No
me gustaba coger el álbum de fotos de los abuelos. Siempre me dio un cierto
calambre o escalofrío tocarlo y mucho más, mirar las fotos de color sepia y
humedecidas por las esquinas. Olían a naftalina y a moho. Si las rozaba dejaban
ese olor nauseabundo en mis manos que por mucho que las lavara, allí seguía. A
veces no quedaba otra que alargárselas a la abuela. Ella se empecinaba en que
mirara aquellos recuerdos que a mí me producían miedo y espanto. Un día de
pequeño escuché escondido detrás del sofá que el hijo de la abuela, mi tío,
había raptado a los hijos del vecino del pueblo para pedir un rescate y la niña
se le había ido de las manos. A partir de ahí, a la abuela se le fue el hijo al
penal para toda la vida y con él, todo su juicio. Por eso no soportaba el
álbum, ni aquella niña que se veía en la esquina de la foto más vieja. Esa niña
que parecía huir no he sabido nunca, si hacía arriba o hacia abajo y que mis
padres decían que no estaba en el viejo retrato.
Nani.
Febrero 2018
Relato inspirado en el la foto de Tom Waterhause para Esta Noche Te Cuento Donde también lo puedes leer.
Tu imaginación es prodigiosa.
ResponderEliminarDe una foto construyes un universo.
Muy bueno.
Besos.
MUchas gracias Toro. Tampoco te quedas atrás tú. Es un placer que vengas a comentar.
EliminarBesicos muchos.
Muy bueno el relato...pero me da miedo.....yo a mis nietos insisto en mostrarles mis fotos viejas y ellos se niegan aveces .... saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Sandra. Creo que somos muchos los que las fotos antiguas no nos agradan, llevan rendidas en sus miradas mucho dolor, ¿verdad? NO fuerces a tus nietos si no quieren verlas.
EliminarBesicos muchos.