Deberías ver las
rozaduras de mis talones
cuando estrenaba zapatos, pero eran peores cuando corría campo través
perseguida por aquellos perros malditos y sus amos locos de rabia. Querían que
les dijera dónde los había escondido, pero ni por todas las gominolas del mundo
hubiera delatado a mis compañeros. Ellos no habían robado los caramelos y yo
sabía quién se los había llevado.
ERAN DE CASA
Deberías ver las
rozaduras de mis talones
pero estas se curan, los roces que tuve con padre esos no se fueron por mucho
que lo deseé, ni se curaron hasta que me fui de casa y pasó mucho tiempo. Aún
siguen escociendo, pero eso es otro tema. Madre siempre miró para otro lado,
vosotros jugabais a las canicas y al pincho en la puerta y yo siempre me
quedaba para hacer esa tarea que tanto le gustaba a él y a mí me marcó para
siempre.
Nani.
Abril 2018
El primero me ha recordado una vez que fui perseguido por una jauría de perros, me salvé por un par de metros...
ResponderEliminarEl segundo duele.
Mucho.
Besos.
Sí Toro, el segundo duele hasta hacer sangrar y ¿quién alguna vez no ha sido perseguido por unos perros furiosos? Gracias por comentar.
EliminarBesicos muchos.
El segundo proboca dolor propio, el primero me recuerda que jamas traicione a alguien que formara parte de mi
ResponderEliminarRecuerdos infantiles siempre son bienvenidos Nico y como comento anteriormente, duele el segundo y mucho, ¡imagina quién haya vivido ese hecho!!
EliminarBesicos muchos.
me gustan los dos son tus escritos y tienen magia
ResponderEliminarBienvenida a esta tu casa Mucha. Gracias por comentar.
EliminarBesicos muchos.