Vuelve a pedirme que le
empuje y como no me
cuesta, le columpio. Lo hago con sumo gusto, pero al final y en un alarido de
gozo se suelta de manos y cae, rueda lo mismo que una pelota y se precipita en
el vacío del acantilado. Miro a ver si le han crecido las alas y se ha detenido esperando a que me asome y
dé un respingo, pero está allí en el fondo, inerte. Las olas empiezan a mecerle
de nuevo. Creo que sigue cumplido sus deseos, aunque no el de convertirse en
ángel.
Nani.
octubre de 2017
Si quieres pasearte por un blog distinto (poesía, reflexiones, prosa y relato), pasa por aquí:
Tremendo!!!
ResponderEliminarSe relata con una frialdad que estremece.
Impactadísimo.
Besos.
Toro, estos ejercicios de micros o despojos, a veces son un poco crueles. La escritura a veces es cruel y otras la delicadeza andando. Un poco como tu querido Terremoto, que por cierto estoy echando de menos.
EliminarBesicos muchos.
Se me ha puesto el corazón en el estómago del susto, Nani.
ResponderEliminar"Mecía yo a mi niña en un columpio cuando de pronto apareció la luna con toda su magia.
–¡La lunaaaa! , ¡¡¡Laluuunaaaa!!
Y se lanzó al espacio hacia ella.
Cogí el amor de mi vida en volandas y se vino a mis brazos.
Nunca lo olvidaré.
Un beso grande, Nani.
Precioso comentario
EliminarPrecioso Tecla. Tu sensibilidad es tan grande!!
EliminarBesicos muchos.
No es ningún cuento, Nani.
ResponderEliminarYa lo imagino Tecla.
EliminarMás besicos.
tu casa tiene luz sin lugara dudas
ResponderEliminarMuchas racias MuCha. Estás en tu casa.
EliminarBesicos muchos.
Que bonito Nani, poesía pura, enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Jorge. Viniendo de ti, es un verdadero halago.
EliminarBesicos muchos.