NO ERA UNA PELÍCULA

Y ella finge que se lo cree y le sonríe. Intuye que tiene miedo, es evidente. Le coge las manos y se las acaricia, mientras le mira a los ojos diciendo: “Me cuesta creer que le hayas pegado aunque fuera en tu defensa, siendo tu más preciada mascota”. El niño llora desconsolado y contesta: “Mamá, se volvió loco y me quería comer, por eso no tuve más remedio que defenderme con el palo, pero creí que pasaría como en las películas, que más tarde se levantaría del suelo”.

SEGUNDA VIDA

Y ella finge que se lo cree todo. Habla y habla. Narra historias que no le han sucedido nunca. Lo mejor de todo es que no sufre por ello. ¡Ya ni se acuerda de su nombre real, ni de la existencia que tuvo! Ahora vive con alegría la personalidad que se ha apoderado de ella y se cree descendiente de los monarcas de Noruega. Los salmones son igual a dividendos o acciones. El caviar su pasión y su príncipe adorado, el enfermero del turno de tarde.

Nani. Febrero 2020