Los
niños que nacen se habitúan mejor o peor al aire contaminado que las primeras
décadas del siglo XXI intentó mejorar, pero que no consiguió. Yo soy uno de
ellos, pero la mayoría terminan en los edificios del subsuelo para acabar
enchufados a una máquina depuradora, día
sí, día no y a veces, siempre. La llamamos
depuradora, porque en realidad su objetivo es limpiar pulmones, sangre y todo
lo que penetra a través de nuestra nariz y boca, a pesar de llevarlas tapada
hasta para hacer el amor, ¡ya todo es tan distinto! Después de aquella
catástrofe del 2045 que empeoró todo lo que se venía arrastrando, los remedios
y los medios han sido tan escasos, que todas las energías se escapan por esos tubos (los de respirar, los
del agua, los del oxígeno, hidrógeno y sobre todo, los de limpiar todo el
ambiente de los refugios). Pablito es un ejemplo, ha nacido con tantas
intolerancias y alergias, que ha sido destinado como otros tantos, a una
burbuja de cristal desde un principio. Para estas fechas el plástico fue
eliminado, pero el aire no hubo quién lo limpiara. El agua es otra cosa porque
se consiguió que no saliera a la superficie y es lo que nos mantiene vivos; aún.
Se diseñó un dispositivo para que no penetraran las impurezas y la filtra a la perfección,
de todas maneras y como siempre ha pasado en el comportamiento humano, ha
habido razas exterminadas porque allí donde vivían, no llegaban estos adelantos
o cañerías (por llamarlas de alguna manera). Si no tenían nada a cambio que
ofrecer, eran sus vidas las que se cogían (quisieran o no), incluso se aprovechaban
para experimentar nuevos métodos que no fueron eficaces. Acaban tan
envenenados, que casi nada puede ser recuperable. Es como un castigo divino, la
naturaleza no responde al destrozo que con anterioridad se ha hecho con
ella. Y como la historia ha demostrado,
los más desamparados son los que más pierden, porque los que ahora tenemos
refugios y medios, los usamos para nosotros. Hoy hago esta crónica a mis 25
años. Sé que soy un anciano y debo dejar mi experiencia a los que vienen después.
Privilegiado me siento como el resto que sobrevivimos con cierta salud y
debemos lo poco que hemos aprendido a los demás, para que no se descuiden un
solo momento, es nuestra herencia la más preciada en estos tiempos que vivimos
(como antes decía, todo ha cambiado y se ponen medios; dicen que nunca es tarde).
Debo decir y para que conste, que en 2019 se comenzó a denunciar de manera contundente lo que se
aproximaba, solo que los que tenían poder no les importó lo que podíamos heredar
los que llegamos después y ya veis, en 2030 el cielo se puso muy rojo, las
cosechas se secaron y los animales no resistieron las epidemias y la hambruna.
En 2045 y a toda prisa, hubo que hacer refugios y los más afortunados en ellos
vivimos; pálidos, con poca energía y vida corta. Hemos conseguido criaderos de
hormigas y saltamontes (ese es nuestro alimento). Mucho ha costado comprender
que todo esto es el bumerán que nos devuelve tristemente la naturaleza.
#COP25.
Nani.
Diciembre 2019
Un apocalíptico futuro inmediato.
ResponderEliminarOjalá no sea así, Alfred.
EliminarBesicos muchos.
Qué fuerte!!!
ResponderEliminarY no me extrañaría nada que fuera profético.
Menudo planeta les vamos a dejar...
Besos.
Como le digo a Alfred, ojalá no sea así, pero la realidad y más viendo que no ha habido ningún acuerdo en Madrid, mal lo llevamos y lo llevan los que vienen después.
EliminarBesicos muchos.