Inspirado en la fotografía de Thomas Hoepker, para la propuesta de
Esta Noche Te Cuento
Me
gustaba verle en la avenida con el platillo delante, maquillaje perfecto y su
traje de arlequín. Los que pasaban le ponían una moneda y sonreía, era el único
gesto que nos recordaba a un humano. Crecí viendo su maquillaje perfecto,
sonreía a quien le admiraba y el guiño que me hacía, era nuestro pacto. Yo
vigilara su recaudación. Al terminar sacaba una flor de su chaqueta, se
acercaba y se convertía en chupa Chus o chicle Bazooka, de aquellos que se
quedaban sin sabor en dos chupadas, pero hacía que me sintiera feliz e
importante. Nunca me dijo una palabra, sabía que me apreciaba y confiaba en mí.
Fui creciendo y no tenía tiempo para estar en la avenida junto a él. Cuando
volvía del instituto no estaba y según me dijo mamá, se hacía mayor y
últimamente estaba los días que había sol y solo un ratito. Hoy lo he
descubierto en el bar del tío Paco. He entrado y me he acercado, creo que no me
ha reconocido y según mi tío, no es ni su sombra, su cara está oscura y gasta
las pocas monedas en vino. ¡Ya no se sostiene!
Nani.
Enero 2018
El declive definitivo aparece un día de repente... por cualquier motivo y el desplome es irreversible.
ResponderEliminarChicles Bazooka, aynsssssss
Besos.
Sí Toro, cuando aparece, todo se derrumba.
Eliminar¿Te gustaban los Bazooka?
Besicos muchos
La vida se acaba y no lo podemos remediar.
ResponderEliminarTal vez si no nos muriéramos nunca el mundo sería muy aburrido.
Todo está bajo control, Nani.
Qué relatos tan entrañables y queridos me haces, Nani.
Un abrazo.
Muchas gracias Tecla. Me gusta que te gusten!!
EliminarBesicos muchos.
El paso del tiempo, esa raya que se borra irremediablemente a nuestro paso. Gracias por compartirlo. Un abrazo
ResponderEliminarJorge, el paso del tiempo es implacable...
EliminarGracias ti por comentar.
Besicos muchos.