jueves, 26 de julio de 2018

INFANCIA





Inconfundible el olor que desprendía la ropa recién tendida o cuando se metía entre las sábanas limpias, frías y recién planchadas; era como volver al remanso del vientre materno. Todo se relacionaba y quedaba unido en un mismo paquete. Siempre le contó ella que el jabón casero era el que ejercía el milagro, pero bien sabía  que había algo más, algo que se llamaba madre y que incluía amor y dedicación. Algo que resultaba suave y delicado a pesar de aquellas manos broncas, agrietadas y cargadas de faenas domésticas, labores en el campo y sogas restregadas, bien para lanzar y recoger el cubo dentro del pozo, retorcer y trenzar espartos en los días lluviosos, apilar alpacas y pleitas, cargar serones, subir y bajar cargas al pajar, hacer limpiezas después de las cosechas y para colmo, cuando fueron pequeños aún le quedaban ganas en las noches veraniegas, de recortar en los periódicos atrasados anuncios de juguetes o ropa del Corte Inglés, coserlos con alfileres y cuando ya entrada la noche, hacer que aquello se moviera con ayuda de una linterna para crearles la ilusión de estar sentados en una silla del cine de verano, mientras sorbían un tazón de leche migada.


Nani. Julio 2018