Vine
al mundo en una época en la que mis padres se recuperaban a duras penas de la
segunda guerra mundial. Mis abuelos eran de la ciudad de Járkov y después de
todos los destrozos que hubo, mis padres junto a mis abuelos se trasladaron a
Konotop, una ciudad perteneciente a Sumy, ya que descendíamos de campesinos y
en dicha ciudad se estaba restaurando lo que había sido su medio de
subsistencia desde siempre.
Crecí
entre siembras y recolecciones, cereales y verduras. Ayudaba siempre que se me requería. Fui a la
escuela y cuando terminé la primaria, ya definitivamente me dediqué a la
labranza que era lo que mejor conocía y lo que hacíamos los componentes de toda
la familia.
La
época que recuerdo con más cariño, era cuando hacíamos las conservas y
mermeladas o cuando pintábamos los huevos de Pascua. Disfrutábamos de manera
particular, porque mientras trabajábamos tanto los abuelos como mis padres, nos
narraban todas las desventuras que habían vivido las distintas generaciones y
como tuvieron que ir de un lado a otro, debido a la Revolución Rusa, las
Guerras Mundiales y cómo se las ingeniaban para seguir adelante. Dentro de
todas las penurias y carencias, también nos contaban las aventuras de niños,
jóvenes, fiestas populares y bailes en las cercanías, donde comenzaban sus
noviazgos y amistades que duraban por siempre.
Crecí
en un ambiente sencillo, pero donde no faltaba cariño y respeto. En 1976 junto
a un buen chico de la ciudad, formé mi propia familia. Cuando tuvimos a
nuestros propios hijos, uno de ocho años y la pequeña de cinco, ocurrió el
accidente de Chernóbil, y al residir tan cerca, decidimos salir de nuestra
ciudad. Dejamos nuestra casa, todos nuestros recuerdos y los que nuestros
padres habían construido. Volvimos a Járkov, la ciudad de nuestros padres en
donde teníamos familiares que nos ayudaron a comenzar de nuevo.
Ahora,
en marzo de 2022 y con casi 70 años, ya por supuesto sin mis padres y viuda (mi
chico se fue hace cinco años después de sufrir un cáncer debido a que trabajó
en Chernóbil), debo acompañar a mi hija, nuera y nietos fuera de Ucrania. Ya no
es a otra ciudad de mi querida patria. Ahora y debido al asedio con el que nos
está masacrando el líder de nuestra hermana Rusia, tenemos que salir de aquí si
queremos seguir con vida, para encontrar asilo en otra nación. Por ellos hago
lo que sea necesario, pero me están faltando las fuerzas, no puedo con tanta
pena y tanta desolación. Tengo ganas de descansar, no puedo con tanto como han
visto mis ojos y tanta incomprensión acumulada en mi alma. ¡Me pesa mucho la
mochila, como dicen los más jóvenes! Tienen
que quedarse los hombres y vamos combatiendo la pena como Dios y San Andrés nos
da a entender, para no asustar más de lo que están los pequeños. Hemos cogido
lo que cabe en una maleta, lo preciso para un viaje que será duro, a veces caminando
y con el deseo de poder llegar a la frontera de Polonia, Hungría o Rumanía
(todavía no lo sabemos seguro), para después ir a Francia, donde residen
familiares del padre de mis nietos, que nos acogerán en un principio.
Hoy día 8 de marzo de 2022 (deberíamos estar celebrando todas las mujeres de la familia, pero creo que ni se han acordado o se lo han callado como yo) y mientras esperamos coger un tren que nos traslade fuera de Ucrania, cojo de nuevo la libreta donde anotaba mis recetas para dejárselas a mi querida Inna (la mayor de mis nietas), para seguir contándole esta historia que es mi vida y, sobre todo, le voy a pedir que tanto a sus hermanos y primos, como a todo el que pueda, le pida que no olviden las crueldades que las naciones hacen en estas horribles guerras. Que no olviden, sino que se amen y respeten, para que no vuelvan a repetirse los enfrentamientos y por lo tanto, las guerras que no sirven sino para crear resentimientos, mucho dolor y separación de familias. Pero lo que es peor, la muerte de inocentes que solo son utilizados y doblegados por los gobernantes ególatras o dictadores, sean de las creencias que sean. .
No sé dónde mi cabeza se posará a partir de ahora. No sé dónde seré enterrada (mi deseo hubiera sido cerca de mi chico grandullón, ese que me hizo reír muchas veces y apreciar lo que es la vida compartida), pero ya tampoco me preocupa, aunque me acompaña. Llevo cubierta la cabeza con la última Justka que me trajo de Polesia. Ahora solo quiero acompañar a mis hijos y nietos. Luego será lo que el futuro nos tenga destinado.
#VocesdeUcrania
Nani.
Marzo 2022
Hoy no tengo palabras solo desolación, tristeza mucha tristeza. Un beso
ResponderEliminarCampirela, no las tenemos a no ser que nos mimeticemos con ellos, pero solo es algo que imagino, no podré imaginarlo realmente.
EliminarBesicos mucnos.
Yo tampoco tengo palabras nani, esto es un horror amiga, y quiero quitármelo de la cabeza porque me está pudiendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo nani.
Carmen, como le comento a Campirela, no las hay. Solo he pretendido imaginar, ponerme en su piel, pero nunca se aproximará. Es un atrevimiento por mi parte, porque necesito gritar de alguna manera.
EliminarBesicos muchos.
Conmueves, Nani, una vez más...
ResponderEliminarEstamos todos conmovidos Carlos. Levamos unos años que tenemos el alma a flor de piel. No hay palabras!!
EliminarBesicos muchos.
Cuanto dolor recorre Europa en estos momentos, tiene que ser desgarrador no tener certezas, ver a hijos, nietos... verte a ti y no ser capaz de imaginar un futuro.
ResponderEliminarBesos.
Ángel es horrible y solo he querido gritar de la manera que sé!!
EliminarBesicos muchos.
Nani, nos has contado una historia muy objetiva y real. La historia de muchas mujeres trabajadoras y sencillas, que huyen de su ciudad, sin saber qué se encontrarán en otros destinos...Estos días nos duele el alma, como duele leer tus letras, amiga. Mi felicitación porque has recreado todo un homenaje de vida claridad rotunda, que despierta nuestro respeto, compasión y admiración. Son gente muy valiente, que luchan por su país y su vida. Realmente nos están dando un gran ejemplo a los europeos.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y agradecido, Nina.
Mª Jesús., te agradezco tu comentario, para mí es muy importante que se vea así. Lo he hecho con mucho respeto y sabiendo que es un atrevimiento por mi arte, porque por mucho que nos pongamos en su piel, no tenemos ni idea. Como tampoco sabemos que están pasando los refugiados de Irán y de tantos sitios que ni nos enteramos. Pero a veces necesitamos gritar de la manera que sabemos.
EliminarUn agrazo enorme y gracias por tu empatía y sensibilidad.
Besicos muchos.
Vi luz en tu casa y entré Buen escrito
ResponderEliminarabrazos esta vez
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Muchas gracias Recomenzar.
EliminarBesicos muchos.
Tu relato refleja fielmente el drama que estas personas están viviendo. No nos podemos hacer idea de la dimensión del sufrimiento por mucho que nos lo cuenten. A ver si los que mueven los hilos son capaces de parar este despropósito. Esta guerra y todas las que se están dando continuamente, que tendemos a olvidar conforme aparecen menos en los noticiarios. Un beso Nani.
ResponderEliminarAsí es Juana, no tenemos ni idea por mucho que intentemos meternos en su piel. Y como bien dices, ojalá tengan sentido común quienes deben terminar con esto.
EliminarBesicos muchos.
Gracias por traernos este relato tan estremecedor como entrañable. La situación no puede ser más dramática en estos momentos. No hay palabras para poder canalizar tanta barbarie y sufrimiento.
ResponderEliminarGracias, sí, por regalarnos lloros de necesaria sensibilidad.
Un abrazo.
Agradecida soy yo la que estoy por vuestra comprensión y generosidad. Es terrible y solo he querido ponerme en la piel de alguien que ni siquiera tengo idea de lo que estará pasando, pero lo hago con todo respeto y para intentar entender. Porque no entiendo que estas cosas puedan pasar.
EliminarBesicos muchos.
Gracias por personalizar tantas voces en una sola voz.
ResponderEliminarBesos, Nani.
Gracias a ti Verónica, por entenderme.
EliminarBesicos muchos.
Este texto está magnífico. Lo dice todo en pocas palabras... y lo mejor es que, sin ser escatológico es dramático de verdad verdad.
ResponderEliminar~~~~
Voy a hacer algo, y es divulgar este artículo a mis contactos en otras redes.
Muchas gracias Alí. No sabía como gritar y así lo he hecho. Duele!!
EliminarAgradecida por tu difusión.
Besicos muchos.
Duele tanto que todo lo que escriba no sirve para nada.
ResponderEliminarBesos Nani.
Sí Xavi, cada día que pasa duele más!!
EliminarBesicos muchos.
Es desolador, tantas vidas paradas o truncadas. Ahora Ucrania, porque lo vemos más cerca, en Europa, pero es Siria, y muchos otros países, que en nombre de no sé que o no sé quién, disponen a su antojo de la vida de la gente, y otros quejándose de cosas sin importancia como ponerse las mascarillas...en fin
ResponderEliminarCarmen muchas gracias por tu comentario.
EliminarTienes toda la razón, ahora lo vemos más de cerca, pero me duelen de igual forma los refugiados de Irán y de otros sitios que ni siquiera sabemos de ellos (ya escribí sobre ellos alguna vez), pero esta vez y por distintos motivos, he necesitado decirlo así.
Besicos muchos.
Es tan injusto, lo muestras tan real que duele.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí duele Alfred, por ello tengo que sacalo fuera!!
EliminarBesicos muchos.
Tremendo tu relato... una historia real y muy dolorosa. Qué difícil todo le que llevan vivido esa gente. No hay derecho... no hay derecho 😔😔😔
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