Imagen recogida de la red (Anacrusa)
Aquella
mujer me enseñó cómo se hacían y la primera que degusté, fue la que ella hizo.
Mientras terminamos de cocinar varias tandas, me contó que le gustaba mucho la
música, el vals y la milonga. Volar sin tregua como un vencejo, aunque por
motivos que no llegaba a comprender, le habían cortado las alas, si no fue que
se las dejó cortar a cambio de una vida algo más cómoda, que al final no
resultó ser tanto.
Ahora
me dice que se siente tan débil como la anacrusa dentro de una pieza musical, aquella
que quiso ser tan grande como la Sinfonía en Do Mayor, KV 96 de Mozart.
Nani.
Diciembre 2019