El
niño sabe que debe sonreír. El que más tiempo dure con su bonita sonrisa se
ganará un polo de naranja o eso les han prometido, ¡total, por probar…! Él sabe
que debe ganar porque no tendrá otra oportunidad de comerse esa golosina que
tanto le gusta. En cualquier momento cae otra bomba y se lleva el hueco de
escalera que ha quedado en pie, donde duerme con su prima y el hermano de esta
o igual, también son ellos los que caigan como el resto de familia. Por otro lado, ya se sabe el camino y ha conseguido
esquivar los escombros de la casa de su tío y la de los abuelos. Sería duro buscar
otro sitio y allí está calentito pegado a los primos; pero sobre todo, ahora le
resulta fácil mantener la sonrisa, es lo que le queda desde que sus ojos
dejaron de ver.
Nani.
21 julio 2017
Qué fuerte, Nani, y que tristeza se te queda en el alma. Buen relato. un abrazo grande.
ResponderEliminarGracias Rosy. la propuesta y la foto es muy dura, así que me apliqué cuanto pude.
EliminarBesicos muchos.
Duro y real, pero los niños lo son en toda circunstancia.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Por desgracia la realidad supera a la ficción Carmen. Muchss gracias por comentar y venir a mi casa.
EliminarBesicos muchos.
Jo... este duele mucho.
ResponderEliminarPor real.
Qué pena...
Besos.
Sí Torito, duele y mucho por desgracia.
EliminarBesicos muchos.