viernes, 26 de febrero de 2021

EN LA COMPRA DIARIA

 


Tema; Pesadillas Imagen obtenida de la red

Amaneció aquel día muy, como se dice por mi pueblo: “Cielo panza burra”. O sea, que parecía que iba a nevar, así que hacía un frio de mil demonios o así lo recuerdo. Esos días había que ponerse las pilas, porque si llovía, nevaba o simplemente hacía demasiado frío, las faenas del campo no se podían realizar y los campesinos, en este caso “cortijeros”, aprovechaban para venir al pueblo a hacer las compras, vender huevos y gallinas o realizar todas las tareas que tan solo se podían hacer en el pueblo y como mis padres eran los encargados de la pequeña taberna, no quedaba otra que  tener preparado para cuando llegara el momento de comer algo, sobre todo el pescado que era lo que más les gustaba y yo, debía traer el aceite antes de ir al colegio para freírlo.

Me recuerdo muy pequeña. A la vuelta, la cántara llena de aceite me pesaba bastante. La tienda de ultramarinos del “Compadre”, estaba en la calle principal, pero solo a la vuelta de la esquina y unas tres casas más. Así que me mandaban todos los días, bien a por harina, aceite o lo que mi madre necesitara en la cocina. Entonces la compra era diaria e incluso repetida, dependiendo de la venta. A más pescado frito, más veces a comprar harina o aceite y pescado.

A lo que iba. Ese día tenía mucho frío e iba con prisa porque había que llegar a tiempo al colegio. Al volver la esquina y pisar la calle principal, un pitido muy fuerte de la bocina de un camión Pegasso, me hizo volver la mirada dejándome parada en seco. Me pitaba a mí, ya que la calle estaba solitaria. Sobre la cabina del camión, había un muñeco que se inflaba y desinflaba, muy feo e impresionante y que al mismo tiempo, me pedía que me acercara. De pronto, se deslizó por delante de la cabina el horrible hombre blanco lleno de michelines, pero ágil como una pluma y pretendió acercarse a mí. Como me dio tanto miedo, salí corriendo a refugiarme casa del “Compadre”, puesto que el horrible personaje al mismo tiempo me perseguía, solo que le cogí ventaja, ya que él con aquella vestimenta, no corría como yo. Una vez en la tienda de ultramarinos, me tranquilicé y me sentí protegida. Mientras me llenaban la cántara de aceite, miraba por los cristales de la tienda, medio escondida en un rincón de la puerta. Conseguí ver pasar el enorme Pegasso con el Michelin (luego supe que así se llamaba), subido de nuevo en la cabina.

Cuando llegué a casa y mi madre me notó tan sofocada, me pidió que le contara que me pasaba y una vez más, me dijo que no debía leer el periódico que papá compraba para los parroquianos, que había cosas que los niños no entendíamos. Más tarde, en el mimo periódico, vi un anuncio que ocupaba una página entera de ese personaje y por eso me enteré que tenía nombre, pero a estas alturas de mi vida, todavía lo veo nítido deslizarse por la cabina del camión, llamándome y luego, tras de mí.

Más tarde cuando tenía pesadillas producidas por la fiebre (de niña tuve arrechuchos a menudo), no conseguía bajarme sola de la cama, porque sabía que el Michelín o su amigo, otro monstruo con cabeza muy gorda y que se comía a los niños, estaban debajo de mi cama.

Desde entonces mi madre me escondía el suplemento del ABC, pero yo lo encontraba y la verdad es que cuando vi el cuadro de Goya “Saturno devorando a su hijo”, aquello debió incrementar mis pesadillas. Aunque también podía ser, que a cada instante nos decían que no nos fuéramos lejos, porque venía el hombre del saco y nos llevaba. ¿Estaría influenciada por lo que veía o por lo que me contaban?

Aunque lo del Michelín estoy segura que ocurrió de verdad, siempre me dijeron que tenía mucha fantasía, pero hay cosas que pasan aunque nadie te crea y esa fue verdadera. ¡El Michelín me quiso llevar y me persiguió!




 Francisco de Goya, "Saturno devorando a su hijo" 1819-1823


Nani. Febrero 2021


22 comentarios:

  1. Me has dejado sin palabras.Hoy estoy con magia

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  2. ajjajajjajajajajaja el muñeco de Michelin me recordó que los neumáticos del auto ya no dan mas y hay que cambiarlos...asi es que si lo encuentras por allí me lo mandas!!!
    Y efectivamente, los padres y los abuelos a veces dicen a los niños cosas que nunca se olvidan y ya en la vida adulta quedan como meras anécdotas, pero nos han tenido a maltraer unos cuantos años.
    Gracias Nani por este fabuloso relato de viernes. Bonito dia para ti

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    1. Eli, a veces los mayores hacemos comentarios muy desacertados y que marcan para siempre.
      Me alegra saber que te ha gustado.
      Besicos muchos.

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  3. Genial 👍
    "Cielo panza burra” me ha encantado.
    Besos, bonita!!

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    1. Ya sabes Towanda, como se pone el cielo de Madrid cuando va a nevar!!
      Besicos muchos maestra.

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  4. Mucha imaginación sí tienes. ;)

    Un abrazo.

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    1. Alfred, la imaginación a veces nos salva de muchas atrocidades, ya que las podemos modificar a nuestro antojo.
      Besicos muchos.

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  5. El color panza burra me trae recuerdos de mi madre que lo decía mucho. El tema de los miedos infantiles parece increíble, las cosas que nos podían asustar de pequeños.
    Un abrazo.

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    1. Jejeje. Ángel esa expresión era muy típica de nuestros mayores, al menos en mi entorno. En cuanto a los miedos infantiles, ya de por sí son innatos, más si se acentúan, sin ton ni son!!
      Besicos muchos.

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  6. Buenos días nani. Me gusta esa metáfora de tu pueblo, "panza de burra" de los miedos infantiles tienen mucha culpa los cuentos, "duérmete niño que el lobo te va a llevar", "el hombre del saco" y como no, "caperucita roja" etc... por nombrar algunos.
    Tengo un micro que habla de ello.
    Me ha encantado nani.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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    1. Carmen, ya tiene una más para ti.
      Los miedos infantiles, creo que ahora se cuidan más, nuestra generación ya pasó demasiados, no crees?
      Ese micro, podías subirlo.
      Me alegro que te haya gustado.
      Besicos muchos.

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  7. Me encanto este relato, yo fui una niña influenciada por lo que leía, y ahora de grande aveces me pasa lo mismo pero ya no me asusta.... Saludos amiga.

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    1. Todos hemos estado influenciados por lo que leemos y por lo que escuchamos, Sandra.
      Besicos muchos.

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  8. Qué precioso relato Nani. Me ha encantado con esas descripciones me ha hecho vivirlo. Gracias por tu compartir amiga.

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    1. Me alegro M. Lola. Caminamos por el mismo entorno.
      Besicos muchos.

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  9. Qué historia tan buena.... vamos que ni del muñeco Michelín uno se podía fiar.

    Besos.

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    1. Ni siquiera Xavi. Me alegro que te haya gustado.
      Besicos muchos.

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  10. Tremendo final, es cierto que a veces nos tachan de delirantes y más cuando eso que contamos no puede ser demostrado.
    Un saludo.

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    1. Así es Né, pero ese susto lo pasé realmente.
      Besicos muchos.

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  11. Ese muñeco Michelín se te convirtió en una especie de payaso diabólico. De niños los miedos tienen cara de monstruos peligrosos. Las advertencias de no hablar con desconocidos hacen volar la imaginación. Yo recuerdo algo parecido en una tarde de paseo por la playa solitaria. De entre los toldos surgió como de la nada un hombre que cada vez caminaba más deprisa hacia nosotros (mi hermano, dos amigos y yo). A veces lo veíamos a veces, no... pero cada vez más cerca. Empezamos a correr como locos en dirección contraria, pero con la sensación de no poder correr lo suficiente hundiéndonos en la arena. Cuando llegamos al malecón donde estaban nuestras madres, lo contamos como si hubiéramos estado realmente en un peligro máximo. El caso es que para entonces el hombre había desaparecido. Y en nuestra mente infantil eso resultaba imposible. Debería estar en alguna parte, y si no lo estaba, entonces... era todavía más extraño. Nos duró el miedo toda la vuelta a casa. Ahora lo pienso, y ni idea de por qué nos asustamos tanto. 🤷‍♀️

    Me ha encantado tu relato Ya ves, me ha traído este lejanísimo recuerdo.

    Besicos, Nani.

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    1. Un poco payaso diabólico o así lo vi siempre Galilea. Mucho afectan los consejos o comentarios, a los niños. Creo que ahora somos más consientes de ello. Tu aventura también tubo su aquel, y es que la imaginación a veces nos suele jugar malas pasadas. Un placer rec9ibirte en casa.
      Besicos muchos.

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