Se quedaban discutiendo
donde pondrían el sofá
y terminaban estrujados como si de uno se tratara. La luz que penetraba durante
el día y la luna que se colaba por la noche eran sublimes e insustituibles.
Cambiarlo de sitio sería imperdonable y la discusión era un acicate; el aliño y
el morbo para comenzar con desenfreno a hacer el amor.
Nani.
Febrero 2018
Que sigan discutiendo y disfrutando.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí toro, eso es una de las cosas que merecen la pena.
EliminarBesicos muchos.