El pijama me lo quitaba en el momento que mamá me daba el beso y me acurrucaba en la cama. Me gustaba notar en la piel, la suavidad de las sábanas recién lavadas y planchadas, el olor del jabón casero y la frescura de la tela de lino. Cuando por la mañana me venía a despertar, no conseguía entender como siempre tenía el pijama quitado y en ropa interior, por mucho frío que hiciera y su cantinela siempre era la misma: “¡Está bien que lo hagas en verano, pero en invierno…!”, aunque cuando hacía buen tiempo, alguna cosa siempre decía, solo que todo pasaba cuando me enganchaba en su cuello y me la comía a besos, ¡olía tan rico!!
Ahora ya de mayor, echo de menos todas esas sensaciones. La ropa la lavamos en lavadora y le ponemos suavizante. No es que me desagrade, algunos aromas me gustan y si a estas telas sintéticas no se le pusiera no soportaríamos su tersura y para colmo, le salen bolillas que me angustian cuando me quito el pijama; no puedo hacerlo porque no soporto esa impresión calentona y crespa o rugosa, producida por esas bolitas que le salen a los tejidos modernos. A veces pienso que debe correr por mis venas sangre de la dinastía de la princesa que notaba el guisante debajo de un montón de colchones, porque tampoco aguanto las sábanas arrugadas o sacadas de su sitio; no sé dormir en una cama deshecha o arrugada, debo ser un bicho raro o producto de una estirpe ya en declive.
Me despierto con un sobresalto. “¡Voy a tener que cambiar el sonido del despertador! Se nota que estaba muy entretenido con mis sueños, porque el corazón se me sale. ¡Anda que si hubiera tenido una pesadilla tendría un motivo, pero el sueño que tenía, no es para esto! En fin niño, ¡tírate ya de la cama y estira bien las sábanas que luego cuando vengas, como esté toda deshecha y arrugada, ya sabes que te pones histérico y hecho una furia y como no descanses como debes y no estés relajado, el discurso de mañana será una porquería y para más inri; debes hacer apología de los sueños, del beneficio del descanso y lo que significa tener un sueño reparador, sicólogo tenías que ser!”.
Nani. Febrero de 2011.
Hacer o no hacer la cama, he ahí la cuestión. O cómo una arruguita de ná puede cambiar mi carácter.
ResponderEliminarCurioso texto el de hoy Nani. Muchos besos.
Como recuerdo aquella cama que me hacían... y sólo porque la hacía mi madre. Aquel olor... aquellas manos arropando...
ResponderEliminarAquellos recuerdos van grabados. El tacto, el olor y sobre todo las manos que cada noche arropaban.
ResponderEliminarNosotros también hemos arropado y seguro que guardan un precioso recuerdo...
¡Me ha encantaooo"
Muchos besicos, enormess.
Tu ternura la veo en las manos que estiran las sábanas y acarician la piel que amas.
ResponderEliminarYo tampoco puedo dormir en una cama mal hecha. Creo que somos unas cuantas, no te parece?
Besitos besitos.
El olor de las sábanas de algodón lavadas con jabón casero, secadas al solo y planchadas con agua de arroz, hummmmmmmm.
ResponderEliminarMi madre siempre olía a polvos de Maderas de Oriente.
Un beso, guapa.
Dormir es bueno, me han dicho
ResponderEliminarCrecer duele y duele abandonar la cama de la infancia y despegarse de los brazos de tu madre, cuando cada día solía despertarte a besos.
ResponderEliminarPero la vida sigue...
Somos más de las que te piensas. ¡Eso de dormir en una cama deshecha! Me gusta más deshacerla cada vez que me acuesto en ella, jajaja
ResponderEliminarEres un cielo y tienes la virtud de hacerme retroceder en el tiempo buscando todos esos registros tiernos de la infancia...de ese ayer que me hace ser lo que hoy soy.
Oye, ¿crees que hay que ser psicólogo para acordarse de estas cosas? Eres "muuu wena" psicóloga.
Muuask.Abracicos munchos.
Que verdad es que la felicidad está en las pequeñas ilusiones...Las sábanas de algodón, especialmente la primera vez que las utilizas cuando las pones limpias. Uno de los lujos que conservo es utilizar siempre sábanas "únicamente de algodón", aunque ya va costando encontrarlas. Se van cerrando fábricas; incluso las últimas que me ofrecieron ya llevaban mezcla de fibra. Que vamos a hacer, con la actualidad no puedes luchar.
ResponderEliminarSimpática entrada, Nani, un beso
Me ha gustado la idea que tan bien resaltas: el desagrado e incomodidad al percibir bolitas en las sábanas. Ahora en invierno duermo con sábanas nordicas y ya tienen bolas, coincidiendo con tu rechazo por la textura de tal superficie... y en general, todo el relato/remomaración es muy tierno y profundo, son recuedos que con el tiempo, aumentan y cobran mayor importancia. Además, hay que descansar para que el cerebro pueda procesar toda la información y conocimiento jajjjaaj.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
un saludo.
La cama de casa de mi abuela era de lana... y cuando entrabas, no se podía salir :)
ResponderEliminarBesicos
No puedo con las camas por hacer o mal hechas.
ResponderEliminarEso es sagrado.
Besos.
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ResponderEliminarYo, sinceramente, soy muy poco tiquismiquis a la hora de ir a la cama... pero seguro que, dormir como lo hacía él... es una gozada!!
ResponderEliminarUn besoteee
Yo también debo ser un bicho raro. Ni arrugas ni bolitas. Las sábanas de lino y además no les pongo suavizante para que crujan.
ResponderEliminarManías que tenemos y que nos proporcionan esos instantes tan felices con recuerdo a la infancia.
Un abrazo
Muy bien escrito, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo firmemente en los sueños reparadores. Lo juro por Hipnos.
ResponderEliminarPor lo demás, leí lo de la princesa y el guisante y recordé el episodio que mi madre recuerda todavía: que aquí a su dulce niña le molestaba un confeti (sí, un confeti) que se le había quedado en el zapato.
(Si ej que molesta de verdá).
Bicos con tele.
(Yo jamás hago la cama. Viva el edredón nórdico).
Igual es producto de la nostalgia. A mi me pasaba igual, no es lo mismo cuando mi madre hace la cama porque cambia las sábanas, que cuando la hago yo. Ya sé que con 38 años ya estaría bien que la supiera hacer como ella, pero yo me doy mucha más prisa, y luego lo pago por la noche.
ResponderEliminarEste relato es todo, sensaciones y recuerdos. Porque así queda grabada la niñez en nosotros, con una mezcla de olores muy particulares (y que aún hoy podríamos reconocer perfectamente) y detalles de la vida cotidiana. Los que tenemos gran sensibilidad en la piel (demasiada en algunos casos) entendemos perfectamente la importancia de la suavidad!
ResponderEliminarArrugas y bolitas pueden pasar desapercibidas para muchos. Para otros (y me incluyo) son determinantes, como el aroma a limpio.
Un paseo por los pequeños-grandes placeres mi Nani, encantador!
Besicos Miles con todo cariño Amiga Querida!
Me encanta que halla gente que le saque ese jugo a las pequeñas cosas, me recuerda el texto a Amelie.
ResponderEliminar(:
Saludos
Antonio
http://sonriendoalmundo.blogspot.com/
Era mi padre el que me acurrucaba, ponme como una croqueta envuelta, le decía yo.
ResponderEliminarO...vamos a hacer un bocadillo de bonito...y me ponía entre la cara de mi madre y la de mi padre.
Besitos,
Que bonitoooooo.....Es de esos textos amiga entrañables,cálidos,con ese punto de añoranza....Besicos!
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