martes, 8 de enero de 2008

NORMAL Y COTIDIANO


VAN DOS MUJERES MUERTAS A MANOS DE SUS COMPAÑEROS EN LOS OCHO DÍAS DEL NUEVO AÑO. ESTE RELATO ES UN HOMENAJE A ELLAS.
Se mira en el espejo del baño. Acaba de darse una ducha. La tarde es bastante calurosa y no se encuentra bien. Le agobia el calor, pero sobretodo, la vida transcurrida. Mientras se ve reflejada en el "cristal azogado", su manos recorren su rostro que comienza a ponerse flácido. Sus dedos pasan por encima de los párpados y se detienen en unas "patas de gallo" que empiezan a asomar y siguen bajando hacía la nariz. La boca en un gesto impulsivo, hace el ademán del beso y comprueba como alrededor de sus labios se insinúan unas arrugas, que aunque muy poco visibles, ya se anuncian. A ella siempre le impresionaron esas arrugas de las "divas en declive" cuando las veía por la tele. Poco a poco y muy despacio, se van deslizando dos lágrimas por sus mejillas. Nunca creyó que le asustara envejecer y esto, parecía un comienzo, Pero no, no era eso lo que más dolía. Dolían más las arrugas que le estaban saliendo al alma. Es como si la que cambiase tan solo fuera ella. Como si tan solo a ella, le salieran alguna que otra arruga. Como si tan solo a ella se le quedara pequeña aquella talla 42. Como si ella solamente, se quedara dormida después de la comida y se le escapara algún que otro ronquido. Como si tan solo ella, estuviera cansada. Deja que las lágrimas caigan en cascada al lavabo. No se retira del espejo. Este ahora le está haciendo de "pantalla retrovisora" y se ve el día en que se arregla para su boda. Está sola. Nadie le ayuda pero tampoco lo echa en falta. Ya estaba acostumbrada a resolver sus necesidades sola pero además, tenía tan pocas necesidades. Pero le hacía tanta ilusión cambiar de vida, ser necesitada y tener necesidades. Quería tanto a aquel hombre con el que esa tarde empezaría a compartir toda una vida. Toda una vida a la que desde el primer día le puso el alma, el cuerpo y todo su ser. Y llegaron los hijos. Los tuvo que combinar con su trabajo en casa y fuera de ella. Todo fue trascurriendo tan normal. De tan normal que fue transcurriendo todo, llegó un momento que la normalidad fue como una losa que la emparedó. Todo fue tan normal que sus necesidades se limitaron a llevar una casa, criar unos hijos y educarlos, aunque después tampoco resultó según quienes, que estuvieran tan bien educados. Estar pendiente de aquel compañero que a veces era todo menos compañero, pero claro, también eso era normal y ahora..., sus manos se detienen en su vientre desnudo y un poco abultado. Si, abultado porque con el tiempo fue engordando pero además..., ahora cuando creía que podría dedicar algún tiempo a la lectura, a ver alguna que otra película, asistir a clases de inglés e informática ahora..., de nuevo embarazada. Y que mal les ha caído a esos hijos y a ese compañero, como si estas cosas solo dependieran de ella. Como si ella no necesitara algún cariño y algunas caricias, aunque fueran con esa normalidad de lo normal de la vida cotidiana. Si, embarazada y claro: "Ese hijo es tuyo", le había dicho él cuando por la noche se lo confirmó. Como si los otros no hubieran sido suyos, en todo y por todo. Todo había sido suyo. Suya la responsabilidad, la educación, la armonía exterior y la interior, la belleza..., todo de ella pero cuando se pierden algunas cosas, también era su culpa.

Tocan a la puerta del baño y se sobresalta.

"Mamá por favor, que tengo que arreglarme, que viene Paco dentro de media hora a recogerme".

Se lava la cara, mientras contesta: "Enseguida salgo cariño, estoy terminando".

Se vuelve a mirar en el espejo y al mismo tiempo, le dice a la imagen reflejada: "Estás terminando y empezando una vez más, así que la vida continua, es lo más normal".
Nani. Enero 2008.