Como hoy por fin ha salido el sol, me he puesto el chándal y me he ido a dar un paseo. Todo estaba húmedo pero a la vez brillante y precioso. En el campo ya aparecen las plantas que dentro de unos meses tendrán incluso fruto. Los brotes apuntan un colorido que se tornará espléndido, los frutales tienen unas yemas próximas a reventar y sin apenas darme cuenta, me he introducido en las ruinas de lo que fue una casona de señores que en su tiempo (a finales de los 40) fueron muy importantes y después, venidos a menos.
Siempre me gustó introducirme en el pequeño bosque que formaba el jardín de la casona, hoy abandonado y devorado por el follaje y todo un mundo vegetal y salvaje.
Debido al mal tiempo que estamos padeciendo, a las intensas lluvias y supongo, al descuido producido por el abandono, la puerta de la entrada principal se abrió sin dificultad y claro, no he podido resistir la tentación de pasearme por los inmensos salones, la impresionante escalinata de caracol y escalones de mármol negro veteado, volver a pasear mi mirada por la inmensa biblioteca que los señores poseían y gozar de lo que fue la esplendida casona. Recuerdo que de niña estuve en esa casa y la recorrí con cierto desasosiego y timidez, agarrada de la mano de mi tío Federico, administrador de los señores. Le pedí, más bien le rogué que me enseñara la casa. Siempre que iba al colegio, debía pasar por delante de la enorme mole y lo conseguí, cuando contaba con ocho años y los señores se fueron a pasar unas vacaciones a las playas del norte.
Hoy, casi vuelvo a experimentar la misma desazón de entonces y el calor que me infundía la mano del tío Federico, pero todo cambió cuando penetré en el recinto.
Los salones estaban muy fríos y apenas quedaban muebles o cuadros. Recuerdo que al final del inmenso pasillo y antes de llegar al jardín trasero, se encontraba la biblioteca y es allí donde me encaminé. Empujé la puerta y no se abría. La manivela se resistía pero al fin conseguí que cediera y entré. La luz que se filtraba por la persiana casi bajada me permitió ver los estantes repletos de libros tal cual los recordaba. Deslicé mis dedos por los más cercanos y noté el espeso y áspero polvo acumulado. La enorme alergia que padezco, me hizo estornudar de una manera tan animal que de haber estado delante mi hermano, me hubiera repetido lo que tantas veces comenta en estos casos: ¡Niña, casi te das la vuelta!!!
Pero volviendo a la biblioteca, al tiempo que permanecí en ella y que no lo sabría precisar, aunque recuerdo que cuando volvía a casa ya era casi de noche y que en el camino dejé de percibir la luz solar.
Como decía, se me ha quedado atascado el olfato del polvo allí acumulado. Los oídos impregnados de todos los sonidos allí efectuados y aún noto el aire cortado y producido por un cuerpo que va y viene del estante a la mesa y de la mesa al estante. No he llegado a verla y soy consciente de que digo “verla” en femenino, porque estoy segura de que era una mujer aunque mis ojos no llegaran a advertirla. Pero el aire percibido, es el que produce una ligera bata de seda. La bata de seda posada sobre el cuerpo de la “Niña Manela”, aquella que según contaba el tío Fernando, fue una princesa en aquella mansión, la alegría de aquella casa y la musa de los lugareños. Aquella “Niña Manela” que un día se fue montada en su descapotable blanco y no se supo nada más de ella y que a partir de aquél fatídico día, dejó de ser la musa, la alegría y la princesa de la casona, incluida la vida en la hermosa casa y su entorno.
He escuchado su voz mientras recitaba, he visto pasar las páginas y he notado su presencia e incluso, he creído notar que me acariciaba el pelo cuando uno de los libros iban como movidos por arte de magia, de la mesa al estante.
Allí estaba sentada, sin apenas moverme, sin apenas respirar, sin poder dar crédito a lo que percibían mis sentidos. No he tenido miedo y estoy segura de no haber soñado. Se que he estado en la casona y he tenido que apartar las ramas para poder entrar, lo prueban mis manos arañadas. He notado y olido el polvo. He tocado y he visto los libros. He escuchado su voz y he notado su caricia.
Y ahora que ya estoy en casa, se que todo ha sido una realidad que debo repetir, porque se que allí voy a descubrir algún misterio negado a los de mi localidad. Estoy segura que no ha sido la casualidad la que me ha llevado hoy a la casona y algo me dice, que tengo que volver a pasar por la biblioteca.
Nani. Marzo 2010.
"Las grandes casonas -decía mi abuelo- son proporcionales a la vanidad de su dueño". El viejo italiano (de quien heredé los ojos y el mal carácter)aseguraba que en su amada Italia había visto demasiadas ruinas de soberbia. Opinaba que los hombres no necesitaban tanto espacio para vivir y las personas eran las que le daban a cualquier lugar, su propio espíritu.
ResponderEliminarEste hombre Amiga, que disfruté poco tiempo, fue una de las pocas personas que conocí absolutamente coherente con sus palabras. Vivió sencillamente a pesar de sus amplias posibilidades, y tu relato me lo trajo inmediatamente.
Quizás almas -como la de la Niña Manela- regresen a nuestro mundo para decirnos que en cualquier lugar -grande, chico, humilde o fastuoso- quedan las huellas de aquellos que vivieron allí. Con sus alegrías, sinsabores, tristezas o incluso tragedias.
Nada para temer, sólo quizás descifrar su mensaje...
Besos mi Nani Querida y a mogollón! Espero estés recuperándote de tu catarro!
Me lo he pasado fenomenal leyendo el relato.
ResponderEliminarSi vuelves a la casa, cuéntanos.
Besotes
Muchas veces lo que tenemos en invierno es ganas de ver el sol, por eso cuando vienen los primeros rayos los pillamos con tantas ganas!
ResponderEliminarBesicos
Vale, a mi es que me da pena romper el encanto de un relato tan bueno y bien escrito..: pero no he podido evitar pensar que, ya que la casona está deshabitada, sería bueno empezar a llamar a dos que tres colectivos okupas...
ResponderEliminarHola Nani.
ResponderEliminarEsta bien escrito, con mucho detalle. El pasaje de la entrada en la casa, la niña y las presencias me han dejado con cierta angustia.
Un beso.
¡Qué bonito, Nani! Sería genial que siguieras contando algo más de esa casa, de tus recuerdos, de tu vuelta a la mansión.
ResponderEliminarTienes una oportunidad magnífica con esa experiencia. Envidia me das, sí. Cuéntanos más, anda...
Besitos
Como en otros de tus relatos, se te da muy bien crear suspense. Muy bonito. Muchas gracias.
ResponderEliminarEres una maestra del relato, no tengo la menor duda. Construyes la historia cuidando hasta el más mínimo detalle. El resultado, querida Nani, es que nos metemos en él de tu mano y lo vivimos intensamente.
ResponderEliminarCaptas la atención y dejas con ganas de saber más y más.
Bueno, creo que casi no tengo que decirte lo que me ha gustado, lo notas ¿verdad?.
Muchos besicos, preciosa mía, muchos.
Si vuelves a la biblioteca, no dejes de contarlo. Un saludo.
ResponderEliminarEn las casas abandonadas siempre queda el vestigio de quienes vivieron ahí y en ocasiones la presencia también. Pero todo se vuelve realidad cuando nuestra mirada construye una nueva historia de lo que pasó. Excelente relato.
ResponderEliminarcreo que ni te imaginas que cuando das estos paseos, asi como tu te agarrabas de la mano del tío Federico, a mi me gusta tomarme de la tuya…un saludo …me ha gustado el paseo.
ResponderEliminarQué bonito paraje lo de la casona en medio del bosque para relatar cosas. Dicen que Manaos, en plena selva brasileña, está plagado de casonas abandonadas de la época dorada del caucho, y cuando se vino abajo todo abandonaron las casonas y allí están, como fósiles de espledor.
ResponderEliminarFácil me ha sido acompañarte en esa visita. Esas grandes y viejas casas no dejan escapar de entre sus paredes los fantasmas de aquellos que no supieron mantenerse vivos en ellas.
ResponderEliminarBonito relato Nani.
Ando un poquillo retrasada , como ves Un beso
Me encantaría tener algo de ese lirismo para reflejar recuerdos.
ResponderEliminarQué lectura tan suave y etérea. Qué pedazo de escritora...
Un abrazo.
Yo también la sentí... y casi la ví... a traves de tus palabras...
ResponderEliminarY se me aceleró el corazón por momentos y casi me muero del susto con tu estornudo!!
Maravilloso relato que me pide volver a esa biblioteca.
Besos
Maravilloso relato, ha bautizado mi primera visita a tu espacio. Escribes genial, permites el disfrute de imágenes hermosas. Muy bello relato. Felicitaciones! Te sigo. Un abrazo.
ResponderEliminarYo sí hubiera tenido miedo... y no porque crea en espíritus o fantasmas... si no, quizá, por respeto.
ResponderEliminarSeguro que ella quería decirte algo, por eso sientes que te llama de nuevo la casona... Vuelve.
Un besazooo
Precioso Nani, supogo que habra una segunda parte de tus viviencias en esa casona
ResponderEliminarMe encantan las historias de lugares con pasado.
ResponderEliminar:)
Nani cuanto me ha gustado., que maravillosamente escrito y que brujilla eres que sabes meternos dentro de tus historias.
ResponderEliminarHe caminado por el sendero húmedo a la par tuya y paseado entre los salones polvorientos... y si me lo permites, volveré a acompañarte la próxima vez que regreses.
Un abrazo
AAAAAAAAAaahhhhh ¡¡¡ chusto !!! jajajajajajaja
ResponderEliminar¡Qué bueno Casita! me ha gustado mucho, aunque ¡vamos! yo no vuelvo a la casona ni "jarta vino" jajajajaa
Muchos besitos de domingo
Seguro que sí, has llegado allí por algo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, a ver si continua.
Un beso
Si futuro es un verbo que se escribe en femenino, este 8 de Marzo (Día Internacional de la Mujer) es un buen momento para empezar a construirlo.
ResponderEliminarSi esa casa y esa biblioteca no existieran, deberías inventarlas.
ResponderEliminarY lo que aventuran también esas plantas y esos brotes es una próxima alergia de aúpa... ay, perdón, que me pongo muy susceptible con el tema ;)
ResponderEliminarQué forma de disfrutar de los detalles...
Besos.
Mi Nani!!!!!!....Que gusto poder llegar de nuevo a tu blog esta vez desde casa,retomar estas lecturas con tu sello y tu estilo tan personal.
ResponderEliminarNo te imagino,te veo en ese texto tan bien logrado,esa nota de suspenso que adivino en una sonrisa mientras lo escribías.
Bellas imagenes para recrear recuerdos.
Un abrazo mu grande mientras intento ponerme al día en tododdddoooo!
Se les recuerda con todo todo el cariño que no puedes ni imaginar!
de mano con la manta aun cuando hace un calor insoportable.
Besos multiplicados!
Qué buen relato mantiene en suspensço al lector de principio a fin; sin embargo me quedé con la duda si es verdad o ficción, Un fuerte abrazo
ResponderEliminarYo me sentí que estaba ahí.
ResponderEliminarBesos.
Si os interesa el cine y queréis críticas acerca de las diferentes películas, al igual que relatos que iré subiendo, no dudéis en visitar mi blog. Gracias.
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