Aquella
mujer que salía de su país para ver con tranquilidad el sol, para pasear por
donde lo hicieron esos personajes que tanto admiraba y amaba, para escuchar los
rasgueos de una guitarra flamenca en directo, el quejío de un cante, unas tarantas
o lo que se le pusiera por delante y que sonara flamenquito con alma; debido a
la huelga de la compañía aérea, se ha quedado esperando en el aeropuerto. Solo
tenía cuatro días de vacaciones. El avión no salió. Las vacaciones ya no eran
suficientes. El dinero no fue devuelto (dijeron que lo harían, pero que había
que rellenar unos documentos y ya le avisarían) y entre ir y venir, los días
libres se quedaron en la mitad.
No
quiere escuchar hablar de turismo, viajes y economía. Le costó demasiado
ahorrar para su viaje, conseguir cuatro días en época estival, gastar
adrenalina y quedarse sentada en un aeropuerto con hambre, sueño e ilusiones
derramadas por entre las juntas de las baldosas.
Después
de la experiencia, le quedó la sensación de que se rellenan páginas en blanco
con promesas, que después se anuncian y más tarde, lo que se presente. Las ilusiones de la viajera es lo que menos
importa.
Nani.
Julio 2022