Imagen recogida de la red
Desde ese día nadie
vende barquillos en el parque,
ni helados, piruletas o palomitas. Fue demasiado impactante aquel
acontecimiento y nadie quiere volver a recordar. Ahora los niños juegan en los
columpios o se deslizan por el tobogán. Algunos críos llevan sus patines o
intentan esconderse por detrás de los árboles, haciendo un amago de escondite.
El color lo pone desde hace unos meses, un señor que vende globos Disney y que
observa demasiado.
Quisiera
existir para poner sobre aviso a los padres, algo me dice que no tiene buenos
pensamientos.
Nani. Mayo 2017
Qué miedo, Nani. No me fío de nadie con toda la que está cayendo.
ResponderEliminarTengo el corazón asustado.
El párrafo del final conecta a la perfección con el titulo, dándole bastante sentido al relato.
ResponderEliminarBuen intento Nani.
Un saludo.
Los niños juegan.... Pero todo lo vivido permanece en el parque y ese señor que vende globos(-consigues que nos cause extrañeza e inquietud). Muy bueno.
ResponderEliminarLos niños juegan.... Pero todo lo vivido permanece en el parque y ese señor que vende globos(-consigues que nos cause extrañeza e inquietud). Muy bueno.
ResponderEliminarUn narrador omnisciente que quisiera serlo en primera persona. Buena propuesta, Nani.
ResponderEliminarMuchos besicos.
Resulta extremadamente inquietante...
ResponderEliminarHabrá que vigilar al de los globos Disney, tiene mala pinta.
Besos.