sábado, 15 de marzo de 2008

EL CAFÉ


El café humea en la mesa mientras disfruta del aroma, del azucarero que no hace juego con la taza y sobretodo, de su espacio cuando suena el teléfono.
El recipiente de azúcar es el que vio de forma cotidiana día tras día y este momento es el que lo enlaza con la niñez, la juventud y la vida compartida con aquel ser extraordinario que la fortuna puso en su camino hasta que el destino la apagó cual pabilo. Por eso toma el café en aquella taza donde ella bebió sorbito a sorbo, todos los cafés que compartieron. Y ahora le interrumpen su momento, el que comparte con sus recuerdos y con la dulzura de los instantes agradables vividos. Duda si cogerlo o seguir el rito diario. De pronto recuerda que hoy le dan la nota de graduación y sin ser consciente del todo, se levanta con dificultad mientras susurra: “Niña, no nos deja tomar el café como cuando era pequeño, quiere que le sentemos entre los dos y contarnos sus aventuras, hoy quiere tomarse unos sorbitos de nuestro café”.


Nani. Marzo 2008.