lunes, 26 de febrero de 2018

FETICHE


Cuando se acercó a cerrar la ventana, tropezó con el guante que creyó haber extraviado en el recorrido por el museo de artes decorativas. La felicidad que le ocasionó el hallazgo fue máxima, ya que dicha prenda había pertenecido a su abuela y siempre le atribuía un halo de buena suerte y misterio al mismo tiempo. Aun  pareciendo superstición era algo que no podía evitar. Salir a la calle sin llevar esa prenda resultó ser algo ya impensable, tanto si era invierno como época estival. Sabía que era diseño propio y sobre todo, sentirse dentro de esa piel o llevarlos cerca, era como notar la caricia de la persona que más amó de niña. Nunca creyó hacer mal a nadie si con ello se sentía protegida.


Nani. Febrero 2018

sábado, 17 de febrero de 2018

FOBIAS




No me gustaba coger el álbum de fotos de los abuelos. Siempre me dio un cierto calambre o escalofrío tocarlo y mucho más, mirar las fotos de color sepia y humedecidas por las esquinas. Olían a naftalina y a moho. Si las rozaba dejaban ese olor nauseabundo en mis manos que por mucho que las lavara, allí seguía. A veces no quedaba otra que alargárselas a la abuela. Ella se empecinaba en que mirara aquellos recuerdos que a mí me producían miedo y espanto. Un día de pequeño escuché escondido detrás del sofá que el hijo de la abuela, mi tío, había raptado a los hijos del vecino del pueblo para pedir un rescate y la niña se le había ido de las manos. A partir de ahí, a la abuela se le fue el hijo al penal para toda la vida y con él, todo su juicio. Por eso no soportaba el álbum, ni aquella niña que se veía en la esquina de la foto más vieja. Esa niña que parecía huir no he sabido nunca, si hacía arriba o hacia abajo y que mis padres decían que no estaba en el viejo retrato.


Nani. Febrero 2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

NO SERÍA POSIBLE

Se quedaban discutiendo donde pondrían el sofá y terminaban estrujados como si de uno se tratara. La luz que penetraba durante el día y la luna que se colaba por la noche eran sublimes e insustituibles. Cambiarlo de sitio sería imperdonable y la discusión era un acicate; el aliño y el morbo para comenzar con desenfreno a hacer el amor.


Nani. Febrero 2018

lunes, 12 de febrero de 2018

CONJUGA-DOS


Enlaza-dos
Acaricia-dos
Susurra-dos
Calma-dos
Comparti-dos
Olfatea-dos
Instui-dos
Adivina-dos
Ama-dos
Besa-dos
Senti-dos
Respeta-dos
Uni-dos
Toca-dos
Escucha-dos
Queri-dos
Halla-dos
Conjunta-dos 
Considera-dos
Goza-dos
Comprendi-dos
Libera-dos
Mira-dos
Aspira-dos
Suspira-dos
Llora-dos
Preocupa-dos
Interesa-dos
Perdona-dos
Entrega-dos
Busca-dos
Dormi-dos
Reposa-dos
Espera-dos
Sonrei-dos
Apoya-dos
  

 ENAMORA-DOS.

Nani. Febrero 2018











sábado, 10 de febrero de 2018

EL BESO


Te beso y reflexiono.
No te miro triste,
sino que te pienso al tenerte cerca.       

En ti y en mí, pienso.
En mí y en ti,
para ser uno,
mientras te huelo.

Me besas y reflexionas.
Tu mirada es alegre y dulce,
porque eres  explosión,
brillas como las estrellas
y no te importa el mañana
sino el instante del beso y la mirada.

Nos besamos y reflexionamos,
Las miradas se nos cruzan
y la vida fluye.

Nos besamos y nos miramos.
Vivimos y reflexionamos,

para tan solo, estar.

Nani. Febrero 2018

lunes, 5 de febrero de 2018

INFANCIA ARRUINADA ( finalista en Wonderland)


Todos los días desde que terminó el parvulario, la recogía el autobús escolar a dos kilómetros de casa, lloviera, nevara, hiciera un sol de justicia, cayeran pedruscos o chuzos de punta.

Más tarde sus padres prefirieron dejarla interna en un colegio y allí comenzó su tortura. Entre muchas cosas, dejó de escuchar la radio mientras cenaban y se reían con las parodias de turno. No comprendía que debiera vestir con uniforme, en casa siempre llevaba la ropa cómoda de las tareas del campo. Tampoco le gustaba que la madre superiora le tirara del flequillo o las trenzas cuando no hacía correcto el dictado o se equivocaba al multiplicar; pero lo que más le angustiaba, era que le metiera la mano por debajo de la falda D. Mariano, mientras a su lado hacía la lectura del día.


Nani Canovaca. Enero 2018



https://blog.rtve.es/wonderland/2018/02/cuando-la-asesina-es-invisible-e-implacable.html

sábado, 3 de febrero de 2018

FAIZAH


Amondi era una madre de familia que estaba dando a luz dentro de una casa-choza. Después de muchos esfuerzos nace una preciosa niña con el peligro de haber perdido la vida por venir con el cordón umbilical envuelto al cuello. Pasados unos instantes y recuperando el aliento, pide a su marido poner a la niña Faizah que significa “victoriosa”.
Faizah creció con una mirada penetrante y una fuerza casi impensable en una niña tercermundista, alimentada como el resto de sus hermanos de la manera que buenamente podían, trabajando y esforzándose desde que empezó a andar. Más tarde y cuando comenzó a acarrear botijos de agua, era la primera en llegar a los pozos y la primera en volver, incluso ganando en las carreras a sus hermanos y resto de niños de la aldea.
Un día llegaron al poblado un doctor y su enfermera con el fin de vacunar a los bebés, puesto que el año anterior había habido una epidemia y murieron más de un centenar, allí y en los alrededores. Faizah con su mirada intensa y la sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes, conquistó a la enfermera y esta le pidió la ayudara a recoger y guardar botes, desechos y algodones en el contenedor. Mientras tanto, le preguntaba qué era lo que hacía normalmente, como ayudaba en casa y que cosas le gustaban. Faizah con esa mirada tan suya le dijo que le gustaba correr como hacen las gacelas, ganar a los niños cuando van a por agua y sentirse como una rama de baobab al viento. La enfermera que volvió con el doctor muchos años, le habló de las carreras de velocidad que se hacían en los países como el suyo, enseñándole una revista deportiva que había llevado  y pidiéndole que nunca dejara de correr, que se entrenara y que al siguiente año cuando volvieran, le llevaría documentación para que tuviera más información al respecto. Faizah se sintió muy feliz y entusiasmada con las palabras de su amiga, no dejando de entrenar como ella le había pedido y no dejándose ganar por sus hermanos y niños de la aldea.
Poco a poco consiguió tener más conocimiento y año tras año, fue sabiendo más de las categorías y todo lo relacionado con lo que a ella tanto le gustaba y le apasionaba, pensando que algún día lo conseguiría, ¡estaba segura!
Sabía que de su tierra era difícil salir, pero se entrenaba a conciencia y cada día mejoraba sus marcas. Pasado el tiempo la enfermera le llevó cronómetros y utensilios para comprobar sus resultados e incluso, para medir sus pulsaciones y sus latidos, ya que le informó que si se esforzaba más de lo que su cuerpo pudiera resistir, le podría perjudicar en vez de beneficiarle.
Llegado este momento su preocupación fueron sus padres y la manera de convencerles para que la dejaran marchar, aunque sabía que con su persuasión podría conseguirlo, ellos eran distintos y entendían que había otro mundo fuera que le podía proporcionar alguna oportunidad.
Sus padres nunca le hicieron daño cuando era pequeña como al resto de las niñas. Su baba nunca dejó que las mujeres de la aldea utilizaran una cuchilla con ella, sino que la que tenían en casa solo la usaron para rasurar la poca barba que tenía él o sus hermanos. En su casa-choza, siempre hubo cariño y mucho respeto, eran muy humildes pero se querían y se ayudaban siempre que era necesario, compartiendo lo poco que tenían. Y eso siempre lo guardó en su corazón y supo agradecer los beneficios que obtuvo, se sabía distinta al resto de niñas en todos los sentidos.
Un día mientras entrenaba al caer la tarde, observó a unos hombres como sacaban a escondidas al pequeño Chiumbo de su casa-choza y lo introducían en un coche, donde había una mujer blanca que lo apretó contra ella. Chiumbo era un niño muy bonito que había nacido unos meses antes. Desde su escondite pudo observar como los padres fueron atados para que no pudieran defenderse ni luchar por su hijo.
Aquel día y en ese preciso instante, Faizah comprendió que había llegado el momento de conseguir su primer trofeo. El automóvil se había puesto en marcha y ella corrió tras él a discreción, pero sin perderlo de vista. Cuando llegaron a un pequeño oasis cerca de los pozos donde todos los días iba a recoger el agua, se ocultó entre unos matojos y espero a que bajaran. Todos fueron a refrescarse mientras dejaban a Chiumbo dormido en los asientos. Con el sigilo de la culebra, se deslizó dentro del coche por el lado que había quedado abierto, cogió al pequeño y comenzó su primera y gran carrera con el niño apretado a su pecho.
Cuando lo entregó a los padres supo que su primer trofeo lo había conseguido, no era de oro, plata o bronce, sino tan grande como la luna que los miraba allá arriba y a la que daba las gracias mientras descansaba.
Desde entonces supo que las competiciones las ganaría y que confiando en su esfuerzo, quizá llegaría a participar en alguna olimpiada.
Cuando cumplió quince años logró acompañar a su amiga enfermera y allí comenzaron los entrenamientos en equipo.  Pasado un tiempo, obtuvo la primera medalla de las muchas que llegaron después. Con toda ilusión la mandó a casa para que su familia pudiera tenerla tan cerca como ella los llevaba a todos en su corazón.

Nani. Febrero 2018