Imagen recogida de la red
Para implorarle que vuelva a casa, pone rodilla en tierra y le besa
las manos con pasión, como en la escena que protagonizó en el colegio. ¡La
repitieron tantas veces después de sus rabietas!
¡No puede permitir que haga estos excesos!
Hoy comerán como tantas veces, empanadillas de atún, patatas paja y
flan con fresas. No ha habido rabieta aunque lloran desconsolados. Saben que no
queda tiempo y ya no hace efecto la capa de supermán o los polvos de estrellas.
Ahora todo depende del tratamiento y de saber disfrutar los minutos y los
segundos.
Nani. Enero 2017
Emocionante, NaNI. No hay nada tan eficaz como el miedo a perder un ser querido.
ResponderEliminarO así es como he entendido este relato.
Te deseo lo mejor.
Un beso.
Duele.
ResponderEliminarEl final de una vida... el deterioro... no hay milagro que lo impida.
Besos.