He
decidido ir a visitar los zumaques. En esta estación del año, están en su
momento y me gusta pasear por este paisaje y sus inmensos colores. Empiezo por
la parte norte. Encuentro un verde intenso y un olor característico. En el
instante que me adentro por su follaje, tengo que dar de lado a las zarzas,
aunque la intención también es la de recoger si quedan en buen estado, unas
cuantas endrinas para hacer pacharán del que en casa tanto gusta. A los primeros
arbustos me resulta imposible acercarme, se ven con frutos pero las zarzas y
sus espinas me lo impiden. Es una pena que estén tan abandonadas y este sector
se vea tan tristemente lleno de matas dificultosas. Me voy hacía el sur y el
panorama cambia. El verde intenso que me ha recibido en sus distintas
tonalidades, pasa por la fogosidad del amarillo en sus variadas gamas, naranja,
marrón claro, más oscuro, ocre y así toda la zona. La diversidad es tan intensa,
que me embarga de tal manera la emoción, que tengo la sensación de perder la
noción del tiempo. Me entretengo en acariciar las bayas rojizas, olerlas y
mirarlas sin cansarme. Me dan ganas de arrancar unas cuantas, pero aunque sé
que pueden ser usadas en la cocina, no sabría exactamente qué parte y en qué
condiciones se debe utilizar, por lo que desisto; ademán tampoco soy pintora ni
voy a teñir ningún tejido; así que las dejo en su habitad para que sigan su
curso. Han salido a recibirme unas cuantas ardillas, que rápidamente se suben a
las cimas, me esquivan y seguramente se refugiarán en el gigantesco y solitario
pino del entorno. Cuando quiero darme cuenta, han pasado dos horas de estar en
plena naturaleza y pienso que debo volver, además pronto empezará a ponerse el
sol y no quiero que se me haga de noche por estos parajes, por lo que vuelvo a
desandar el camino y comienzo a subir hacía la salida. Ya empieza a ponerse el
sol por detrás de la fortaleza y el espectáculo es tan sumamente bello, que no puedo evitar
sentarme en una piedra prominente del camino y quedarme allí, empapada de ese
amarillo rojizo que me arrulla y llena mi espíritu. Me coloco la rebeca que
llevo ceñida a la cintura porque hace fresquito y salgo otra vez a la urbe, que
me acoge en el comienzo de la noche.
(Vídeo de Resalía Víboras)
#52RetosLiterup
(Ejercicio sin gerundios)
Nani.
Febrero 2020
No sabía lo que es un zumaque.
ResponderEliminarAy Dios...
Gracias por los dos paseos, el de tus letras y el del vídeo.
Besos.
Para eso estamos Xavi. Aprendemos los unos de los otros.
EliminarBesicos muchos.
Precioso paseo y gracias al video sabemos que es los Zumaques.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro Alfred, que os hay servido y os haya gustado.
EliminarBesicos muchos.
Buen texto y buen video. No conozco los zumaques, creo por aca no hay. Saludos a la distancia.
ResponderEliminarMe alegro Sandra, que te haya gustado. Es natural del clima mediterráneo
EliminarBesicos muchos.
Por aquí en mi tierra hay muchos zumaques, sobre todo en jumilla, donde hay buen vino.
ResponderEliminarPasear por los lares de tus letras y zumaques es mágico, así lo veo, que bello paseo nos has regalado.
Feliz día nani.
Un beso
Carmen, me alegro que hayamos dado un paseo juntas y disfrutando de la naturaleza.
EliminarBesicos muchos.
Gracias por la visita a los Zumaques Nani.
ResponderEliminarEl texto y el video se complementan de maravilla.
Beso.
Me alegro que así te parezca, MIguel.
EliminarBesicos muchos.