Jozú, Jozú. Hace unos días me atacan los virus y me impiden actualizar el blog hasta que consigo eliminarlos y hoy que tengo que hacer una “Secretaria” me voy para la cocina y en el momento que me noto algo más despejada (porque ando un poco espesilla)…y, ¡la madre del cordero…!, ¿qué me encuentro? ¡Menudo desbarajuste hay en el fregadero, grifos y fogones! ¿Os podéis imaginar quienes andan armando semejante revuelo? ¡Pues sí, son ellos los revoltosos, “los dioses menores”, esos mismos que Mario había dibujado en el fregadero, grifos y encimera de mi cocina! Yo tampoco me lo podía creer hace unos días cuando les encontré alborotando de una manera increíble. Se suben al grifo y cuando tengo el barreño lleno de agua para lavar las acelgas, se tiran y se dan cuatro o cinco largos y hacen carreras para ver cual de ellos es más veloz. Cuando preparo harina para emborrizar los boquerones, se revuelcan y me preguntan voz en grito (menuda voz de pito tienen): “¿Cómo están ustedes?” Y lo vuelven a repetir. Claro, siempre caigo en la trampa mientras ellos se tronchan de risa cuando me ven mirar para todos lados y bueno, se me queda la cara esa de “alelá” cuando veo que me han tomao el pelo y estoy sola como siempre. Pero no se calman hasta que de igual forma contesto: “BIIIIIIIEEEEEEENNNNN”. Entonces salen del plato saltando y sacudiéndose como si fueran gato o perro que sale del agua, delante de mis propias narices y he aquí la Nani, estornudando de manera que casi me salgo del pellejo y los muy joios, despendolaos y muertos de risa, o haciéndose una cresta al contacto con el agua (menudo amasijo forman con agua y harina) y claro, ya han conseguido hincharme las narices y les tuve que meter en una caja transparente que habían tenido bombones (el remedio fue peor que la enfermedad más adelante veremos porqué), pero al final pidieron disculpas y prometieron portarse como unos auténticos “dioses menores”. Así que me puse a estirar la masa de hojaldre para hacer una empanada y se subieron a mis hombros (ya es una costumbre y hasta ahí aguanto), mientras me contaban que estaban tan contentos y revoltosos, porque han visto llover con ganas y además de vez en vez, salir el sol (uno cantaba por lo bajini, “Caracol, col, col, saca los cuernos y verás el soooollll”, ¡si calladitos del todo no se quedan… ¡, ufff) y vale, todo eso es más o menos normal, pero anoche empezaron otra vez y como ya no he aguantado más les he metido en la despensa y como os contaba, esta mañana habían derramado el arroz, los fideos y se comían el chocolate de una manera descontrolada y es que el chocolate, para ellos es tan, tan excitante como un café exprés lo es para mí (por eso pasó lo que pasó cuando los metí en la caja de los bombones, les hizo efecto el tufillo que había), y como veo que no escarmientan he pensado que habrá que hacer como con los niños, les he puesto tarea como castigo y deberán ordenar la despensa para empezar (han sido ellos los que han formado ese desbarajuste) y les he colgado una nota para que de paso me saquen los ingredientes de la receta que tengo que confeccionar y que son los siguientes:
1 Pollo grande.
Aceite de oliva.
2 Hojas de laurel.
2 Cebollas grandes.
6 dientes de ajos.
1 vaso de vino blanco.
2 Higaditos de pollo.
Sal.
Pimienta molida.
Azafrán en hebra.
Colorante.
1 bote de pimientos morrones.
150 gr. de guisantes.
1 bote de 1/2 Kg. de tomate o bien, tomates naturales, pelados y sin pipas.
150 gr. de Jamón en taquitos.
Y de deberes, mientras me ayudan en el guiso anotarán las ocho cosas que quiero hacer antes de irme pa el otro barrio, según me han endiñado la señora Nanny y la señora Illyakin (así mato dos pajarillos de un mismo tiro), para hacer eso ¿cómo se llama? “mimo, memo, mama, mima, mete…, me, me, me toy poniendo nervusa, bueno como se llame esa cosa que todos estáis pensando, ¡sí el mete, digo el meme…, yujuuuuuuuuu, lo he dicho!
Bueno pues en esas estamos y ahí está el cacho guasón estornudando como yo, porque se ha entretenido en abrir la pimienta. El más travieso de todos está de color naranja con una cresta verde, porque ha cogido los botes de colorante amarillo y el verde, para hacer una gracia y se los ha echado encima, ¡menuda gracia me hace a mí! El más responsable y formalete, está llorando porque me está ayudando a pelar cebollas y el que siempre sonríe, hoy anda algo seriote porque le escuecen los dedos de pelar ajos y a escondidas soy yo la que sonrío al ver al más morenito de todos, que ha venido con el laurel en la cabeza (se ha hecho una corona y se la ha puesto, ¡si es que no paran!)…, y nada o me lo tomo a cachondeo o no acabo con este grupito de revoltosos que vinieron de México impregnados en un dibujo, enviados por Mario a ayudarme en las cotidianas pequeñas cosas y como os digo, lo que urge hoy es hacer esa gran “Secretaria”. Mientras están ahora entretenidos en estos menesteres yo voy a coger un buen trozo de jamón serrano y lo voy a cortar en taquitos y lo reservo. Después cortaré el pollo en tajaditas y pongo el perol con aceite de oliva, cuando está algo calentito le pongo el jamón que teníamos reservado y le doy unas vueltecitas con el fin de que vaya aromatizando el aceite y cuando empieza a freír le añado el pollo troceado, el laurel que mi amigo traía en la cabeza y dejo freír a fuego suave. Cuando ya vemos que está fritito, pero no demasiado (mientras que mis amigos a mis espaldas vuelven a despendolarse), le pongo el vino blanco y dejo que se vaya consumiendo y lo remuevo. Aparte pongo otra sartén y cubro el fondo con aceite de oliva, le añado los ajitos troceados, la cebolla hecha cascos, los dos higaditos, un puñadito de guisantes y un pimiento rojo de lata. Lo dejo todo al fuego suave que se vaya pochando y me voy al fregadero porque se están bañando los que pelaron las cebollas, los ajos y el que se había hecho la cresta verde y se pintó de amarillo con el colorante. El barreño donde se han metido, parece más un potaje que un barreño de agua. Tengo que cambiarles el líquido unas cuantas veces hasta que dejan de soltar color amarillo y como podéis observar, entre unas cosas y otras, todavía no he podido ni pensar un solo momento en esas ocho cosas que quiero hacer antes de pasar a mejor vida ¡como se suele decir! Entre pitos y flautas, mejor dicho entre dioses menores y cacharros, veo que el pochado está en su punto y el pollo también. Quito el fuego a ambos recipientes, preparo un barreñito adecuado para triturar lo que había puesto a pochar y lo vacío junto con el tomate, un pellizco generoso de azafrán en hebra y un chorrito de agua. Meto la batidora (regaño al mismo tiempo a mi amigo “revoltoso” que se ha subido al filo y puede resbalar y ser parte de la salsa) y con plena seguridad de que ninguno se ha escapado y ha hecho de las suyas, meto mi potente batidora y trituro el contenido hasta que todo queda bien mezclado y hecho papilla. Vuelco sobre el pollo, enciendo otra vez el fuego y dejo una llamita floja y sigo cocinando, mientras le agrego el resto de los guisantes, la sal (hay que tener en cuenta que el jamón ya sazona un poquito y podemos salar demasiado el guiso si no lo recordamos), apuro el contenido de la salsa con un chorrito de agua que agrego al guiso y dejo que vaya reduciendo la salsa. En esta tarea estoy cuando me percato que mis amiguitos no se escuchan, no se ha metido ninguno entre mi pelo (saben que me enfado mucho si lo hacen mientras cocino), ni se ha metido ninguno en mi escote (dicen que así ven mejor como cocino), ni salta ninguno del grifo a mi hombro y de aquí al barreño o al rollo de papel de aluminio (dicen que les gusta escuchar el ruido que hace la lámina de aluminio), así que me vuelvo para ver que pasa y me los encuentro a todos sentados tan anchos y tan panchos en el frutero, encima de las peras y las naranjas y cada uno de ellos tiene un rollito en la mano en forma de pergamino que me ofrecen con una sonrisa y la verdad sea dicha, “¡me han desarmado los mu puñeteros”!, llevan muy poquito entre estos pucheros, pero me han conquistado y saben muy bien como sacarme de quicio o derretirme cual caramelo avainillado. Miro mi guisote y veo que por un momento puedo dejarlo hacer “plof, plof” y me acerco a los pequeñajos sonriendo yo también. Desenrollo el primer pergamino en el que puedo leer: “Te hace mucha ilusión viajar a donde sea, pero si te dan a elegir, podría ser Kenia, Egipto, Perú o México, lo dijiste anoche mientras dormías en el sofá”, (se me saltan las lágrimas, jejejeje, pero intento disimular). Voy hacía otro pequeñajo y repito la operación, donde leo: “Quieres tener tiempo para disfrutar a los hijos de tus hijos”, bueno ¡se ve que hablo en sueños! Vuelvo a repetir la operación (este es el prenda de la cresta) y ahora leo: “Deseas sonreír día tras día”. Vaya, ojalá así sea, pienso. Ahora me dirijo al puñetero que le gusta meterse en mi escote y vuelvo a leer: “Tienes ganas de pasear como antes hacías” ¡Puñeta con los dioses menores, me tienen calada! Me acerco al que todavía tiene los dedos quemados por haber pelados los ajos y sonríe mientras me ofrece su mensajito que dice: “Quieres tener tiempo para ver dos películas por semana y si pudiera ser sentada en un cine, mejor aún” (Huy, que pillines estáis hechos, -les digo) Ahora me dirijo al que aún tiene los ojos rojos por llorar al pelar cebollas y sigo leyendo: “Quieres terminar todos esos cuentos que tienes aparcados hace mucho, mucho tiempo y que se te atrancaron como un hueso de aceituna en la garganta, que ni sube ni baja” ¡Ufff -pienso – se las saben todas! De nuevo voy hacía el que me hace cosquillas entre el pelo y vuelvo a leer: “Quieres brindar con tu familia y amigos por el fin de las guerras”, esto me deja un poco helada porque es una utopía, pero si que me gustaría que pasara antes de marcharme para siempre y para terminar, me espera el nadador de largos en el barreño y vuelvo a desenrollar: “Quieres levantarte todos los días con un proyecto, una canción y un gracias a la vida”
.… y bueno chicas Nanny e Illyakin y resto que me estáis leyendo, como veis estos “dioses menores” me conocen mejor que yo misma y os acaban de dar respuesta al "meme" que me habéis encargado, de paso todos juntos hemos hecho el típico guiso de mi ciudad “la secretaria” (que como comprobareis, siguiendo los pasos que he dado podréis hacerla también vosotros). Ahora pruebo el guiso y está en su punto de sal, la salsa está perfecta, lo cambio a otro recipiente más adecuado para que no se enfríe y lo llevo a la mesa donde espera la familia. ¿Os sentáis a la mesa con nosotros? HE TARDAO UNA JARTÁ EN HASER ESTE MEME, PERO ES QUE ANDO MU MAL, LO QUE SE DISE MU MAL DE TIEMPO ESTOS ÚTIMOS DÍAS, DISCULPEN LAS IMPLICADAS.
Nani. Abril 2008.