sábado, 11 de octubre de 2025

NO SABES QUE TE PUEDES ENCONTRAR A LA VUELTA DE LA ESQUINA

 


imagen de Dream Collage

Salí a caminar como todos los días, a esa hora que comienza a ponerse el sol jugando con las nubes al escondite, se torna el cielo de color rojo y rosado hasta que termina acunado y perdiéndose para descansar y dar paso a la luna, pero de improviso las nubes se convirtieron en nubarrones cargados de agua y fue tan enorme la tormenta que se dejó caer, que no tuve más remedio que meterme debajo de un soportal que hay en el centro de la ciudad.

Todo el personal que había por la calle debió encontrar refugio y me vi sola sin saber cómo guarecerme de las inclemencias que estaban aconteciendo. En estos pensamientos estaba, cuando una enorme ventisca se levantó y atravesó el soportar, arrastrándome sin poderlo evitar.

De pronto me vi envuelta en la lluvia y poco a poco creí ir subiendo, hasta llegar por encima de las nubes. Allí no llovía, sino que me pareció que flotaba y encontrando una paz que había dejado de sentir al dejar de ser niña. Me encontraba rodeada de luceros brillantes y de colores. Se escuchaba una música adorable y de tan relajada que me encontraba, casi consigo dormirme si no es por el esfuerzo que hice para disfrutar el momento y lo que me rodeaba. No tenía que hacer nada, tan solo dejarme llevar por la sensación de un leve y suave movimiento que parecía mecerme con la convicción de no estar soñando, aunque despierta y bien consciente de todo lo que me estaba ocurriendo.

Pasado un buen rato disfrutando de aquella enorme satisfacción, comencé a notar que algo tiraba de mí y me arrastraba a otro lugar. Atravesé nubes, me puse mojada, sentía como bajaba a tierra, porque eso se sabe debido a la atracción tan potente que percibes y comencé a tener miedo. La velocidad era impresionante y no tenía a donde agarrarme. Hubiera dado todo por un paracaídas, una mano o algo que me hiciera sentirme segura, cuando de pronto sentí que chocaba con algo. El impacto fue fuerte pero no me hizo daño. Cuando acostumbré mis ojos a la penumbra, pude observar que estaba posada sobre un mullido árbol cálido y suave. Intenté serenarme y pude observar que no parecía haber peligro en el lugar que estaba. Intenté relajarme y pensar que me había pasado en los últimos momentos, horas o no sabía cuánto tiempo había trascurrido desde que comenzó a llover. Ahora parecía que empezaba a amanecer y el sol salía de nuevo, así que no me quedaba otra opción que esperar hasta ver en qué lugar me hallaba. Conseguí incorporarme, sentarme sobre una de aquellas mullidas hojas y con la claridad que iba proporcionando el nuevo amanecer, descubrí que o bajaba a tierra firme o no sabía quién me iba a proporcionar un buen desayuno, porque sentía un hambre voraz.

No me fue difícil bajar del árbol desconocido para mí y comencé a caminar por un sendero de tierra roja. Al frente se distinguía una pequeña ciudad o eso me pareció. Anduve durante un buen rato y al comienzo de dicho pueblito, había un cartel que decía; Bienvenido al paraíso, ya puedes comenzar tu aventura.

Me estoy restregando los ojos y vuelvo a leer lo mismo, así que con incertidumbre y mirando si tengo alguna moneda en el bolsillo, me adentro en busca de un bocadillo que es lo que ahora mismo me apetece, después ya veré que hago.

 

Nani, octubre 2025

4 comentarios:

  1. Seguro que en el paraíso los bocadillos son gratis y puedes comer lo que te apetezca... todo menos manzanas que ya sabes lo de Adán y Eva.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Donde la vida te lleve....miedo y emoción al mismo tiempo 😊. Un abrazo Nani

    ResponderEliminar
  3. Es cierto, llevan siglos diciendo que no hace falta llevarse nada material, para entrar en el paraíso.

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. La vuelta de la esquina hoy por hoy no es segura, cualquier cosa como bien dices nos podemos encontrar y nada bueno.
    Cualquier pasillo es inseguro ahora.
    Un placer volver a tus letras Nani.
    Gracias siempre.
    Un abrazo

    ResponderEliminar