Relato publicado en la revista digital Valencia Escribe, Número 8.
Podéis leer la revista en el enlace siguiente:
https://www.yumpu.com/es/document/view/65580550/valencia-escribe-numero-8b
JUBILADAS y NADA
Hoy
como todos los jueves tocaba cafelito. Es el ratito donde tomamos contacto para
dar paso a nuestro encuentro del club de lectura. Quedamos todas las semanas en
el bar del parque, para el café de la tarde y cada quince días procuramos
comentar el libro acordado. En esta ocasión la lectura recomendada ha sido la
novela «Nada» de Carmen Laforet; aunque en general hemos estado poco motivadas.
La pobreza de la posguerra española, la burguesía y el franquismo que tanto
escuchamos de boca de nuestros padres y abuelos, parecía habernos puesto de acuerdo y el comentarlo no
fluía, como en más de una ocasión ocurrió. ¡Ya nos conocemos y todas esperamos
el momento idóneo, o bien simplemente, decir si nos ha gustado la lectura o no
y pasar página como se suele decir!
De
pronto, Mónica con su taza en la mano y el pensamiento y la mirada perdida en
el bamboleo de la palmera que se mueve al ritmo de la brisa, comenta como si su
voz saliera del fondo de un socavón:
─
Ayer vino mi vecina Dolores a casa. Llegó a dejarme el pasapurés que le había
prestado y me comentó que estaba preocupada por su jubilación, ya que al ser
viuda y no haber cotizado lo suficiente, lo mismo lo que le queda no alcanzará
para cubrir gastos. No quiere ser una carga para alguna de sus hijas, a las que
les viene todo justo. Sus maridos trabajan en la obra y en la restauración, así
como ellas en lo que pueden, pero con sueldos tan míseros, que incluso a veces ella ha tenido que ayudar
en alguna que otra necesidad.
Amalia
da un sorbo a su café y comenta:
─
¡Ufff, hay muchas clases de jubiladas! ¡Jubilados también, pero en este caso hablo
de mujeres y jubiladas! Están las que estuvieron cotizando. Son privilegiadas porque
pudieron prepararse y tuvieron un buen trabajo remunerado y por tanto, cotizado
por parte del que contrata y de la contratada. Suelen quedarles un gratificante
«júbilo», del que gozan. Se pueden permitir viajar, satisfacciones el resto de
su vida, disfrutan de todo lo que les apetece e incluso, pueden favorecer a los
suyos.
─
Están las jubiladas que tuvieron un trabajo y un sueldo que por los pelos,
llegaba a poder cubrir necesidades y para más inri, lo mismo tenían hijos, pero
no aportes del otro miembro de la familia que procreó con ellas, bien porque no
quisieron hacerse cargo de los hijos o bien, porque murieron y a ellas no les
quedó apenas asignación de viuda. Por chiripa consiguen alguien que les firme la
cartilla laboral o agraria y pueden justificar su aporte, para cuando llegue
esa jubilación. Puede que cobren algo digno que les permite pagar el alquiler
de la vivienda y algún capricho a los nietos por Navidad o en cumpleaños.
Aunque para ello, se queden un mes sin postre y así poder contribuir con los
suyos o bien, entregar el regalo soñado.
─
Luego están las «jubiladas de nombre». Esas que han dejado de trabajar con muy avanzada edad y
porque sus huesos ya no responden. Fueron o son las que trabajaron en todo lo
que les salía, bien en el campo, sirviendo en casas, en cocinas de barrio,
trabajos esporádicos o en lo que encartara y se han pasado agachando la raspa,
desde que tuvieron uso de razón, hasta ya no poder con el hato. Esas jubiladas
de nombre, no tienen ni para pagarse una sopa algunas noches, y no les queda
más remedio que acudir a la beneficencia, Cáritas o como se llame en cada época
la asistencia social de turno. Ellas son las que se acuestan con la soledad de
corazón, de estómago y hasta del gato que ronda la calle donde viven.
Amalia
se queda pensativa al terminar esas reflexiones y todas le acompañamos en sus
pensamientos. Algunas asentimos en silencio. Hoy hemos terminado nuestro café a
pequeños sorbos, lo mismo que tomamos la vida. Sorbo a sorbo y suspiro a
suspiro, Con la mirada a veces perdida mientras reflexionamos, observamos e
incluso, nos sublevamos pero para adentro, si no nos queda otra alternativa.
Nani Mayo 2021
Yo también me quedo pensativo.
ResponderEliminarA mí me dan ganas de sublevarme pero hacia fuera.
Besos.
Creo que al título le falta una L.
Besos.
Haces bien Xavi. A estas mujeres solo le enseñaron a resignarse y así no se consigue gran cosa!!
EliminarBesicos muchos.
Un triste panorama que tienen por delante más de una y de dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es por desgracia Alfred, pero hay problemas que se esconcen debajo de los manteles!
EliminarBesicos muchos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNani, tocas un tema sangrante que no ha sido fácil nunca, pero que a los hijos del baby boom se nos presenta negro de verdad. Buen texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro Ángel que el asunto (que se las trae), te haya resultado interesante!!
EliminarBesicos muchos.
Gracias por hacernos partícipes de un relato que nos deja pensativos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Teo, si hace pensar, me alegro de ello!!
EliminarBesicos muchos.
Es un tema muy complejo en muchos paises del mundo. Un relato muy conmovedor y cierto. Mi abrazo grande!!!
ResponderEliminarEli, a veces hay que sacar a la palestra, lo que se mete debajo de la alfombra.
EliminarBesicos muchos.
Que triste, las jubiladas de nombre, son las que mas mal la pasan en la vida y mas si les toco tener hijos ingratos. Asi es la vida de muchas mujeres. Saludos amiga.
ResponderEliminarSandra, por desgracia, muy abundante pero ocultado.
EliminarBesicos muchos.
Una realidad muy triste en algunos casos. Que tras una vida trabajada no quede casi ni para subsistir es una gran injusticia.
ResponderEliminarUn abrazo, Nani
Las injusticias a veces son sangrantes y como no interesan, se ocultan cada vez más. Muchas gracias Ángel por tu generosidad!!
EliminarBesicos muchos.
Qué bien has reflejado esos tipos diferentes de jubiladas. ¡Qué sociedad más injusta hemos creado! Algunas mujeres no obtienen ni reconocimiento ni pago al trabajo de toda una vida. Muy triste, la verdad. Pues sí, un texto para dejarnos muy pensativos. Besicos, Nani.
ResponderEliminarMe alegro que te haya llegado Juana. A veces hay que sacar a la luz, lo que se ve delante de nosotros e ignoramos la mayor parte del tiempo.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Besicos muchos.
Cierto... es un problema del que se habla poco, y cada una de ellas es un drama vital.
ResponderEliminarMuy bien ligado el tema, y muy bien contado.
Besicos.