viernes, 1 de enero de 2021

LA QUE CORTABA EL AIRE

 "VisiBiliz-ARTE, mujeres pintoras", un proyecto que sucede a "Mujeres en el arte" hallamos, en las tres primeras décadas del siglo XVII a una de las grandes maestras del barroco l, además de una de las grandes ocultadas por ser mujer.

Judith Jans Leyster nació en Harlem en 1609 y falleció en Heemstede.
Fue una pintora del siglo de oro Neerlandés. Cultivó la pintura de género, los retratos y bodegones.
Toda su obra se atribuyó a su marido, Jan Miense Molenaer, y a Frans Hals. Muchas de sus obras se inventariaron como de “La esposa de Molenaer” y no como propias.



"Hombre ofreciendo dinero a una mujer"




Mi relato en dicha antología,  inspirado en el cuadro anteriormente mencionado, es:


Me honra contar la historia de una antepasada que vivió por los años de María Castaña y de la que todos en la familia nos sentimos muy orgullosos. Se trata de la abuela Teresa (todas las generaciones así la conocemos). Los apellidos no vienen al caso porque por entonces la historia no los tenía en cuenta, ya que no tenía rango o abolengo y además era mujer. Fue hija de una nativa colombiana de Popayán y un soldado colonizador, que no tenía sino hambre y miseria en la España que dejó buscando el ansiado dorado; terminando por acarrear las piedras con las que se construyó la catedral de Cartagena. Cuando allí llegó, era un joven fuerte y ella una bonita indígena, a la que conoció en uno de sus numerosos y penosos viajes por tierras aborígenes. De esa unión nació la abuela, mi antepasada y protagonista de esta historia. Cuando su madre murió y el padre comenzó a perder fuerza, propuso este a su hija llevarla a tierras españolas, para que pudiera comenzar una vida honrada, encontrara un esposo y formara una familia; en un lugar más seguro del que le podía ofrecer el revuelto nuevo mundo.

Con penuria y accidentado hicieron el viaje a Las Españas. Asentando sus vidas en la capital toledana, donde ella pudo ejercer como costurera de las señoras de la corte, ya que tuvo la fortuna de aprender el oficio de manos de sor Juana, una religiosa un poco cascarrabias de la orden  de las carmelitas  descalzas, que educaba, conducía en la cristiandad y enseñaba a las niñas que por desgracia se quedaban sin madres; sobre todo, en el afán de serles sustituidas y siguieran manteniendo las costumbres y quehaceres en los nuevos conventos.

Pudo mostrar lo hacendosa y habilidosa que era con la aguja y el hilo; luciendo sus propias ropas sencillas, pero bien cuidadas y trabajadas con mucho esmero. Nunca tuvo dificultad con  los festones, bordados y todo tipo de hatos, sayas, camisones, corpiños, corsés, cofias con encajes o plumas para tocados, delantales o capuchas,  que incluso llegó a confeccionar a los caballeros de la corte. Se especializó en cuellos y mangas con puntillas de bolillos almidonadas y el terciopelo en sus manos; se transformaba en bellas sayas y corpiños adornados con bordados en oro o plata, de manera que su fama fue creciendo y su taller de costura también. Aprovechando su notoriedad,  pudo dar de comer a otras chiquillas del condado a las que enseñó el oficio, las sacó de la calle, de padres comerciantes de hembras o de las manos de la alcahueta de turno que con el cuento de protegerlas, las ofrecía al mejor postor sin escrúpulos; terminando todas ellas siendo unas tristes rameras cargadas de hijos, a los que no podían ni alimentar.

Las casas de alcurnia se disputaban sus favores llegando a serle ofrecido el cargo de costurera oficial del condado, a pesar de los celos que provocaba en los sastres de renombre, que no perdonaban a una mujer que les hiciera sombra. Ellas solo debían dedicarse a los justillos y ropa interior. Aunque prefirió seguir al lado de su anciano padre para cuidarle, ser más libre en horarios y sobre todo, en maneras de hacer y crear. Ya había visto allá en tierras indígenas, lo que debía ofrecer una protegida que convivía en mansiones donde todo pertenecía a los señores, e incluso llegaron a tener la creencia de que sus servicios estaban a su disposición, incluyendo todo. Tenía precio hasta el aire que se respiraba y no estaba dispuesta a pasar por ello. Desde entonces, prometió a su padre y a sí misma ser libre y si se entregaba a alguien, sería sin monedas de por medio porque siempre entendió que su cuerpo le pertenecía y lo entregaría libremente a quien escogiera, sin tener que pasar por la mano de un codicioso, borracho o simplemente; caballero y dueño de todo lo que en su entorno había.

Por lo vivido, la tijera de cortar la tela siempre la acompañaba en uno de los bolsillos interiores de su saya. En una ocasión debió defenderse de un criado que fue a recoger los trajes de sus amos y cuando le estaba pagando, intentó coger algo de su persona que por supuesto no le pertenecía, pero en aquella ocasión la tijera sirvió para algo más que cortar las telas. El hombre vio en la mirada de la joven costurera, que el utensilio de cortar no solo podría servir para los trapos, como también comprendió que el dinero no lo  compraba todo. Intuyó que allí, «se cortaba hasta el aire».

Más adelante, conoció a un buen mozo que acompañó a su madre y hermana, a encargar las ropas para las futuras nupcias de esta última. Eran campesinos que con sacrificio y mucho esfuerzo, labraban las tierras que pertenecieron a sus antepasados, las sembraban y luego en los mercados vendían sus cosechas. De aquellos encuentros, surgió algo que más tarde se convirtió en unión y  testimonio de vida.

Hoy en casa de mis abuelos paternos, todavía se conserva la famosa tijera como si fuera una reliquia; algunos trajes que por muy cuidados que han estado, la polilla los ha mordisqueado y algún corpiño bordado, que las chicas de la familia hemos lucido en cabalgatas, teatros de aficionados  y lo que ha encartado. Pero siempre como préstamo, volviendo al armario donde se  mantienen como legado y patrimonio familiar, con su propio inventario al que no puede faltar ni un simple pañuelo. Bueno, uno si falta y está en el cajón que conservo los bellos objetos. Lo cogí de niña y nunca dije que lo tenía, aunque creo que padre sabe que está en mí poder. No puedo desprenderme de él, porque cuando tengo dificultades o me siento impotente por el hecho de ser mujer (todavía por desgracia nos tropezamos con estas sin razones), lo cojo, lo huelo y me lo paso por la cara. Vuelvo a guardarlo y siento que me infunde la fuerza que nadie me va a arrebatar, ni a mí, ni a las mujeres de la familia mientras yo pueda seguir contado la historia de la abuela; «la costurera que cortaba hasta el aire».





FELIZ AÑO NUEVO Y OJALÁ REALMENTE, 2021 SEA NUEVO DE VERDAD Y NOS COLME DE VIDA. 

Nani. Enero 2021

18 comentarios:

  1. Nani, que buena historia para comenzar el año.
    Un saludo.

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  2. Un relato acogedor y entrañable, para despertar al nuevo año.

    besos

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  3. ¡Ojalá las palabras del año 2021 sean #VACUNA y sentido común!

    Besines utópicos, Irma.-

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  4. Preciosa la historia de la abuela. Gracias y vamos a comenzar el año comontunlo haces haciendo lo que te gusta.

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    1. M. Lola, me encanta que te guste la historia de la abuela Teresa. Y sí, ojalá podamos seguir haciendo lo que nos gusta.
      Besicos muchos.

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  5. Relato muy bonito amiga. Feliz Año. Saludos.

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    1. Sandra, es un placer hacer historias y que os gusten.
      Besicos muchos.

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  6. Una historia maravillosa.
    Lo has relatado de forma magnífica.
    Te felicito.

    Besos.

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    1. Xavi, un placer saber que te ha gustado.

      Besicos muchos.

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    1. Agradecida en este caso, soy yo por tenerte como lector/a. Feliz 21 también para ti, o feliz vida.
      Besicos muchos.

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  8. Me ha encantado la historia de tu antepasada. Te ha quedado muy bien el vídeo con una música genial. Muy feliz 2021 Nani.

    Abrazos.

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    1. Muchas gracias Conchi. Todo es parte de un equipo, Tan solo he hecho el relato.
      Feliz 21 también ara ti.
      Besicos muchos.

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  9. Nani recibe un beso y un fuerte abrazo acompañado de mis mejores deseos para ti y tus seres queridos en esta año que comienza.

    ¡Feliz 2021!

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    1. Muchas gracias Migue. Igualmente para ti, mis deseos de feliz 21.
      Besicos muchos.

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