Soy
Petra la dueña y regente del puesto nº 13 del mercado de abastos de la ciudad.
Vendo de todo. En un tiempo a las personas que tenían este trabajo, las
llamaban quinquilleros y así fueron nombrados mis padres mientras estuvieron llamando
de casa en casa y por los pueblos y alrededores, ofreciendo todo tipo de
productos metidos en el serón de la mula juanita. Después consiguieron unos
ahorrillos y se asentaron en este puesto que yo he heredado.
Nunca
pude tener muñecas y si alguna pasó por mis manos, fue de aquellas de cartón
que se vendían cuando era pequeña y ellos también ofrecían. Si alguna les
llegaba con defecto, era la que yo disfrutaba, pero me duraba nada y menos, ya
que mis hermanos y sus amigos que eran unos gamberros, me la cogían y la metían
en un cubo con agua o en la fuente de la plaza, y aclaro, al ser de cartón se
inflaba y luego se desintegraba. Para ellos era un juego de lo más divertido,
pero para mí, la desgracia más grande que me podía ocurrir. Luego me decían que
había tenido sed o que se había ensuciado de chocolate cuando le quisieron dar
de merendar. La verdad es que tanto una cosa como otra era increíble, porque el
chocolate no lo veíamos ni por un casual a no ser que padre tuviera una tableta
rota y no apta para la venta (y ya procuraba que no se diera el caso) y al ser
una muñeca de cartón, por muy infantil que yo fuera por aquellos entonces, de un
guindo no me había caído para creerme aquellos argumentos.
Un
día vino doña Maquiquita la del farmacéutico a comprar cinco metros de puntilla
de bolillos y me comentó que las muñecas de sus hijas ya mayorcitas, estaban feas
y estropeadas y que las iba a tirar, pero que si yo las quería, me las
regalaba. Por aquellos días ya tenía yo unos cuantos años y me hacía cargo del
puesto, entonces se me ocurrió que sería una manera de quitarme aquella espina
que tenía clavada. La verdad es que cuando doña Mariquita me las trajo estaban
hechas un desastre, pero las lavé, las peiné de nuevo y las que no tenían remedio,
les hice vestiditos con retales que me quedaban de la venta de telas y a juego
con los vestiditos les confeccioné gorritos y aquí me veis con esta enorme
colección. Me gustó tanto la idea de rescatarlas, que puse un cartel en el que
rezaba: “No tires tu muñeca deteriorada, te la arreglo o si me la regalas, la
dejo aquí para que cuando vengas a comprar, la veas, te sonría y te recuerde
los juegos que tanto disfrutaste de niña”. Casi todos me las regalaban porque decían
que en casa debían hacer hueco para las cosas que se iban necesitando con el
transcurso del tiempo y para mí fue un disfrute sin igual. A veces hay muchos
ratos muertos en el puesto y esos los aprovecho para cambiarles las ropitas y
asearlas. Como veis, ya casi ocupan más espacio que los objetos de venta, pero
disfruto mucho con esta ocupación. He encargado a mi amigo el chatarrero, una vitrina si le llega o bien le
diré a Manuel el carpintero, que me haga una y la colocaré en la pared para que
sirvan de exposición, como veis son ya muchas y tengo que colocarlas de otra forma
para que ellas estén cómodas y yo también, no debo olvidar que mi puesto es de
venta principalmente. Ellas no están a la venta a no ser que me traigan alguna
de esas con cara de porcelana y puntillitas en los vestidos. Esas no me gustan nada
(podría contaros cual es el motivo, pero hoy no viene al caso), y estas sí que
las vendo. Hay personas que también las
coleccionan y me agradecen que se las pase. A mí me gustan las Nancy,
barriguitas, nenucos, pepones y todos los muñecos que tienen caritas bonitas y
tiernas, con ellos disfruto como si me convirtiera en un abrir y cerrar de
ojos, en una niña de ocho años de las de mi época, hoy es bastante distinto. Y
bueno, aquí me tenéis para lo que necesitéis, Petra la quinquillera (no hago
honor al apodo), honrada y ganando el pan de cada día como mis padres me
enseñaron. Si tienes una muñeca, una sombrilla, paraguas o lo que se tercie, lo
dejo como nuevo. Saludos.
Nani.
Junio 2019
El relato es una maravilla.
ResponderEliminarCada vez escribes mejor.
Las muñecas siempre me han dado algo de repelús... como si en algún momento pudieran resucitar.
Besos.
Muchas gracias XAvi. Viniendo de ti, lo agradezco doblemente. A mí tampoco me hacen gracia las muñecas, bueno de niña quizá me gustaban algo, pero como siempre hacía de mamá ahora que me acuerdo, tampoco me hizo mucha gracia.
EliminarBesicos muchos.
Me has dejado maravillada con este relato, me recordaste mi niñez. Y te cuento algo, yo vendía en un mercado por aqui donde vivo y si, vendí muñecas también...a las muñecas de mi hija les hice vestiditos, ah, si te contara los recuerdos que despertarte, :=) . Saludos amiga.
ResponderEliminarSandra, debió ser bonito vender muñecas y ver la ilusión en la cara de las niñas y si luego te gustaba hacerles vestiditos, seguro que lo disfrutaste.
EliminarBesicos muchos.
Precioso relató.
ResponderEliminarBuen fin de semana
Gracias Trini.
EliminarBesicos muchos.
Me gusta tu relato, me traslafaste a mi infancia, me encantaban las muñecas.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Me alegro que lo hayas disfrutado Maria Dorada.
EliminarBesicos muchos y enormes.
asombrada te contesto asombrada me voy
ResponderEliminarmiles de abrazos
Asombrada te agradezco tu comentario Recomenzar.
EliminarBesicos muchos.
Hola amiga, si, soy una niña aunque ya muy grande y solo espero tener una nieta para jugar con ella a las muñecas y....... Saludos y abrazo.
ResponderEliminarEs bueno ser niñas por muy grandes que seamos Sandra y espero que que puedas jugar con tus nietas y nietos a todo lo que os haga felices.
EliminarBesicos muchos.