Fotode Dmitry Markov, el Cartier-Bresson ruso
Soy
Anastasia y mi hermana es Olga. Nos hemos calzado las botas de agua, porque
acaba de llover torrencialmente y todo está lleno de charcos. Hemos salido a
buscar a mamá que hoy no ha aguantado más y se ha ido tras la paliza que le ha
dado nuestro padre, cuando ha llegado borracho. Vivimos en una pedanía cercana
a la capital y carecemos de todo. Las calles llenas de socavones, las
carreteras hechas trizas y llevamos mucho frío, pero nos urge encontrarla.
Llevaba una brecha en la frente y un brazo parecía que no lo podía mover. No pudimos
ir tras ella, porque nos retuvo el verdugo. Quería que le hiciéramos la cena y
le hemos puesto lo que mamá nos había preparado. No tenemos nada más, pero hemos
preferido que comiera y se durmiera. Al escuchar sus ronquidos, hemos salido a
buscarla. No sabemos si querrá volver o si podremos acompañarla. Solo
pretendemos saber como está, lo demás no importa.
Nani, abril 2025
Una escena que nunca deberían ver nadie y mucho menos unos niñ@s.
ResponderEliminarUno de los conflictos que se dan en los hogares es la embriaguez de los progenitores, donde pierden los papeles, volviendo el seno familiar en un verdadero infierno.
Un besote grande, feliz fin de semana.
Lo que deberían haber hecho, ya que parecen pequeñas y por tanto no son responsables penalmente, es envenenar al monstruo de su padre.
ResponderEliminarDuele el relato... es muy duro y me temo que en muchos casos muy real.
Besos.
Tremendo relato que desgraciadamente no es tan ficción . Un abrazo
ResponderEliminarTremendo... Cuánta tristeza, cuánto dolor...
ResponderEliminarGrande, Nani.
👏👏
Duro, amiga. No hay palabras para describir actos tan brutales, y si hay niños... siempre nos quedamos cortos, no hay manera.
ResponderEliminarPor otra parte, celebrar la manera en que nos cuentas la historia, cualquiera que sea. Hoy me salgo de aquí triste, sí. Y se repite y repite y repite...
Inmenso abrazo.
Qué duro el relato, se me estremece el cuerpo al leerte, porque hay tantos casos iguales en esta vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Duele cada palabra pero son necesarias como denuncia generadora de conciencia de lo que le seguimos haciendo al futuro en tanto nuestros niños sufran aún así...
ResponderEliminarAbrazo admirado, amiga Nani!!
Qué inmensa pena, Nani, el gran dolor de la inocencia. Besos
ResponderEliminarDuro relato el que nos cuentas, Nani. Lo malo es que en muchas ocasiones, esta cruel ficción se hace real.
ResponderEliminarSaludos.
Tu relato nos recuerda que hay realidades dolorosas y cercanas, que luchan por vivir desesperadamente ante la indiferencia y frialdad del mundo que las rodea...Las ciudades y pueblos en guerra son ejemplo de ello, Nani.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi cariño.