Solía
ir a la biblioteca con mi abuela a recoger libros infantiles y otros de
adultos, que eran para leerlos ella.
Cuando
todavía no sabía leer (me lo contó, porque no lo recuerdo), me leía todos
los cuentos que recogíamos y luego pasados unos días los devolvíamos. Pero había una cosa que me contó también, y es
que ella añadía todo lo que se le ocurría y cuando volvía a pedirle que
repitiera el cuento, acababa enfadado porque le decía que ese no era el cuento
que me había leído anteriormente, acabando diciendo que en la habitación había un
monstruo que se comía las palabras y por eso las tenía que inventar.
No
sé si fue mejor el remedio que la enfermedad, porque por las noches empecé a
tener miedo del monstruo y por mucho que me dijo que no era malo, sino que quería
aprender y por eso se comía las palabras y las páginas, no lo supe entender hasta
que fui un poco más grande.
Como
se preocupó por ello, otro día me regaló un libro que me dijo que era el de la
fantasía. Las hojas estaban en blanco, para que cada vez que lo abriéramos,
contáramos lo que se nos ocurriera y si nos apetecía, lo escribiéramos.
Aquel
libro me gustó más, porque la fantasía hablaba con voz de la abuela y me
encantaba todo lo que me contaba. Había árboles que, en lugar de tener fruta,
tenían historias colgadas de sus ramas, que hablaban de unos seres pequeñitos
del bosque que eran mágicos. En esos bosques había luciérnagas que iluminaban a
los leñadores cuando se les hacía noche y hadas, que volaban y cuidaban los
sueños de los niños para que no tuvieran pesadillas, ni tuvieran miedo de sus
propios sueños. Había niños que sabían el lenguaje de los topos que contaban
como se hacían amigos de las lombrices y les ayudaban a coger bulbos ricos y jugosos
y también había ranas que narraban la vida secreta de las algas y de las
piedras rodantes de los arroyos y los ríos.
Con
todas esas peripecias y vivencias de mi infancia que junto a mi abuela viví, y
gracias a los libros que cogíamos prestados en la biblioteca, más tarde conseguí
ir solo a la biblioteca del barrio a buscar libros infantiles, de consulta,
juveniles y hasta hubo una temporada de mi vida, que pasaba más tiempo en ella
que en casa, y es que lo libros han sido mis mejores compañeros y de los que
más he disfrutado siempre.
Nani.
Enero 2023
Que bueno haber tenido una abuela para el recuerdo
ResponderEliminarSaludos desde la felcidad de mi tiempo
Leerle a un niño es inyectarle una magia que durará casi seguro toda la vida. Cuando nos leen de pequeños, cuando nos llevan a una biblioteca, cuando existe un adulto que además pone fantasia a la lectura y obviamente amor, nos es transmitido y perdura. Ojalá en todos los hogares actuales los padres y abuelos se tomaran un tiempo de su vida cotidiana para leer, para transportar a ese niño/a a otros mundos. Me encantó querida Nani. Ando poco por aqui y te pido disculpas por no responder a tus visitas. Te deseo un excelente año 2023 con montones de cosas hermosas para vos y tus afectos!! Besossss
ResponderEliminarQué historia tan tierna.
ResponderEliminarDe repente he recordado la primera biblioteca a la que fui.
Era un niño.
Libros de Guillermo el Travieso, y de Enid Blyton...
Ay... ya no existe esa biblioteca.
Qué penilla.
Besos.
Me encanta, Nani y hasta la fotografía que elegiste es perfecta😘
ResponderEliminarEl mejor cuento que nos pueden regalar es aquel que nuestros abuelos nos han leído o mejor inventado y con sus tonos altos y agudos nos hacían las delicias antes de cerrar los ojitos y dormirnos .
ResponderEliminarMe gusto mucho tu entrada , los recuerdos son inmensos . Un besazo, feliz finde.
Solo he disfrutado los cuentos que leí de pequeña, y los que me contó mi abuela.Mucha ternura en tu relato, me ha gustado mucho. Un beso Nani.
ResponderEliminarMe identifico tanto, Nani. Gracias por ponerlo en palabras que llegan...
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Me ha encantado, es muy emotivo....Besos
ResponderEliminarPrecioso tu relato Nani.
ResponderEliminarRecuerdo hermosas historias que me contaban mis abuelos y que yo les contaba a mis hijos...
Nunca olvidaré todo ese encanto y ternura!
Buen fin de semana para ti, Nani.
Besicos muchos
Te leo querida porque me gusta lo que escribis
ResponderEliminarbeso
La magia de las historias y todo lo que vive dentro de ellas y de las bibliotecas❤️Así es, Nani. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarSe ha publicado mi comentario como anónimo. Esa es la magia de los blogs😂😂Un abrazo doble, Nani. Soy Aurora Rapún.
ResponderEliminarAy, la abuela, pura ternura :)
ResponderEliminarY que bueno que inculcara el amor a la lectura.
Besos, Nani.
Lo mejor del mundo, las abuelas...
ResponderEliminarEllas son Magia pura...
Besos, Nani
Bonita experiencia que caló en ti. Besicos
ResponderEliminar"Ictericia" tienen los niños jóvenes hoy a leer un libro. Los trabajos escolares de leer a tancas y barrancas. Dejaron atrás el mundo de la ilusión, la fantasía y el saber. Una pena
ResponderEliminarEl mundo de los cuentos queda por siempre en la memoria, Nani...Mi padre nos contó muchos cuentos de aventuras, gigantes y lobos. Su imaginación quedó conmigo y su amor a la naturaleza...Muy bueno tu escrito, realmente entrañable, amiga.
ResponderEliminarMi abrazo siempre, amiga.
Qué bonito... Cuánto se aprende de la mano de los abuelas... y qué bien huelen las librerías. Me encanta ese olor.
ResponderEliminarTe quedó precioso ❤❤