Sierra Nevada, subida de la red
Subí
al cerro de los Gañanes a recoger lo que en la cueva del mismo nombre había
quedado. Padre me dijo que lo dejara para cuando pasaran unos días, ya que
parecía iba a haber temporal. Lo mismo caía nieve ─dijo. El cielo y el fuerte
viento lo anunciaban, pero como siempre, no hice caso y quise dejar terminado
lo que había comenzado. Una vez arriba, el frío se acentuaba y el fuerte
vendaval comenzó. La nevada arreciaba y supuse que no podría bajar. Conseguí
llegar al refugio que era de la familia y empecé a apilar la leña en la base de
la chimenea que tanto me recordaba al abuelo. La encendí, busqué una manta y
miré en los estantes para ver si seguían en el mismo lugar, los botes de conserva del pasado
otoño, tendría que quedarme por unos días hasta que la bajada fuera posible.
No me daba miedo permanecer allí a pesar del frío y la soledad. No era la
primera vez y desde que en una ocasión me acompañó la reina de las nieves, ya
no me daba miedo nada. Cuando aquello pasó, nunca me creyeron, pero estaba
seguro que volvería a verla. Estuve nervioso pensando en su presencia, la
presentía.
La
primera noche como estaba muy cansado, me quedé dormido de inmediato después de
degustar unas ricas fabes con chorizo calentitas y aromáticas que creo
atrajeron a la mismísima reina y a todo su séquito, solo que ella esperó hasta
otro día cuando supuso estaba descansado y con la mente despejada y activada.
Me
habló del secreto que los seres humanos llevamos dentro, pero que solo lo
descubrimos algunos y, os aseguro que no fue un sueño, estuvo a mi lado.
Del
saber relacionarnos entre sí, sin humillar y sin querer sobresalir, pero al mismo
tiempo, sin dejarnos menospreciar, que no está reñida una cosa con otra. Añadió
que cuando descubrimos esos seres o se acercan a nosotros solo para conseguir
su propio interés, nos diéramos la vuelta y los dejáramos ir sin decirles nada,
según ella, es la única manera de hacerlos reflexionar. Si en algún momento están
dispuestos a cambiar, que lo hagan, pero que mientras tanto, vayan y dejen ir.
Más
tarde me entregó una figurita muy pequeña tallada en madera que parecía una
roca de río, para que cuando me encontrara tan perdido como había estado en los
últimos meses, la mirara y recordara que por muchas dificultades que
encontremos, si estamos dispuestos, hallaremos el camino que a veces
perdemos. Es algo normal en los humanos y que al final, es como si subiéramos un nuevo peldaño, ─añadió.
Desde
entonces, esa figurita la llevo siempre conmigo, es mi talismán. Hice con ella
un llavero y si pierdo las llaves que abren mi espacio de paz, pierdo mi
camino.
Nani,
agosto 2024
Ese "peldaño" es inherente a la evolución espiritual del ser humano. ¡La única "razón" de nuestra presencia en este mundo!
ResponderEliminarCuando quiera que sea que se alcance!
Abrazos Nani.
Encantador relato, lleno de luz.
ResponderEliminarBesos.
Una experiencia extrema para recordar siempre y que marcó el rumbo de la vida del protagonista.
ResponderEliminarGran relato. Un abrazo.
Qué bueno, en esa soledad de las montañas, la paz es inspiradora y mágica...Los espíritus se recrean y acompañan a las mentes abiertas e imaginativas...No hay duda que estas experiencias dejan huella y nos dan confianza en la vida y en nosotros mismos. Muy bueno, Nani.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz finde, amiga.
ResponderEliminarUn relato precioso... y con talismán!!!
ResponderEliminarYo quiero uno!!!
Besos.
Me ha encantado Nani, fuerte y emotivo, espero encontrar el camino perdido. Besos
ResponderEliminarLuminosa prosa, Nani. Una vez más... Un lujo leerte!!
ResponderEliminarNani, desde mi apartado mundo vengo a éste, algo tardío, que propone tu relato. Qué alegría da leerte, sentir el estímulo de tus letras siempre directas al corazón, a la luminosidad, al efecto mágico de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo grande, apreciada amiga.
Un relato reconfortante, fresco y profundo en su sencillez. Abrazo
ResponderEliminarQué preciosidad, Nani.
ResponderEliminarMe gusta la nieve, la reina de las nieves y el mensaje que nos dejas.
Besos.
Bonito relato lleno de misterios y aprendizaje. Me encantó encontrarte. Un saludo.
ResponderEliminarMe cuelo desde el blog de Campirela! muy bonito relato, a veces es complicado ser honesto con uno mismo y seguir nuestro camino sabiendo cuando nos tenemos que marchar o dejar marchar.
ResponderEliminarUn beso!
Qué maravilloso relato Nani!... Una experiencia extraordinaria para recordar por siempre! Me encantó!
ResponderEliminarTe deseo una feliz semana, querida amiga!
Besicos muchos.
Qué bonitos relatos escribes. Me encanta!
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