viernes, 24 de agosto de 2018

EXAMEN FINAL


El tutor no quita la vista de Marga ya que la nota muy excitada. Se rasca la cabeza y hace y deshace con ayuda de un elástico el peinado con el que entró. Está pendiente de su inquietud y de lo poco que ha escrito. Los folios están casi intactos y el bolígrafo que dejó sobre el pupitre hace ya un buen rato que no lo ha vuelto a utilizar. Le preocupa la tristeza que tiene últimamente y que percibe en su actitud, convirtiéndose en irritabilidad y desprecio hacía todo lo que le rodea. Teme que estropeé su bonita trayectoria en los estudios emprendidos y se plantea hablar con ella o con sus padres, ya que de seguir así la beca que tiene pendiente y todo su futuro se irá por la borda, así como su estabilidad emocional. Deberá actuar porque  presiente que haya acoso por parte de alguien.



Nani. 15 agosto 2018

lunes, 20 de agosto de 2018

LA REALIDAD DE CADA CUAL




Me gustaría saber qué es lo que impulsa a la señora del bolso gris, a quedarse bajo el sol del mediodía mirando el edificio de enfrente. Se seca continuamente el sudor con el dorso de la mano y me temo que vuelva a darle un vahído como la pasada semana. Le he preguntado qué le motiva a pasar tanto tiempo a esas horas mirando el edificio pero no me ha respondido, tan solo ha hecho una mueca (intento de sonrisa) y me ha dicho que no me preocupe, aunque la verdad es que me inquieta. Un señor que salió después de que se la llevaran en la ambulancia, me comunicó que hace tiempo y siendo ella aún joven, su hijo y su marido entraron a hacer unas gestiones y el joven quedó atrapado en el ascensor. Por lo visto no pudieron rescatarlo con vida. No sé si será verdad, pero puedo entender que intente esperarle y verle salir de nuevo. Me gustaría no solo saber, sino ayudarle a entender que las cosas pasan y hay que aceptarlas.

IGUAL A DOS

Me gustaría saber qué piensas cuando te sorprendo mirándome de soslayo.
Me gustaría saber qué dice tu mirada cuando no resistes la mía.
Me gustaría saber que tiene de dulce un beso tuyo.
Me gustaría saber dónde van tus pensamientos.
Me gustaría saber qué dice tu cuerpo cuando casi te escondes.
Me gustaría saber cómo sería una caricia tuya.
Me gustaría saber qué ocultan tus palabras no dichas.
Me gustaría saber por qué te estremeces cuando te rozo.
Me gustaría saber si entre tú y yo, hay algo que merezca la pena.
Me gustaría saber si uni/dos sería/mos una más uno.

Nani. Agosto 2018

domingo, 12 de agosto de 2018

LOS PAJARITOS




Palabras obligadas:  pasaporte, horizonte y laberinto.


Éramos compañeras de colegio y amigas fuera de él, desde que estuvimos en párvulos. Cuando por la tarde terminaban las clases, merendábamos y quedábamos con el resto de compañeras a jugar a la comba o si nos íbamos al parque, nos uníamos al ir pasando por las casas que nos cogían de paso. Mi amiga vivía en una casa antigua y muy fresca en verano. Tenía dos entradas ya que hacía esquina. Una de ellas daba a una calle muy estrecha y umbría que era por donde entraba la chica de servicio, la familia y todo lo relacionado a dicha estirpe  y la otra entrada mucho más interesante daba a la calle principal, ya que al mismo tiempo era el negocio que regentaba la abuela. Fue una tienda de sobreros “Sombrerería Los Pajaritos”, donde me encantaba esperarla. Siempre estaba la abuela con su gran escote ¡hiciera frío, cayeran chuzos de punta o un sol de justicia típico de la Andalucía más caliente! Quedó viuda hacía ya mucho tiempo y era principalmente la fuente de sustento de toda la familia. Tenía que andar muy arregladita y presentable, ya que su clientela era mayormente masculina y ella sabía cómo agradarles, coqueta siempre y con una adorable sonrisa para alegrar la vista a su concurrida clientela. Me gustaba verla sacar con maestría los sombreros de aquellas enormes cajas redondas de cartón de donde salían sombreros de fieltro, gorras de lana y hasta un día estando yo allí, un pasaporte que le había guardado a un señor que según me dijo mi amiga, fue espía y cónsul en la posguerra española. Cuando descubrí este secreto y alguno más, me sentí la niña más afortunada del mundo, ya que en cierto modo formaba parte de la historia de mi país. Me contaba mi amiga, que su abuela era colaboradora y colega de muchos hombres que con la excusa de la compra de una gorra o un sombrero por allí aparecían con un encargo, procurando estar preparada cuando en el horizonte los veía aparecer estando asomada a la puerta tomando el sol mañanero o intuía su llegada; aunque el teléfono que había en la trastienda también jugaba un papel bastante importante, siendo a veces mi amiga quién recogía los recados por norma en clave y bien amarrados, para que nada se notase desde la percepción de cualquier cliente o amigos que pasaban a saludar. A veces aquel local era como un casinillo, donde se ponían al día los parroquianos de mi pueblo tanto de chismes, dimes y diretes, fallecimientos y todo tipo de acontecimientos. Más tarde supe que el laberinto de cajas y fieltros recogían en dobles fondos, documentos que de haberlo sospechado las autoridades de la época, hubieran metido entre rejas a la abuela, los padres e incluso a mi amiga a pesar de ser una niña de secundaria cuando empezó a formar parte de la trama que allí se cocinaba, igual que el puchero o las lentejas que a la subida de las escaleras se cocían a fuego lento y que también vigilaba la abuela, siempre activa y matriarcal. Su madre como era habitual en una señora de la época, se pasaba el día en la salita al final de la escalinata tejiendo jerséis, calcetines y braguitas blancas relucientes, con una destreza que me hipnotizaba. Su padre viajaba mucho en un enorme coche negro de aquellos que utilizaban los funcionarios con chofer y también pude saber, que era parte de aquellos tejes manejes que por allí se aliñaban. Un día de buenas a primeras, el coche desapareció así como el chofer y su padre quedó sentado en el sillón contiguo a la tejedora, prosiguiendo así hasta el día que falleció aún joven y creo yo, que aburrido al no poder continuar con su activa vida anterior. Por aquellas fechas, los señores dejaron de utilizar sombreros de fieltro y con la falta de clientela y entresijos, la abuela se fue haciendo demasiado mayor de puro tedio y porque los años pasan. Con todo ello, el declive de aquella querida familia que tanto me entusiasmaba y me divertía. Hoy mi amiga sigue siendo alegre como siempre, está viviendo su vida como una mujer normal y divorciada de aquel primer amor que adoró pero que salió rana, adora a sus hijos y nietos y recuerda aquellos acontecimientos con tanta nostalgia como yo los añoro.


Nani . Agosto 2018

lunes, 6 de agosto de 2018

NUNCA MÁS

Se desperezó y rápidamente se fue a la ducha. Mientras se afeitaba prometió  que sería la última vez que le llevaba periódico y café. Había obtenido su puesto de trabajo a concurso y aunque costaba estar lejos de la familia, esperaba volver pronto a ocupar alguna vacante. No aguantaba un día más sus vejaciones. Salió de baño y cogió el móvil para mandar un beso a los niños y compañera que tanto quería. Observó que tenía un mensaje de esa mujer que tanto echaba de menos: “Alberto, al pequeño le han detectado una enfermedad de esas raras. Ahora sí que no podremos derrochar un céntimo. Siento darte los buenos días de esta manera, quería contártelo pero no puedo hablar de tanto como he llorado esta noche. Te queremos mucho y estoy deseando meterme entre tus  brazos.
Sobre la mesa se quedó aparcado el mensajero, sus decisiones y toda su esperanza.


Nani. 1 Agosto 2018