Crecieron
en casas contiguas en una aldea de la montaña. Asistían a la escuela rural
todos los días de la semana. Los sábados y domingos, se agarraban de la mano y
después del desayuno, salían a descubrir tesoros de los que esconden las
riberas de los arroyos, los troncos de los viejos robles o las cuevas en los
riscos de las montañas cercanas. Sus padres confiaban y siempre les dejaron ir
a correr sus aventuras. Hoy ya con 80 primaveras él y 78 veranos ella, siguen los
mismos paseos cogidos de la mano, siendo el uno el apoyo del otro.
Nani.
Octubre 2022