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Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos hay una distancia de cinco pasos mal contados. No era tan difícil llegarse y ver si había algo del abuelo. La vida ya no era posible recuperarla, pero sí la cartera, aunque estuviera lista de dinero y la foto de la abuela. El tío que le arrebató la vida, iba buscando cosas de valor. El pobre solo tenía la foto, un billete antiguo de cinco duros y un décimo de lotería. Dijo que ese nos haría ricos.
¡Pobre abuelo qué
equivocado estaba! No pensaba que la funeraria nos dejaría a dos velas y el mal
nacido, sin lotería.
Nani. Diciembre 2022