Imagen sacada de la red
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca y sin dudarlo, escudriñó el lóbulo interior de la oreja izquierda. No cabía duda de que el fiambre como le habían comunicado, correspondía a aquella mujer misteriosa que nunca se quitaba la toalla. El rostro se lo habían desfigurado y la sorpresa que se llevó fue mayúscula al contemplar su cuerpo. Cuando confirmó los datos a la policía ellos dijeron que las huellas pertenecían a un chico holandés que su familia llevaba décadas buscando. La congoja heló por un momento a todos y pensaron lo poco grato que es el trabajo a veces.
Nani. Septiembre de 2016
En estos trabajos, cuando a la causalidad y la casualidad les da por jugar sucio, los días pueden ser muy duros.
ResponderEliminarBuen relato Nani. Empiezas fuerte la temporada.
Un saludo.
Muchas gracias Alfonso.
EliminarBesicos muchos.
Desde luego... poco grato.
ResponderEliminarJo...
Besos.