Abandonan, primero uno y
luego el otro, la habitación del hotel
y se dirigen al parking. Montan en el coche y el que va al volante, arranca
mientras dice: “Tenemos que llegar a tiempo”. La otra persona asiente sin poder
decir nada, está muy emocionada y se seca unas lágrimas con la punta de los
dedos. Al ser tan temprano aparcan sin dificultad, salen disparados y se
adentran en el edificio. Llegan justo cuando la puerta del paritorio se abre
para dar paso a una camilla en la que sonríe María que porta en cada brazo una
mofletuda criatura.
Nani. Noviembre 2015
Precioso, una nueva vida que llega al mundo es un milagro increíble. Tu relato deja una sonrisa en la cara, algo que no tiene precio en estos días.
ResponderEliminarBesos
Qué lindo relato¡¡
ResponderEliminarBesos¡¡
Algo pecaminoso subyace en el relato.
ResponderEliminarBesos.
En tiempos de muerte y desolación, un canto a la vida.
ResponderEliminarAbrazos otoñales.
Uy que esto suena autobiográfico y todo...;) Besos, Nani
ResponderEliminar