “Los defectos de la Anestesia” pero yo entendí que eran los efectos
de la anestesia y ni corto ni perezoso, me tiré pa la farola porque estaba en
otra cosa (me repito, es otro efecto) y “toma, que toma, que toma”, ¡me di con
toda la fuerza! y lo mismo bizqueo, que se me traba la lengua o como ven, no soy
yo, sino el otro que ha quedado. ¡Al menos colorido me siento! Y sí señoría,
eso es todo lo que le puedo contar. Si esto que me pasa es delito, pida la indemnización
al escritor, que como puede observar, tiene poderes y consigue todo lo que se
propone con su anestesia.
Muchas
felicidades a Ernesto Ortega por ese hijo que has dado a luz “Los defectos de la
Anestesia”. Qué te de muchas alegrías y lo disfrutes.
─
Manu, quiero comen…r el tem… de esta noc…e, brrrrrrrr.
Sapos
y culebras por lo bajini y por parte del presentador.
─
María, por favor baje el volumen del receptor.
Al
otro lado, lavoz creciendo a grito
pelado.
─
Ma…u, si ten…o la radio en el sue…o.
─
Por favor señora cuelgue y volvemos a llamarla.
─
Manu, (el tono de voz sube y se entrecorta). Que quiero particip… en el sort…o
del ejem…ar.
─
Señora por favor cuelgue. Compañeros por favor.
El
presentador hace señas a los de la pecera para que corten.
─
¿Sí, Manuela desde Barakaldo? Gracias a los dioses, parece se han arreglado las
interferencias, gracias compañeros. Doña Manuela, ¿Qué nos cuenta?
─
Mira Manu, te llamo para decirte que en mi ciudad ha caído un chaparrón con
granizo incluido y la plaza mayor ha quedado toda blanca y
brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
─
¡Por favor compañeros, poned nuestra sintonía y a ver si conseguimos esta noche
una emisión decente, así no nos entendemos y por favor señores radioyentes, les
ruego se atengan al tema de hoy que es la violencia de género, hoy celebramos
el día de la violencia de género, lo hemos dicho al principio, queremos que nos
aporten sus experiencias o sugerencias! Como siempre digo, si no han escuchado
el principio del programa, escuchen un poquito antes de entrar, perdemos menos
tiempo y todo se hará de manera razonada.
─
Radioyentes, les pido disculpas, esta noche parece que las meigas, los diablos
de las ondas o nomos delos jardines, se
han confabulado con nuestras sintonías, nuestras llamadas y con todo lo que
está en comunicación con nosotros. Les dejamos la voz de Rozalén con su canción
“La Puerta Violeta” que creo es una de las voces actuales que mejor nos puede
representar en el día de hoy. Y mientras tanto, vamos a ver si el viento que hace
nos deja emitir como es debido. Volvemos tras la canción con la entrevista a
María de Pozuelo de Alarcón. Nos hablará del calvario vivido por ella y sus
hijos, hasta que consiguieron la separación y el traslado a otra ciudad para ser
protegida por la barbarie y la violencia de un ser que nunca la ha merecido, ni
a ella ni a sus hijos. Lo dicho, les dejo con Rozalén y La Puerta Violeta.
Juanma
y Perico son mis dos hijos mayores. Últimamente estaban empeñados en fabricarse
un artilugio para ir a visitar a los
marcianos o marteños ─decían. Yo no les hacía demasiado caso, mientras los observaba
en el sótano de casa hacer sus juegos. Se buscaron corcho sintético para
hacerse una nave. Después me cogieron unos maceteros que tenía arrumbados y se
fabricaron una especie de escafandra. Con un vestido de faralaes que tenía
arrumbado en el armario de lo que dejo para “por si acaso”, se han fabricado
unos monos a juego. Dicen (bueno decían) que los lunares le iban que ni
pintados cuando lleguen a saludar a los marcianos, así no serán confundidos con
el color verde de sus pieles y como tampoco saben del aspecto de los marteños, pensaban
que así igual se distinguen y podrán ser identificarlos como terrícolas al
menos alegres (no sé si lo dirían por los lunares, por haber pertenecido a un
vestido de faralaes su vestimenta o si será porque así lo creen a pie
juntillas), lo cierto es que ellos han seguido en su empeño y poco a poco han
conseguido hacer de su juego un bonito atuendo, una nave y un juego que los
mantiene todo el tiempo libre que el colegio les permite (porque el colegio es
sagrado y no les perdono que algo los distraiga o los desvíe). Para muestra un
botón y aquí os dejo la foto que les hicimos cuando nos hicieron bajar al
sótano donde a mi marido y a mí, nos mostraron su invento terminado ─nos
dijeron.
Después nos subimos a terminar de preparar la cena y ellos quedaron en hacer lo mismo en el momento que desconectaran el motor y se cambiaran. Como tardaban, bajamos Pedro y yo un poco preocupados y no encontramos a nuestros
hijos, tampoco las ropas fabricadas, ni la nave o lo que fuera que fabricaron.
Sí había mucho humo a pesar de la ventana de par en par, un gran tizón en el
suelo como si algo lo hubiera achicharrado y un panel con luces intermitentes
que no supimos interpretar ni mi marido, ni yo. Tan preocupados estábamos, que
hemos llamado a la policía. Como vivimos en una localidad pequeña, el jefe de
la policía que además es de la pandilla, ha venido de inmediato y se ha quedado
tan a cuadros como nosotros estamos, o quizá más.
Perdón,
me llaman al teléfono.
─
¿Sí, pero me queréis decir, dónde estáis? ¿Qué os encontráis en el espacio? ¿Queréis
dejar de tomarme el pelo? ¿Qué no sabéis cuando volveréis? ¡Mirad, dejad de torear a vuestros padres,
os queremos aquí de inmediato, tenéis a todo el pueblo movilizado buscándoos y
vuestros hermanos no hacen nada más que llorar! ¿Creéis que nos merecemos esto?
¿Que no sabéis cuando volveréis y que además el combustible lo tenéis justo
para llegar al lugar que os habéis marcado? ¡Qué sepáis que cuando volváis estaréis
castigados un mespor lo menos. Ni habrá
juegos, ni gimnasio, ni partidos de fútbol, ni…!
─
¿Será posible? Se ha escuchado como una interferencia y la comunicación se ha cortado.
─
Han pasado cinco meses y nuestro hijos no han vuelto. Bueno, de vez en cuando
recibimos una videoconferencia y les vemos con unos seres verdes y otros muy, (bueno
de colores como si su piel fuera un arco iris). Nos dicen que están muy bien (y
aparentemente están bien, se les ven muy alegres. ¡Sus miradas desde luego son
las de mis hijos felices!), que no nos preocupemos y que están aprendiendo
mucho. Ah se me olvidaba. Insisten mucho en que las personas tenemos que ser de
distinta manera para que haya alegría y paz que es lo que verdaderamente
importa. Que ellos están aprendiendo para enseñarnos cuando vuelvan además de
otra cosas. Nos piden permiso para traer a algunos de sus amigos a casa.
Yano sé qué pensar y lo único que
quiero es que vuelvan, me da igual que vengan con gente verde, de colores o
como sea, si al final en la diversidad está la verdad o al menos eso es lo que
me dicen y ya me lo creo eso y todo. Solo quiero abrazarles a ellosy a esos seres que tanto les están enseñando.
Y
hasta aquí, la crónica de hoy para mis amigos y los que no lo son tanto. La semana que viene, vuelvo a contaros algo
más, porque habrá más videoconferencias. Besos y cariños para todos.
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases le pregunté. Decían que era mentiroso
y un poco fullero. No me gusta hacer juicios antes de tiempo y si voy a ser su
tutor, debo andarme con cuidado. Tras dudar un momento, me contó que su madre
le ponía un bocadillo de mortadela algunos días, ya que había ocasiones que no
podía salir del trabajo y él debía comer en el parque cuando hacía buen tiempo,
o en la estación de autobuses que estaba reguardada y allí esperaba a que le
recogiera cuando terminaba; pero no quería que los chicos lo supieran.
ALGUNA MENTIRA
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases le llamé al despacho y le pedí que se
sentara frente a mí. Tras la mesa parecía más pequeño aún. Le dije que los
niños contaban que llevaba grillos y saltamontes en el estuche. A él le
resbalaron dos lágrimas que parecían una cascada. Me dijo que su madre le hizo
decir esas mentiras, para que el grandullón del colegio no le quitara sus
lápices, su goma y sobre todo, el único recuerdoque les quedaba. El sacapuntas que les trajo
su abuelo de Alemania.
DUDAS DEL MAESTRO
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, lo pensé bien y lo mandé a la sala de
profesores a buscar folios, mientras los compañeros montaban el Belén para
Navidad. Lo abrí con sigilo y se me cayó el alma al suelo, cuando descubrí lo
que había en su interior. Comprendí de inmediato el celo que tenía por cuidar
lo que allí había. Tan solo encontré un trozo diminuto de lápiz, una foto de su
madre fallecida hacía un año y el recorte del periódico donde decía que Juan
M.S., había asesinado a su esposa alpedir el divorcio por pedófilo.
No
consigo dormir bien. Noto ruidos cuando casi me estoy quedando vencida y me
incorporo sobresaltada. Me da miedo encender la luz, noto como si alguien o
algo me rozara y no me atrevo a comprobar que es lo que me inquieta y me saca
de mi sueño reparador. El primer día, fue como percibir una caricia que casi me
producía placer pero al ser consciente de mi soledad, temblé de miedo y salté de
la cama como si un resorte me hubiera impulsado. Encendí la lámpara de la
mesita que tengo a mi lado y no me gustó lo que vi. Algo revoloteó sobre mí y
desapareció como por arte de magia. Otro día fue como si un tejido muy sutil,
me rozara y produjera al mismo tiempo una ligera corriente de aire tibio, que no
era normal en mi habitación ya que la ventana y la puerta permanecían cerradas.
El último día, permanecí sentada en la cama hasta que amaneció y hoy, hoy ha
sido tan sumamente extraño el aroma a jazmín (nunca me gustó) y la sensación de
ser observada, que no me atrevo ni a respirar. Pensar sacar la mano de entre
las sábanas para encender la luz, me atormenta y aunque intento no moverme,
tengo miedo que me delate el castañeo que producen mis dientes. Aprieto la boca
y casi ni respiro. Sudo, pero al mismo tiempo tengo mucho frío. Los pies los
tengo tan helados que no logro notarlos. Mis manos sujetan la sábana pero
cuando rozan mi cara, noto que las tengo tan heladas como carámbanos. No
soporto el pánico que me atrapa. El corazón se me sale por la boca y cuando ya creo morir de terror, escucho una
voz que me dice que la fiebre va remitiendo y que no tenga miedo, que estoy en
la habitación de un hospital y que nadie me va a hacer daño. Que en unos días
estaré del todo bien y podré volver a casa. Pero a pesar de lo que me dicen,
nunca volveré a dormir con la luz apagada y en aquella vivienda. Tendré que
buscar otra o volver a la casa de mis padres. ¡Con lo que me gustaba vivir
independizada!
Con su gato Mishí, que
no participó, como tampoco lo hizo el peluche Blanquito, ni Tocotoco que su misión
era cuidar de los juguetes. Si fueron a participar los mellizos disfrazados de
Zipi y Zape. Hicieron la parodia que papá escribió para el taller de teatro y
todos los niños disfrutaron de sus diabluras, merendaron juntos y al terminar,
Juanito acompañado de la oncóloga volvió a la habitación donde seguirían con el
tratamiento.
Te
quiero con toda el alma, con todas mis ganas y con todo lo que tengo. Deseo
ofrecerte todo mi amor. Que salgamos a demostrar al mundo todo lo que encierran
tu corazón y el mío. Ofrecer parte de nuestro gozo, solo que mi corazón se quedó atrapado en una
jaula. Quise ofrecerte tanto y programé hasta el último suspiro, que fui yo el
que quedo detenido para siempre en un corazón hecho de lazos y luces de
colores.
No es cierto que tengan
siete vidas ─dijo mi
hermano─, cuando desde el balcón quiso dejarle caer para comprobarlo, pero
gracias a la providencia llegó papá y le arrancó de los brazos a Misi que
asustado se revolvía. Luego nos confesó que si era cierto y no le pasaba nada,
probaría a hacerlo él también.
FAROLES Y FAROLAS
No es cierto que tengan
siete vidas los gatos
ni ningún ser vivo. Cuando éramos niños mi hermana y yo le pusimos a uno
unparacaídas que teníamos de juguete.
Con los muñecos funcionaba, pero con él no y aunque arqueó su lomo todo lo que
pudo, no llegó al suelo vivo porque se estrelló contra una farola. Estuve
castigado hasta que a mis padres se les pasó el enfado y la pena. Yo aprendí que
no todo lo que nos cuentan puede ser verdadero.
CACHITO A CACHITO
No es verdad que tengan
siete vidas por mucho
que se haya difundido este tópico con respecto a los felinos. Sí debería
aplicarse a mi existencia. Cada vez que tropiezo, renazco y comienzo una nueva
vida, hasta que en un nuevo tropiezo, muero y surjo de nuevo de mis propios
cachitos.
Mi aportación a Viernes Creativo: Escribe una historia, de Ana Vidal
Foto de Nieves Nieto
Hay
días que no soy yo el que se refleja en el espejo, sino alguien que no conozco.
Detrás, una sombra negra que está envuelta en capa y capucha. No consigo
distinguir su rostro, pero intuyo que no es agradable por las formas en que
aparece, por esas manos que sujetan el espejo y por el olor que percibo. He
querido quitarlo, llevarlo al sótano o tirarlo, pero vuelve a aparecer en la
sala donde contaban mis antepasados hubo una tragedia. No consigo entender que pretende
el ser que siempre surge, qué quiere de mí y en qué consiste esa insistencia. A
veces me asusto, otras le pregunto pero no obtengo respuesta; entonces recuerdo
las enseñanzas infantiles y rezo, pido por su paz y es en ese momento cuando se
va difuminando, el olor desagradable se torna en aroma a rosas y me siento en
la silla que hay frente a ese espejo. Me sereno, salgo a la calle y es allí
donde consigo pensar con lucidez, pero desde que me pasan estas cosas, odio los
espejos, los escaparates y todo lo que me devuelva mi imagen o la de alguien
que esté cerca de mí, por eso llevo estos pelos, barba descuidada y muchas
veces el sombrero del revés. ¡No me asomo a un espejo ni muerto!
En
la clase de hoy he disfrutado como un juglar en la Edad Media. He escuchado la
desconocida canción que escribió Ana Bolena antes de ser decapitada. La pieza
musical es una delicia. Escuchar cantar
a la soprano: "Oh muerte, me sacude dormido" entre otros lamentos y sus
últimos pensamientos, pone los vellos como escarpias. Me gustaría tocar los instrumentos que hacen que
brille y suene esa composición u otra cualquiera. Quiero estudiar más música para poder hacer llegar estas obras incalculables.
Pero ahora debo jugar al mismo
tiempoque sigo con alegría viviendo, creciendoy aprendiendo a hacerme también, un
hombre.
Anne Boleyn's lament: O death, rock me asleep; Anna Dennis & Voices of Music 4K UHD
Composición musical escrita por Ana Bolena antes de ser decapitada.
Se
imponían normalmente a sí mismas los días adecuados, por eso quisieron ir a
aquella basílica a pedir perdón por sus pecadillos. Ellas necesitaban de tanto
en tanto, ese momento para expiar sus faltas. Entraron con mucho recogimiento. Ataviadas
con mantilla, libro de oraciones y plegarias. Rosario de nácar, vestido largo,
zapato de tacón bajo y el alma esperanzada. Habían sido muchas las infidelidades, las
críticas a las que consideraban sus enemigas/os (más bien se trataba de envidia a
lo que las otras/os eran y poseían en sus cabezas mejor amobladas), zancadillas
en el trabajo y así, un sinfín de menudencias (en el fondo sabían que eran
atrocidades), que ahora les hacía sentirse bastante mal. Por eso decidieron
hacer una escapada a aquel lugar de peregrinación. Aprovecharon las fechas en que
sus esposos iban a Miami a la despedida de soltero de Carlos (era la tercera ya).
A los pequeños los dejaron con las nanis y las abuelas. Algunos ya no eran tan
pequeños y estaban en residencias para estudiantes, por lo tanto la coyuntura
era perfecta. Entraron con recogimiento, se aplicaron agua bendita, encendieron
bastantes velas (una por cada falta que creían tenían que purgar); llegaron
hasta la cámara de rezos, se arrodillaron con mucho fervor y allí rezaron (incluso
alguna lloró con abatimiento) y cuando creyeron oportuno, empezaron a
levantarse e ir saliendo llenas de paz. Volvieron al autobús que las trasladaba
de nuevo al hotel donde habían contratado la residencia en esos días y mientras
doblaban mantillas, guardaban libros y rosarios, comenzaron a organizar la
próxima visita turística a los almacenes de moda y la comida en el restaurante
más pijo. Sin apenas percibirlo, volvían a ser las chicas de siempre y por lo
tanto, después de esta excursión, seguían siendo las señoras de las banalidades,
vida sosa o vacía; pero siempre, siempre llena de oropel.
Las
largas caminatas por el campo o por la playa, son el resorte que me da vida.
Cuando piso la arena dejo de sentir morriña por aquellos paisajes galleguiños
que me vieron crecer. La vereda que
siempre recorría con mi padre, las trochas para volver y los atardeceres hacían
que mi goce fuera infinito, aunque
el salitre me provoque sarpullido.
Lo doy por bien empleado, vuelvo a ser el niño de seis años. Después una buena
ducha y todo perfecto.
Nos dejaron sin
magdalenas y sin flan
de vainilla durante una semana. MI hermana y yo decidimos ir a casa de Juanito
y le llevamos todo lo que pudimos coger en la despensa de mami. Agarramos el
carrito de la compra, lo llenamos y nos fuimos. Cuando volvimos nuestros padres
esperaban. Nos mandaron a dormir sin cenar. Después nos llevaron un vaso de
leche. A otro día les escuchamos contar a los abuelos ¡sin querer, aunque
estábamos escondidos tras el sillón!, que lloraron de emoción pensando que no
lo estaban haciendo tan mal.
UNIFORME NO SIEMPRE
QUIERE DECIR IGUALDAD
Nos dejaron sin
magdalenas a la hora
del desayuno. Dijeron que ellas eran niñas de pago y nosotras no, así que
nosotras comeríamos un joyito de pan con aceite. En aquel internado no todo era
lo mismo. Ellas llevaban uniforme planchado con tablones y nosotras babis. Lo
bueno de aquellas imposiciones es que en clase todas llevábamos el babi
(algunas para no ensuciarse) y cada una, nuestra inteligencia que a veces en
las cabecitas de las de pago, brillaba por su ausencia.
UNA PARA TI Y A VECES,
OTRA TAMBIÉN
Nos
dejaron sin magdalenas pero no nos importó. Aquellos niños tenían hambre y
nunca un dulce. A nosotros a veces se nos quedaban duras en la despensa,
por eso cuando nos dijeron que deberíamos compartir, pensamos que por una vez
las cosas podían ser un poco justas. Los mayores lo quieren todo y no ven que
tanto ellos como nosotros somos personas y ni notan, la tristeza en algunas
miradas.
CHEF DE EVENTOS
Nos dejaron sin
magdalenas pero me
alegro, ¡que se las coman y les dé una colitis y se vayan por el váter, por ser
ellos tan agonías! Como me suponía lo que pasaría, a la vez del polvo de
hornear y en lugar del aceite vegetal he puesto de ricino. Ellos matan a todos
los más vulnerables y los dejan que se mueran de hambre, ahogados o detrás de
unos alambres oxidados; si les toca a ellos ahora, no estaría mal. No pretendo
que se mueran, pero sí que sientan la agonía de sus víctimas alguna vez en sus
vidas.
Fui
una niña feliz, con muchas carencias como casi todo el mundo que vivía en el
medio rural en aquella época, pero feliz y querida. Debía ayudar en las tareas
antes de ir al colegio sobre todo. Vigilar a los animales del establo, ponerles
agua y comida hasta que papá y mamá terminaban las tareas del campo y entonces les
tocaba a ellos arreglar las zahúrdas de los animales, limpiar a fondo y si era
necesario, añadir pan duro, trigo, mondas y todo lo preciso para su crianza y
por último, visitaba a mi compañero de
juegos y de vida. Ramiro era el burro que acompañaba a mi padre a la ciudad,
cuando llevaba los huevos de las gallinas al mercado, el queso de cabra y las
aceitunas aliñás que las señoras del pueblo encargaban. A cambio volvía con las
alforjas de Ramiro llenas de telas que mamá convertía en camisas y vestidos,
delantales y manteles para la mesa de la cocina, algún pescado en salazón y
aveces, un caramelo o cualquier regaliz
que le regalaba D. Vicente el farmacéutico, cuando dejaba algunos de los
encargos de su señora.
Cuando
cumplí los ocho años y Ramiro empezó a ponerse viejito, papá decidió ir a la
ciudad con Baldomero, el caballo pecherón que le ayudaba en las tareas del campo
y a Ramiro lo dejó en casa para que fuera el compañero de juegos de mis
hermanos y mío, aunque fui yo la que le disfrutéhasta el día de su partida. Cuando salía del colegio me lo llevaba hasta
el arroyo cristalino y cuando se veía reflejado en alguna charca, pateaba el
agua como si reconociera algún hermano y al final, terminaba bañado y yo con
él. Le encantaba que nos adentráramos en los campos de amapolas. Las olía, las
besaba y las acariciaba con sus enormes orejas. A veces en la hierba fresca de
verano, nos tumbábamos y las siestas eran nuestra más reconfortante tarea. Yo
posaba mi cabeza en la suya y otras en su barriga. Leía en voz alta para que me
escuchara. Sabía que mis cuentos le gustaban tanto como a mí, después fueron
los libros e incluso las ecuaciones; si no era a su lado no conseguía
resorberlas. Papá y mis hermanos me decían para hacerme rabiar, que se me iban a poner las orejas de burro, pero
nunca me enfadé por ello y aunque no sabía cómo responderles, hoy les diría que
a mucha honra si así hubiera sucedido. Ramiro me enseñó a ser paciente,
cariñosa, agradecida y sobre todo a abrazar; con él empecé y seguí toda mi vida
abrazando y hoy cuando vuelvo a hacerlo, no puedo por menos ver a Ramiro
agradecido (nunca sumiso como dicen que son algunos animales que viven junto a
nosotros) e incluso, pude observar como lloraba cuando nos dolió algo cercano.
Nunca olvidaré sus últimas lágrimas. Sé que le apenaba irse para siempre y
dejarme sin su compañía, sin su dulce, suavey mullida almohada, que fue la que me hizo saber del amor y de la
gratitud.
A seguir viendo la tele me decía cuando llegaba rompiendo todo
lo que encontraba a su paso. Yo fingía mirar los dibujos, mientras me tragaba
el miedo, los mocos y el llanto con ellos. Sabía que después vendría a por mí,
me diría que eran cosas de matrimonios y que no me asustara. Se sacaría un
caramelo pegajoso del bolsillo y con mucho asco y temor le quitaba el papel.
Después cuando se quedaba dormido lo tiraba al váter, me abrazaba a mami y le pedía
que me llevara lejos, solo que las palabras se me quedaban enganchadas en la
glotis y nunca salían.
LA MERIENDA
A seguir viendo la tele a su lado y sin mirar a otro lado. Se
enfada cuando me ve tejer o leer un libro. Me pregunta diariamente quién es el
que presenta por la mañana y no soporta que no le conteste al instante. Luego
quiere que le ponga su programa infantil predilecto, porque ella no recuerda a
que número hay que darle en el mando y si no lo hago inmediatamente, la
pataleta puede ser de órdago. Ganas me dan de ponerla en el rincón de pensar,
pero me desarma cuando me pregunta si viene pronto su madre a darle la
merienda.
Esta
mañana mi amiga Paula me invitó a desayunar como hace de vez en cuando, en su
casa y con degustación de sus creaciones culinarias, esas que a mí me quitan el
hipo, la tristeza de la semana y hasta me hacen subira los techos de alegría.
Hoy
hatocado plumcakes individuales y coronados
con natas montadas y merengues multicolores, predominando el azul y lagrimitas
de chocolate. Cuando di el primer mordisco al primer plumcake (me he comido
tres), he saltado de la silla como si fuera un resorte el que me empujara y me
he puesto a bailar al son del tango Oblivion de Astor Piazzolla (por cierto, me
lo sé de memoria), solo que con la boca llena no podía tatarear la melodía,
pero sí escucharla o sentirla dentro de todo mi ser, este que me ha hecho girar
con una alegría que un poco más, salgo volando por la ventana cual mariposa o
golondrina primaveral, estando como estamos estrenando otoño; ¡pero claro con
este tiempo que tenemos, es fácil confundirse, hasta mis rosales están
floreciendo y nunca lo hacen en este tiempo y también las plantas de “la suegra y la
nuera”, están verdes y fuertes como tomando carrerilla para florecer en
cualquier momento! Pero a lo que iba, he bailado mientras comía y mi amiga
Paula me ha dicho toda extrañada, que estaba como muy sinestésica y me ha
dejado de piedra. Cuando me habla con esos términos tan…, bueno que no los
entiendo a la primera, me deja patidifusa, ¡vamos que me descoloco totalmente!,
así que me he sentado de nuevo (he engullido los plumcakes) y le he pedido que
me explicara de que se trababa ese término que no había escuchado hasta ahora y
algo me ha aclarado, pero a veces mi querida Paula me desborda y prefiero no
discutir o comentar lo que no entiendo. Me han dado ganas de decirle que a
veces cuando Ramón y yo hacemos el amor, veo la habitación azul y rosa, como si
todo nosenvolviera en un aura especial,
pero no me he atrevido a decirle nada por si cree que se me está soltando un
circuito, así que he comido como decía anteriormente (tengo el estómago pesado,
creo que no comeré en todo el día) y después me he ido un poco compungida. Paula
me ha dicho al despedirme que meobserve,
que puede que sea una persona con sinestesia, pero solo pensarlo me está dando
pánico. ¡Bien sabe Dios que estas cosas nuevas me dan pánico y veo todo
negro (negro literal) y, casi me dan ganas de hacer un pis de esos que no se
pueden controlar, por no decir que me meo en la pata abajo!