lunes, 28 de enero de 2008

LA CONTABILIDAD Y AQUELLOS TIEMPOS


El libro de tapas verdes es el Diario. Para el libro Mayor, vas a utilizar este grueso de tapas negras. También te servirá, para la cuenta de bancos y proveedores. Como ves, es de fichas de recambio bastante más cómodo y si hay algún error, podrás cambiar la ficha y no tendrás que hacer contra asientos, así no darás lugar a errores que a la hora de hacer balances e inventarios, vuelven loco al contable más aventajado.

Ella a sus dieciocho años, le mira con admiración y agradecimiento. Era su primer día en la oficina y llegó asustada. Sus nociones de contabilidad habían sido muy someras y aunque seguía estudiando, había un abismo de la teoría a la práctica, por eso tenía que agradecer la amabilidad de aquel ejecutivo, que se había brindado a iniciarle.

Se lo comunicó el que iba a ser su jefe, en las entrevistas previas que tuvieron antes de confírmale el puesto de trabajo: "No te preocupes, le había dicho. Don Luís te iniciará y si te surgen problemas, me ha dicho que no tendrá inconveniente en aclararte todos los inconvenientes que te surjan, es buen amigo y lo hace sin interés alguno".

La joven estaba encantada. Ya tenía trabajo y no resultaba tan difícil como en un principio creyó. El segundo día se arregló con más esmero aún. Estaba contenta y le gustaba ir bonita al trabajo. Ese día no se recogió sus largos y lacios cabellos, los dejaría sobre su espalda brillando a la luz del ventanal de la oficina. Sus compañeros la miran con simpatía y admiración. Se siente bonita, sabe que no es una chica especial, pero si creé ser una chica agradable.

Al cabo de una hora, llega el ejecutivo. La llama al despacho. Esta vez en su mirada no ve simpatía, hoy le da un poco de asco su mirada y al mismo tiempo, un poco de miedo. Al pasar los días y según va tomando confianza, a ella le gusta menos su mirada y su sonrisa. Un día, se confirman sus temores. Aquel hombre que creyó un señor, se derrumba del todo. Se muestra ante ella como una hiena al acecho de su pieza de caza.

La joven contable, empieza a comprender a su tía-abuela, cuando le afirmaba sin lugar a rectificar: "Los hombres son lobos hambrientos, cuando ven a una paloma recién salida del palomar".


... confidencias de una vieja dama.

Nani. Enero de 2008.

miércoles, 23 de enero de 2008

NIEBLA EN LA NOCHE



Los pasos cada vez se notaban más cercanos, y la inquietud fue en aumento. Había salido de casa para ir a terminar un trabajo con un compañero de facultad y cuando bajaba hacía el río, la niebla había crecido en espesura y humedad. Los latidos de su corazón se hicieron tan sonoros y la sangre se agolpaba en sus sienes y en su garganta de tal manera, que temía fuesen escuchados por el perseguidor. Pensó esconderse en los soportales, pero el sólo hecho de imaginarlo, le produjo un escalofrío que le erizó el bello. Con el frío producido por el clima nocturno y el que le proporcionaba su mente, caminaba por el centro de la calle, con las manos embutidas en los bolsillos y la cabeza metida entre las solapas del abrigo, intentando ocultar a sí mismo, su propio miedo. Al menos – pensó -, yendo por el centro de la calle y de ocurrir algo, sería más visible al ojo humano y era posible, que en algún balcón o ventana hubiera un ojo curioso y despierto.
Cuando salió no estaba la noche tan lúgubre y oscura. La niebla había crecido minuto a minuto, y cada vez se hacia más espesa y desoladora.
Al volver una esquina, miró de soslayo para intentar descubrir al dueño de las pisadas que le perseguían, pero la espesura que encontró a su espalda era tan opaca, que del propio sobresalto la inquietud aumentó.
Allí se encontraba en medio de aquella humedad espesa y perseguido. El desconsuelo y el pavor que se estaba adueñando de su ser era tal, que incluso estuvo tentado a dejarse caer contra la pared y esperar allí al que tan próximo se presumía. Pero un impulso sobrehumano le empujo a apresurar el paso cosa que también hizo el que le pisaba los talones. La carrera crecía en ritmo, así como el propio ritmo cardíaco se intensificaba. Cuando ya creía desfallecer por el miedo, el sudor frío que le empapaba todo el cuerpo y las piernas que casi no respondían a su impulso, una mano se posó sobre su hombro y escuchó una voz que decía: “Alberto por pocas te alcanzo, que prisa llevas. Quería saber si mañana podrías prestarme el portátil en la facultad. Tengo que hacer una presentación en clase de económicas y el mío se ha estropeado. Lo necesito para que el catedrático me pueda puntuar”.

NANI. Enero 2008.


jueves, 17 de enero de 2008

PRIMAVERA






Y de nuevo ese olor tan característico, tan peculiar y tan primaveral. Eran esos famosos "chaparrones de mayo", que dice la canción. Era olor a tierra mojada y lo notó al abrir la ventana, por la mañana.
Sus hijos y su marido se disgustarían. La noche anterior habían proyectado ir al campo. Primero habían propuesto llegar en coche hasta el camino de los Cipreses, allí pasearían ellos dos, mientras los niños jugaban al fútbol. Después, volverían a montar en el coche y llegarían hasta la alameda. Allí, a orillas del arroyo almorzarían los filetes empanados y el remojón de naranja con bacalao, que tanto les gusta a los niños, y de postre tendría que ser yogur, los peques llevan muchos días dándole de lado al vaso de leche.
Mientras miraba por el ventanal, pensó en volver a la cama: "Ufff, es domingo y con esa lluvia no podemos movernos de casa, pobrecillos se van a enfadar, con la ilusión que les hacía. A todos nos hubiera venido de perlas respirar aire puro, ha sido muy largo y frío el invierno. El trabajo bastante pesado y a los niños, les viene largo ya el curso, están deseando que lleguen las vacaciones. Bueno, lo haremos el próximo fin de semana, si no llueve...".
De pronto se acuerda de sus padres y suegros. Les echa de menos desde que se tuvieron que trasladar de ciudad. Es tan dulce su suegra, tiene tanto encanto, se lleva tan bien con ella. Y su suegro tan gruñón, pero a la vez tan simpático. Siempre notaba cuando estaba triste y conseguía que olvidara el motivo de su tristeza y acabara riendo. ¿Y sus padres? La verdad es que las dificultades que tuvieron que atravesar las acusaban, pero habían sido tan comprensivos con ella y sus hermanos, les añoraba tanto. Extrañaba la mano cálida de su madre posada en la suya y como trasmitía cuando la miraba a los ojos. Su padre tan bondadoso, tan... Tengo que llamarles hoy, necesito escucharles, necesito saber de ellos. Les necesito,por Dios, les necesito.
Suena el teléfono. Se asusta. Está tan absorta. Tiene como un presentimiento y se le oprime el estómago.
¿Si? ¡Dígame! ¿Qué? ¿No, por favor, diga que es una broma, no. No puede ser, hoy no, por favor, hoy no!



nani. enero 2008.

NOTA EXPLICATIVA: Veo en la mayoría de los comentarios, que este final angustia un poco. Debeis pensar que es simplemente un relato y que es verdad que pretendí en su día, darle un giro inesperado (parece que lo conseguí), en las peli que vemos a veces pasa igual. Sólo soy un poco retorcida, pero os aseguro que simplemente cuando escribo, en la vida real, na de na.

lunes, 14 de enero de 2008

PREGUNTAS PARA ANTES DE DORMIR



“Siempre di lo que sientes
y haz lo que piensas"

(Gabriel García Márquez)


Paco es el médico de una pequeña localidad de provincia. Esta noche, no logra conciliar el sueño, pensando en la visita que le ha hecho su amigo Luis.
“¡Por favor, ayúdame!”, le había pedido.
Pero ¿qué quieres que haga, di?
“¡Sólo te pido que me ayudes, tan sólo eso!”.
“! Sabes que siempre he sido tu amigo. Sabes que me has tenido cuando me has necesitado, pero si no te explicas mejor, no sabré que quieres de mi!”
“En el trabajo me están poniendo muchas dificultades. Ayer vinieron Pablo y Jesús y me dijeron que si continuaba con esta forma de vivir, tendrían que tomar decisiones drásticas y para colmo, don Matías el párroco de san Cristóbal, hace dos días me insinuó, que si quería portar las andas de la patrona, tendría que dar ejemplo que de lo contrario, ¿qué será lo que aprendan los niños y los jóvenes?, y ¿qué será lo que piensen las personas respetables? ¡Es siempre lo mismo, siempre igual. Yo no puedo luchar más. He nacido así, tu mejor que nadie lo sabes! Además, ¿qué daño hago? Siempre he respetado a mis semejantes, he ayudado a mis vecinos y en el pueblo cuando me han necesitado y cuando he creído que debía aportar mi colaboración, ahí he estado. He cuidado incluso de los bebés de las vecinas, cuando me han necesitado. Soy responsable en el trabajo. Estuve al lado de María, cuando tuvieron que ingresar a su marido en el centro de desintoxicación. ¡No puedo más!”, dice con voz entrecortada, intentando sujetar un sollozo, que rompe al final, introduciendo el rostro entre unas manos temblorosas, apareciendo aun más en estos momentos, su aguzada sensibilidad, esa que las malas personas no le perdonan.
La impotencia de Paco es absoluta, sabe que no puede hacer nada, a excepción de darle apoyo moral y cariño. Sabe que no pueden luchar contra la burguesía de un pueblo hecho a base de tradición y que no se para a pensar en lo evidente y natural. En un pueblo que “la tradición es la tradición” y “los tíos tienen que ser muy machos”, (aunque algunos dentro de sus casas, humillen a su familia e incluso den alguna bofetada a la que comparte su cama).
¡Pobre amigo mío!, Que mal se lo están haciendo pasar. Ojalá todo cambie. Pero esta gente no aprende, si no es con heridas en su propia carne y aun así, no se apean del burro, porque lo dice la tradición, porque “las cosas son como son”. Este caso es el mismo que me contó mi colega Alfonso, al que sustituí –sigue pensando el médico -. Qué razón tenía cuando me decía: “¡Tienes que luchar con una piara cafres, que no entienden si no es a fuerza de cachiporra. Tienes que andar con una agudeza increíble, de día y de noche, porque son tercos como mulos!” Y vaya si tenía razón Alfonso. Aquel chico tuvo que irse a la capital, y cuando volvió para cuidar de su madre enferma, la pena se lo llevó a él también, ya que no hubo quién le apoyara y le comprendiera, así que la solución fue acompañarla.
No hay derecho a que la sociedad ponga tantas etiquetas a sus semejantes: “Este no me interesa porque es más moreno. Este otro, tiene el pelo demasiado largo, o demasiado corto. Esa mujer se pone demasiado llamativa y eso es de fulanas. Ese chico tiene ademanes. Aquel no tiene donde caerse muerto. Aquella mujer es inferior porque se dedica a fregar escaleras”, ¡por Dios! ¿hasta cuando todo esto?. ¿Nos hemos preguntado acaso alguna vez como somos cada cual? Nunca me gustaron las etiquetas, ni colocarlas; pero no me queda más remedio que pensar, que no dejamos de ser como los antiguos fariseos. Hasta el propio Cristo dejó que una prostituta le lavara los pies y después dijo: “¡Quién esté limpio de culpa que tire la primera piedra!” Y seguimos lapidando al cabo de tantos siglos. Y seguimos crucificando a todos los cristos que nos tropezamos a diario, a los más débiles, a los que proceden de lugares más pobres. A los cristos de otro color, a los que atraviesan las fronteras en pateras a costa de sus vidas. A los que en definitiva, han tenido la “desdicha” de nacer, en otras cunas y mamar otras leches, que no son las que determinados seres han estipulado. ¡Pero Dios! ¿Qué leches mamamos algunos, que parecen venenos que van corroyendo despacio, muy despacio, que se van apoderando de todo lo que pisamos y pensamos, de todo lo pertenece a toda una humanidad, sin distinción de clases, lenguas, color, religión o maneras escogidas de vivir?.
¡Dios dime!, ¿qué clase de leche estamos mamando y le estamos dando de mamar a nuestros hijos?
De pronto, Paco se sobresalta escuchando muy cerquita del oído la voz de su mujer que le dice: “Pero Paco, ¿otra vez desvelado?, ¡pero si tu ya haces lo que puedes, anda vamos a dormir!.
Y apretándose los dos uno junto al otro, ella le besa con mucha ternura e intentan que les atrape el rey de los sueños.




Para ti que no pudiste llegar al final.


Nani. Enero de 2008.

martes, 8 de enero de 2008

NORMAL Y COTIDIANO


VAN DOS MUJERES MUERTAS A MANOS DE SUS COMPAÑEROS EN LOS OCHO DÍAS DEL NUEVO AÑO. ESTE RELATO ES UN HOMENAJE A ELLAS.
Se mira en el espejo del baño. Acaba de darse una ducha. La tarde es bastante calurosa y no se encuentra bien. Le agobia el calor, pero sobretodo, la vida transcurrida. Mientras se ve reflejada en el "cristal azogado", su manos recorren su rostro que comienza a ponerse flácido. Sus dedos pasan por encima de los párpados y se detienen en unas "patas de gallo" que empiezan a asomar y siguen bajando hacía la nariz. La boca en un gesto impulsivo, hace el ademán del beso y comprueba como alrededor de sus labios se insinúan unas arrugas, que aunque muy poco visibles, ya se anuncian. A ella siempre le impresionaron esas arrugas de las "divas en declive" cuando las veía por la tele. Poco a poco y muy despacio, se van deslizando dos lágrimas por sus mejillas. Nunca creyó que le asustara envejecer y esto, parecía un comienzo, Pero no, no era eso lo que más dolía. Dolían más las arrugas que le estaban saliendo al alma. Es como si la que cambiase tan solo fuera ella. Como si tan solo a ella, le salieran alguna que otra arruga. Como si tan solo a ella se le quedara pequeña aquella talla 42. Como si ella solamente, se quedara dormida después de la comida y se le escapara algún que otro ronquido. Como si tan solo ella, estuviera cansada. Deja que las lágrimas caigan en cascada al lavabo. No se retira del espejo. Este ahora le está haciendo de "pantalla retrovisora" y se ve el día en que se arregla para su boda. Está sola. Nadie le ayuda pero tampoco lo echa en falta. Ya estaba acostumbrada a resolver sus necesidades sola pero además, tenía tan pocas necesidades. Pero le hacía tanta ilusión cambiar de vida, ser necesitada y tener necesidades. Quería tanto a aquel hombre con el que esa tarde empezaría a compartir toda una vida. Toda una vida a la que desde el primer día le puso el alma, el cuerpo y todo su ser. Y llegaron los hijos. Los tuvo que combinar con su trabajo en casa y fuera de ella. Todo fue trascurriendo tan normal. De tan normal que fue transcurriendo todo, llegó un momento que la normalidad fue como una losa que la emparedó. Todo fue tan normal que sus necesidades se limitaron a llevar una casa, criar unos hijos y educarlos, aunque después tampoco resultó según quienes, que estuvieran tan bien educados. Estar pendiente de aquel compañero que a veces era todo menos compañero, pero claro, también eso era normal y ahora..., sus manos se detienen en su vientre desnudo y un poco abultado. Si, abultado porque con el tiempo fue engordando pero además..., ahora cuando creía que podría dedicar algún tiempo a la lectura, a ver alguna que otra película, asistir a clases de inglés e informática ahora..., de nuevo embarazada. Y que mal les ha caído a esos hijos y a ese compañero, como si estas cosas solo dependieran de ella. Como si ella no necesitara algún cariño y algunas caricias, aunque fueran con esa normalidad de lo normal de la vida cotidiana. Si, embarazada y claro: "Ese hijo es tuyo", le había dicho él cuando por la noche se lo confirmó. Como si los otros no hubieran sido suyos, en todo y por todo. Todo había sido suyo. Suya la responsabilidad, la educación, la armonía exterior y la interior, la belleza..., todo de ella pero cuando se pierden algunas cosas, también era su culpa.

Tocan a la puerta del baño y se sobresalta.

"Mamá por favor, que tengo que arreglarme, que viene Paco dentro de media hora a recogerme".

Se lava la cara, mientras contesta: "Enseguida salgo cariño, estoy terminando".

Se vuelve a mirar en el espejo y al mismo tiempo, le dice a la imagen reflejada: "Estás terminando y empezando una vez más, así que la vida continua, es lo más normal".
Nani. Enero 2008.

miércoles, 2 de enero de 2008

LA NOCHE MÁGICA




Limpió los zapatos con mucho cuidado y esmero, los demás días lo hacía de corrido y porque mamá estaba encima, de lo contrario no le dejaba salir para el colegio si se los encontraba sucios. Cuando los dejó brillantes como la bandeja de plata, que tenía la abuela en el aparador, los llevó al balcón. Miró el cielo para observar si iba a llover o nevar y como no quería arriesgarse, cogió el paraguas de papá y lo abrió. Debajo cabían los zapatos suyos, los de sus hermanos y los de papá y mamá, pero... claro, el paraguas había que dejarlo de forma que quedara vertical, así que con la cuerda de la persiana ingenió un nudo para que esta hiciera las veces de sombrilla de playa, protectora de zapatos, en la noche de Reyes Magos. Después, preparó el cubo de agua para los camellos. Las tres copitas, con su correspondiente botella de licor y la bandeja de los polvorones. Sabía que todos los años los Reyes se tomaban algo, así como los camellos, por lo tanto no podía olvidar estos detalles. Cuando hubo terminado todos estos rituales, se colocó el pijama, besó a sus padres y se fue a la cama, satisfecho. Le costó quedarse dormido y mientras tanto, comenzó a hacer examen de conciencia. La verdad es que salían más travesuras que buenas acciones, pero se tranquilizó al recordar una conversación de mayores, escuchada en la tele. No la entendió mucho, pero por lo que decía un profesor de escuela de niños grandes y que parecía muy famoso por la importancia que le daba el presentador y la atención que le prestaban sus papás, ese señor había dicho que los niños si no eran traviesos e inquietos, que no eran niños de verdad, así que pensó que como todavía no se afeitaba, se encogió de hombros y listo.: "Si lo dicen estas personas importantes, yo tranquilo y a dormir".

De pronto se despierta. Es de día. Se tira de la cama y va al comedor. Allí es donde todos los años dejan los regalos los Reyes Magos. No hay nadie. Las copas están limpias y no se han comido el polvorón de costumbre. Va al dormitorio de papá y mamá y están durmiendo tan tranquilos. Sus hermanos también duermen. Muy triste se vuelve a la cama, diciendo: "Mentiroso, mentiroso, has dejado que creyera que puedo ser algo travieso, eres un mentiroso, Yo tenía que haber pedido perdón, en mi carta a los Reyes y ahora, por tu culpa no han venido, mentiroso, mentiroso".

De pronto, siente como lo zarandean. Es papá embutido en su bata de cuadros: "¿Pero que te pasa, porqué gritas, a quién llamas mentiroso? Cómo sigas gritando, vas a asustar a los camellos de los Reyes y no van a venir".

El niño mira el entorno y observa que aún es de noche. Entonces con enorme alegría, abraza a su padre y le pregunta: "¿Papá, que ha pasado?

"Anda sigue durmiendo, le dice el padre, mientras le acurruca. Creo que has tenido una pesadilla y dándole un beso en la frente, sigue diciendo. Seguro que te has puesto morado de tarta y ahora te sale por las orejas. Anda sigue durmiendo, que cuando vengan los Reyes, te llamamos, ¿vale?".

El niño, con todo esto que le dice el padre, se entremete entre las mantas y sigue durmiendo. Ahora, sueña con pajes con turbantes. Camellos sedientos. Reyes cariñosos y sonrientes. Bicicletas que hablan, máquinas de tren que ríen y muñecos que juegan a la rueda y en el centro, está él sonriendo y levantando la ceja derecha, igual que siempre le ocurre cuando está a punto de hacer una nueva travesura.

Nani, Enero 2008.

FELIZ AÑO Y QUE TODO LO QUE LE HABEIS PEDIDO A LOS REYES, ESTÉN DENTRO DE VUESTROS ZAPATITOS LA MAÑANA DEL 6 DE ENERO.