Se le ha echado la hora encima. Alberto la espera a la entrada de la sala quinta para ver la película "Casablanca". A las cinco y media, es pase único dedicado a la tercera edad, por lo tanto es conveniente aprovecharlo. Además de que es la película por excelencia de los dos, los precios son más económicos. Se tiene que dar prisa, porque ya son las cinco menos cuarto y aunque no le coge muy lejos, sus pasos ya no son tan ágiles y coger el autobús no le interesa, a veces, sobretodo en horas puntas no le conviene. Un taxi tal vez, pero habían decidido evitar gastos supérfluos, la pensión de viuda no da para tanto y le daba mucho apuro que Alberto corriera con alguno de sus gastos. Él también tiene a sus nietos, sus hijos y aquella esposa atrapada entre tubos, probetas y olor a hospital. Además, un paseo es bastante recomendable.
"Por Dios, no encuentro los guantes, si creo los dejé en el cajón de la cómoda, o ¿quizá los metí en el del centro?.
Todo esto lo hace la mujer, de forma mecánica y un poco precipitadamente. Al urgar entre las ropas colocadas con mucho primor, tropieza con algo que la paraliza. No puede evitar sacar un objeto, envuelto en un cernadero blanco. Lo destapa y aparece una muñeca de china muy pálida, de labios rojos ardientes, un vestido de jacona salmón, calcetines y zapatitos blancos y pamela a juego con el vestido. Con las prisas, no recordó que estaba terminantemente prohibido, abrir el cajón del centro, sin estar predispuesta y evitando tropezar con aquella muñeca, que nunca se atrevió a regalar o tirar. No podía evitarlo, había sido la que tanto meció su pequeña. Había sido aquella que quedó sobre las sábanas, después de la dichosa meningitis que destrozó a todos. Sin poderlo evitar, besa una y otra vez la fría muñeca, hasta que el sonido del teléfono la vuelve a la realidad. De pronto, recuerda qué buscaba y porqué tiene aquella muñeca entre sus manos. La deja sobre el mármol de la cómoda y coge el auricular del teléfono, que hay sobre la mesita de noche.
"Si, ¿dígame?. Ah...., eres tú. Alberto, no encontraba los guantes, perdona, ya no es hora. Buscándolos, he tropezado con la muñeca de china, ya sabes, te prometí regalarla, pero... no pude. Vale te espero. Te agradezco que te pases por aquí, te necesito. De acuerdo, hoy sí te la llevas y se la das a tu amigo el coleccionista. Bueno.... vale, preparo un chocolate caliente y tú te traes los pasteles. Veremos "Casablanca" aquí en casa, aunque la versión está muy pasada y tiene anuncios de la tele, podremos al menos volver a escuchar una vez más a Humphrey Bogart decir,"Tócala otra vez Sam" y creer que aún, nos queda París.
Mientras saborean el humeante chocolate, los dos muy juntos sentados en el sofá del saloncito, absortos como están en su película favorita, piensan en el fondo de sus corazones, que por lo menos, "Siempre les quedará París".
"Por Dios, no encuentro los guantes, si creo los dejé en el cajón de la cómoda, o ¿quizá los metí en el del centro?.
Todo esto lo hace la mujer, de forma mecánica y un poco precipitadamente. Al urgar entre las ropas colocadas con mucho primor, tropieza con algo que la paraliza. No puede evitar sacar un objeto, envuelto en un cernadero blanco. Lo destapa y aparece una muñeca de china muy pálida, de labios rojos ardientes, un vestido de jacona salmón, calcetines y zapatitos blancos y pamela a juego con el vestido. Con las prisas, no recordó que estaba terminantemente prohibido, abrir el cajón del centro, sin estar predispuesta y evitando tropezar con aquella muñeca, que nunca se atrevió a regalar o tirar. No podía evitarlo, había sido la que tanto meció su pequeña. Había sido aquella que quedó sobre las sábanas, después de la dichosa meningitis que destrozó a todos. Sin poderlo evitar, besa una y otra vez la fría muñeca, hasta que el sonido del teléfono la vuelve a la realidad. De pronto, recuerda qué buscaba y porqué tiene aquella muñeca entre sus manos. La deja sobre el mármol de la cómoda y coge el auricular del teléfono, que hay sobre la mesita de noche.
"Si, ¿dígame?. Ah...., eres tú. Alberto, no encontraba los guantes, perdona, ya no es hora. Buscándolos, he tropezado con la muñeca de china, ya sabes, te prometí regalarla, pero... no pude. Vale te espero. Te agradezco que te pases por aquí, te necesito. De acuerdo, hoy sí te la llevas y se la das a tu amigo el coleccionista. Bueno.... vale, preparo un chocolate caliente y tú te traes los pasteles. Veremos "Casablanca" aquí en casa, aunque la versión está muy pasada y tiene anuncios de la tele, podremos al menos volver a escuchar una vez más a Humphrey Bogart decir,"Tócala otra vez Sam" y creer que aún, nos queda París.
Mientras saborean el humeante chocolate, los dos muy juntos sentados en el sofá del saloncito, absortos como están en su película favorita, piensan en el fondo de sus corazones, que por lo menos, "Siempre les quedará París".
nani. Agosto 2007.
Bueno, me ha encantado (sí, lo sé, no es muy original, pero muy sincero, eso sí)... Sólo una cosa:
ResponderEliminar"podremos al menos volver a escuchar una vez más a Humphrey Bogart decir,'Tócala otra vez Sam'" Sabes que, en realidad, Bogart nunca (NUNCA) dice esa frase en la película?... De verdad, es como la frase de los perros del Quijote; todo mundo la conoce, PERO NO APARECE EN LA OBRA (no, ni en el apócrifo)
Mario, algo había escuchado, hace mucho que ví Casablanca y la quiero volver a ver e incluso la tengo en casa, ¡pero ya sabes...!, hay que buscar tiempo y siempre suele haber otras cosas más importantes o mejor dicho, más urgentes. De todas maneras, esta es otra leyenda de esas que hacemos tan habituales y el relato lo escribí hace bastante tiempo y antes de saber todo esto, así que no he querido modificarlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por todo y aún más por la información, esto hará que ya haga preciso ver de nuevo Casablanca. De nuevo muchas gracias.
Besos muchos.
Nani, el problema con las cosas urgentes es que, efectivamente, le restan tiempo a lo importante (y, ojo, ver una película por el gusto de verla es, no se dude, MUY IMPORTANTE)...
ResponderEliminarYo paso a anunciar que tiene usted postdata con dedicatoria, por si le quiere echar un ojo... Y el ordenador está desocupado, por supuesto.
Abrazos varios
Viejos amores imposibles. Supongo que cada cosa tiene su momento.
ResponderEliminarQué bien contado, de verdad.
Felicidades.
Un saludo!
Me ha encantado la historia y me he emocionado con lo de la muñeca. Me encanta como escribes pero eso ya lo sabes :)
ResponderEliminarAdemás he descubierto dos palabras nuevas: cernadero, cuyo significado encontré en el DRAE y jacona de la que tengo que preguntar el significado porque no la he encontrado.
Besos
Nanny, la jacona es un tipo de tela muy fina y que ya no se usa apenas, porque todo se compra hecho y las telas suelen ser de fibras artificiles. Recuerdo que mi madre me enseñó hacer vainica en esa tela, para terminar en pañuelos, ¡otros tiempos!
ResponderEliminarBesos muchos,
Nani