viernes, 24 de julio de 2009

NO ES NO


Dibujo de Mariapahn


No. No le dijo una y mil veces.

No, le dijo aquel día que no quiso escuchar sus razones.

No, le dijo aquel día que estaba agotada y no quiso entenderla.

No, le había dicho aquel día que se sintió vejada y humillada.

No, le dijo cuando se sintió cansada de perdonar y de esconder su dolor.

No, dijo cuando se desangró por dentro a pesar de intentar sonreír.

No, dijo cuando le pesaba el alma.

No, le dijo cuando le dio la primera bofetada.

No, le dijo a pesar del miedo.

No, le dijo una y mil veces.

NO ES NO le dijo, cuando le vio sacar la navaja.


Dedicado a Ascención y a todas las Ascenciones del mundo.


Nani. Julio 2009.


sábado, 11 de julio de 2009

LA VENTANA





Recogí mi cámara de fotos y salí a la calle. El sol me deslumbró. La penumbra que mantenía dentro de casa, me dejó noqueada al salir. No podía imaginar como lucía, como quemaba y como brillaba. Pensé que mejor hubiera sido esperar al anochecer con la fresquita, claro que esa hora no hubiera sido la adecuada, ya que mi intención era hacer fotos. A estas horas, las personas andaban recogidas buscando el fresquito de algún rincón casero y refugiarse de los rayos de sol que se metían hasta en el último poro de la piel.

Andaba con estos pensamientos, cuando me encontré en unos callejones estrechos y encalados. Me alegró haber decidido seguir, porque la pulcritud de las fachadas encaladas y el brillo solar, hacían un matrimonio perfecto para que el objetivo de mi cámara, captara todo lo que iba buscando y sin apenas darme cuenta, fui a parar frente a una ventana a la que no había prestado atención anteriormente. Me quedé parada mirando, mi mente cavilaba mientras mis manos no paraban, mis ojos enfocaban y mis dedos pulsaban.

El objetivo fue una antigua ventana deslucida con postigos cerrados a cal y canto. Los hierros retorcidos parecían mostrarme lo intrincado que es a veces la vida y al zumbar esta última palabra en mi interior, produjo en mí un efecto tal, que me dejó allí mismo quieta y plantada, sin dejar de mirar aquella cosa antigua y retorcida, que delante de mí parecía querer decirme algo.

Dejó de existir la cámara y la agilidad de mis manos. Fue algo que no había ocurrido antes, la sensación era extraña y a la vez, inquietante. Mi mente imaginaba qué habría sido lo que ocurrió detrás de esos hierros y aquellas viejas maderas a lo largo de tantos años de existencia y vi pasar delante de mí a una señora con traje “Luís XV” de pelo preciosamente cuidado, que llamaba a su ama de cría, mientras espera sentada en un gran sillón con la mirada perdida. En otra habitación (parecía una biblioteca), había un caballero con monóculo que leía algo que parecía tener mucho interés. Y lo que me hizo reaccionar con un escalofrío enorme, fue cuando creí percibir el aliento de un caballo y a lomos de este, un hombre del pueblo llano que miraba con una intensidad desmesurada la ventana, mientras apretaba los dientes y sujetaba con la mano derecha un trabuco. Me restregué los ojos, hice un gran esfuerzo para recolocar mi cabeza y empecé a recorrer el camino de vuelta. Tenía ganas de descargar las fotos, para saber si todo aquello que creía haber visto, era producto de mi imaginación, del soletín que mi cuerpo había empapado o que bien, me metí en otra época sin apenas darme cuenta.


Nani. Julio 2009.