Foto cogida de la red
La lluvia de fuego que
lentamente devoraba la ciudad
era observada desde la ventana a través
del visillo ligeramente corrido, como temiendo ser descubierto y tragado del
mismo modo que fue desapareciendo aceras, farolas, coches aparcados y todo lo
que se cruzaba con ese terrible apocalipsis.
Mansamente
se aparta, bebe un sorbo del vaso que espera sobre la mesa, con el revés de la
mano se limpia los restos que han quedado cosidos a sus labios y con lágrimas a
modo de lluvia mansa, se recuesta en el sofá esperando que algo concluya.
Nani.
Mayo 2013
Si no hay remedio..que el fin del mundo nos pille bailando. Filosofía ante todo. Besos , Nani.
ResponderEliminarPues de todas las maneras de resignarse, la tuya está explicada de una manera exquisita. Suerte para la semana que viene :)
ResponderEliminarAnte lo inevitable solo queda el resignarse. Transmite muy bien esa sensación de impotencia, me gusta.
ResponderEliminarSaludos Nani.
A lo mejor lo interpreto mal... en ese vaso había algo que acelerara ese irremediable final?
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un beso Nani.
Espero que disfrute de ese trago, que todo llega, aunque sea despacio.
ResponderEliminarBesos
Con un buen vino todo entra mejor, je je. Semana apocalíptica tenemos.
ResponderEliminarUn besazo Nani.
Hola, Nani.
ResponderEliminarAlgo concluirá, seguro. Espero que pase el peligro...
Buena historia, guapa.
Unos besos.
Nani, muy sugerente tu relato. Algo va a concluir más pronto que tarde.
ResponderEliminarBesos.
La lluvia de fuego que lentamente devoraba la ciudad es la lluvia que forma nuestras propias tormentas; devoran nuestras angustias,inundan nuestros espacios mas íntimos,solo queda que arrase y limpie cada rincón del alma,un trago que hay que pasar,solo esperando lo mejor.
ResponderEliminarAbrasicos.
Hay alguien que se va a beber su propio Apocalipsis. Suerte, Nani, a ver si te oímos pronto en la radio.
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