Su padre también le
dejaba conducir la furgoneta, el
tractor y su moto de gran cilindrada, aunque el abuelo no las tenía todas
consigo. Confiaba en ella y en su buen criterio, hasta que un día le pareció
verla surcar las nubes, hacer piruetas y dibujar en el cielo un rastro de humo
que decía: “La vida debe cambiar papá, me voy a descubrir otros lares y cuando
vuelva volveremos a reír. Abuelo no fumo, quédate tranquilo”.
Nani.
Diciembre de 2017
El abuelo debía flipar.
ResponderEliminarBesos.
Paso a saludarte...un gusto leerte.
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