Imagen recogida de la red
No
era el mar pero se le parecía cuando el viento se colocaba por todas las
rendijas o desde lejos se divisa, aunque cuando me aproximo, la realidad me
pone los pies en el suelo. Es duro el trabajo y el chapuzón no relaja y tampoco
la brisa. Se suda demasiado y mucho más se endurece las manos y el alma. Los
plásticos y la siembra se convierten con demasiada frecuencia en mares
artificiales.
Nani. Noviembre 2016
somos pequeñas islitas tratando de sobrellevar a la marea Nani... Nuena entrada
ResponderEliminarCon demasiada frecuencia, sí. Precioso, querida Nani.
ResponderEliminarMuchos besicos.
Yo recuerdo de mi infancia el mar de trigo.
ResponderEliminarLas espigas brillaban como terciopelo verde confundido con olas y desde mi ventana imaginaba que extendía mis brazos y nadaba en ese otro mar soñado que nunca había visto.
Jamás lo olvidaré.
Que vida tan dura la de quienes trabajan ahí.
ResponderEliminarBesos.