Foto
del artista callejero Garry Winogrand
No,
no preguntes qué llevamos en los brazos porque es evidente y aún no necesitas
lentes de cerca. Parece mentira que no nos conozcas. Hemos estudiado en la
misma universidad y terminamos trabajando en el mismo lugar.
Sí,
hemos acabado adoptando estos seres que ves. No queremos convertirnos en padres
vociferantes y amargados por no saber educar a nuestros vástagos, ya que como
siempre dijiste, los hijos venían sin libro de instrucciones. Estos que ves y que
tratamos como hijos, ni lo son y tampoco mascotas. Son seres vivos que nos
necesitan y que, por haber nacido en un centro de investigación, si los
dejáramos a su libre albedrío en su hábitat, después de haberlos utilizado como
se les antojó a algunos eruditos que no han avanzado ni un ápice, decidimos que
se quedaran con nosotros. De todas maneras y eso sí se sabe, somos muy
semejantes. Una diferencia del 1´2% en los genomas. Así que como te comentamos,
si los dejamos libres morirían ya que no tuvieron a sus respectivas madres para
que les enseñaran en su día a defenderse y fueron criados además con biberones.
No han visto un árbol cerca ni por equivocación, por lo que hemos decidido
tenerlos a nuestro cuidado y que salga el sol por Antequera o por donde quiera,
pero ahora esta es nuestra familia y somos muy felices.
Nani,
enero 2024
Un tanto preocupante o reflexivo, pero de todos modos el final es el que me interesa.
ResponderEliminarLa felicidad familiar. Un besote.
Tu pequeño relato-reflexión puede verse desde distintos puntos de vista, Nani...Desde un profundo amor a los animales, o desde un temor a la paternidad, porque, efectivamente, hoy ser padres es muy difícil...Todo es respetable, hoy las mascotas habitan los hogares, participando de la familia. Asi que en definitiva buen relato y buena aportación, Nani.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz año con los tuyos, amiga.
Profunda mirada siempre la tuya, Nani, dicho sea de paso... Chapeau una vez más.
ResponderEliminarNo sé si conoces la historia de Lucy, me la ha recordado muchísimo tu texto. Fue una chimpancé que dos investigadores adoptaron...con todo lo que eso supone porque pese al parecido en ADN, a nivel filogenético es una especie sin ninguna adaptación a nuestra forma de vida.
ResponderEliminarEn fin, un tema interesante, de hecho la novela Jennie de Preston Child parte de la misma premisa y me encantó.
Un besazo.
De ahí venimos... qué menos que cuidar a nuestros ascendientes.
ResponderEliminarBesos.
Me parece una decisión de lo más acertada.
ResponderEliminarBesos.
Me encanta. el relato y esa imagen, amo a los animales y esos me roban el corazón, genial relato nani. Feliz semana. Un abrazo
ResponderEliminarCon corazón, como sientes y escribes, apreciada Nani. Me gustó mucho este relato por especial, por comprometido, porque te ha salido del alma y al alma nos llega. Un abrazo grande de
ResponderEliminarTeo.
A tua reflexão é muito oportuna Nani.
ResponderEliminarOs animais merecen todo o nosso amor e carinho. São seres encantadores que nos tocam o coração.
O humanismo contempla todos os seres vivos! Não podemos nunca excluir os animais!
Besicos muchos
Se prohibió la experimentación con chimpancés, pero como bien dices, nunca vieron un árbol y no podrían valerse en su medio natural. Hace poco vi un vídeo de un chimpancé liberado en un santuario y la felicidad del animal de ver árboles, hierba, cielo, es indescriptible. Nació en el laboratorio y vivió en una jaula.
ResponderEliminarAplaudo el relato.
Besos, Nani.
Uhmmm este relato tiene mucha miga... Los hijos, las responsabilidades que acarrean... Mascotas que son parte de las familias, pero que sustituyen a esos hijos... Ufff daría para largo.
ResponderEliminarTu relato y la forma de exponer esas ideas... o maneras de ver o sentir lo que es una familia... ¡Genial! Es muy bueno, como todo lo que escribes y da gusto leer.